LA IGLESIA MÁRTIR DE HOY

 

TORTURADO POR CRISTO

 

Por RICHARD WURMBRAND

Traducido y adaptado por CARLOS A. MORRIS

 

CUANDO ESTE LIBRO FUE ESCRITO

 

Rumania estuvo en el dominio de acero del dictador Comunista. . . Nicolai Ceausescu.

En la Navidad de 1989, el pueblo de Rumania tuvo una rebelión y Ceausescu fue derribado y ejecutado.

¡Rumania era libre!

Otros países siguieron mientras que Europa oriental empezó a abandonar el partido Comunista. La Unión Soviética fue desintegrado para convertirse en la Federación de Estados

Independientes. Ahora existe una forma democrática de gobierno.

Ahora nos confrontamos con oportunidades sin precedente para trabajar en países previamente cerrados. Ya hemos abierto una librería cristiana y una planta de Imprenta en Rumania. Estamos trabajando abiertamente en Rusia, Hungría, Latvia, y otros países.

La necesidad para nuestro ministerio de auxilio, fomento, y testimonio Cristiano es enorme.

En otras áreas y bajo otros regímenes, los Cristianos son perseguidos. Nosotros seguimos siendo "La Voz de los Mártires". . . servidores de la iglesia perseguida.

 

PRESENTANDO AL AUTOR

 

El Rev. Richard Wurmbrand es un pastor evangélico que pasó catorce años en cáceles comunistas en Rumania, su patria. Es uno de sus más renombrados dirigentes cristianos, autores y educadores. Pocos nombres son tan conocidos en su país.

En 1945, cuando los comunistas ocuparon Rumania, e intentaron controlar a las iglesias para sus propios fines, Richard Wurmbrand comenzó de ¡inmediato un efectivo y vigoroso "ministerio subterráneo" entre sus compatriotas esclavizados y los soldados invasores rusos. Finalmente fue arrestado en 1948, en compañía de su esposa Sabina. Ella fue condenada a tres años de trabajos forzados. Richard Wurmbrand pasó tres años de confinamiento solitario, sin ver a nadie, con excepción de sus guardias comunistas después de tres años fue transferido a una celda común por cinco años más, donde continuaron sus torturas.

Debido a su prestigio internacional como líder cristiano, algunos diplomáticos de las embajadas de los países occidentales comenzaron a interesarse por su seguridad. Se les informó que había huido de Rumania Por otro lado Policías Secretos, haciéndose pasar por ex compañeros de cárcel, contaron a su esposa cómo habían presenciado su entierro en el cementerio de la cárcel. Tanto a su familia en Rumania como a sus amigos en el exterior se les aconsejó que era mejor olvidarlo, ya que estaba muerto.

Después de ocho años fue puesto en libertad e inmediatamente reanudó su labor en la Iglesia Subterránea. Dos años más tarde, en 1959, fue vuelto a arrestrar y sentenciado a veinticinco años de cárcel.

El Sr. Wurmbrand fue puesto en libertad otra vez en una amnistía general en 1964, y continuó su ministerio subterráneo. Conscientes del peligro que significaba pura él un tercer arresto, los cristianos de Noruega negociaron su salida de Rumania con las autoridades comunistas. El gobierno comunista había comenzado a "vender" a sus presos políticos. El precio habitual de rescate por un preso era de 2,000 dólares; pero por él pidieron 10,000 dólares.

En mayo de 1966, mientras prestaba declaraciones ante el Sub-Comité de Seguridad Interior del Senado norteamericano en Washington, se desnudó hasta la cintura para que pudieran ver las dieciocho profundas cicatrices que le habían dejado las atroces torturas a que fue sometido durante su encarcelamiento. Los periódicos norteamericanos, europeos y de Asia contaron al mundo su dramática historia. En el mes de septiembre de ese mismo año se le advirtió que el régimen comunista de Rumania había dispuesto su asesinato. Más, ni siquiera aquellas amenazas de muerte pudieron silenciar su voz. Ha sido llamado " La Voz de la Iglesia Subterránea". Líderes cristianos lo han llamado "un mártir viviente'* y "el Pablo de la Cortina de Hierro".

 

PRÓLOGO

 

Estimados Amigos,

Este libro se publicó por primera vez hace 25 años. Provocó mucho interés, y por ende, ha sido traducido hasta la fecha en 63 idiomas, el resultado demuestra la venta y distribución de muchos millones de ejemplares.

En el momento de su primera publicación, el comunismo florecía. La tercera parte del mundo estaba bajo su dominio. Los comunistas alardeaban que ellos alcanzarían, y sobrepasarían los niveles económicos de Estados Unidos y Europa en cuestión de unos pocos años y eventualmente conquistarían al mundo en esta generación.

Kruschev, antiguo dictador de la Unión Soviética, una vez dijo: "Dentro de cinco años presentaré en la televisión nacional al último creyente en Cristo, como una reliquia".

Los estados occidentales prepararon un sistema de defensa nuclear contra la agresión comunista. El odio comunista fue respondido con el odio de sus adversarios.

Durante ese tiempo y hasta la fecha, he publicado otros libros. También tuve la oportunidad de predicar en 70 países de todos los continentes oponiéndome a esta tendencia general hacia la aniquilación.

Expuse el error principal del comunismo formulado por Lenin en su carta dirigida al escritor ruso Maxim Gorki en 1915, "Millones de epidemias y catástrofes naturales se prefieren ante la más mínima noción sobre algún Dios."

En otras palabras, prefirió el cáncer y los terremotos a la creencia en Dios. Antes de odiar a los adversarios, los comunistas odiaron a Dios y al amor. Dios es amor. La principal enseñanza de Jesús es amor universal, amor aún hacia los enemigos.

Enseñé en mis libros y sermones que deberíamos de enfrentarnos a las malas obras y la propaganda comunista con la propagación de las enseñanzas del amor de Jesús. Creo que el amor y la oración pueden liberar a los hombres de la peor amenaza.

La historia mostró que yo tenía razón. La Unión Soviética se acabó, sin necesidad de disparar un solo tiro. Europa Oriental, algunos países africanos, los regímenes comunistas de Mongolia y Nicaragua se toparon con la misma suerte.

El sereno y gentil Jesús triunfó.

Marx y Lenin enseñaron sobre la sangrienta lucha de clases. Jesús también creía en el derramamiento de sangre, pero no la de sus enemigos. Ofreció Su propia sangre y se entregó como un cordero al matadero. Estaba listo para morir por los pecadores de ambas clases sociales. Tomó los pecados de todos sobre Sí mismo y murió por ellos. Creyendo en Él, nos son perdonados nuestros pecados. ¡Somos realmente libres!

Construyamos ahora juntos en el amor un mundo mejor con justicia social.

Los derechistas estaban equivocados al tildar a todos los que pelearon por la mejora de las condiciones de vida para los pequeños agricultores y los trabajadores, como anarquistas peligrosos.

Los izquierdistas estaban equivocados al tildar a todo dueño de fábrica y de hacienda como capitalistas codiciosos, (aunque algunos sí lo son).

Confiemos en lo bueno que existe en los hombres y llevemos una vida de amor siguiendo el modelo que Jesús nos dejó.

Jesús dijo: "Bienaventurados los mansos y humildes, porque ellos poseerán la tierra”. Los comunistas trataron de conquistar el mundo entero mediante la violencia y el terror. Perdieron, al igual que los regímenes fascistas, que utilizaron los mismos métodos.

Este libro ha sido escrito para mostrar la belleza del camino al amor de Cristo.

 

Richard Wurmbrand

 

6 de enero de 1992

 

CAPITULO UNO

 

LA ÁVIDA SED DE CRISTO DE LOS RUSOS

 

Un ateo encuentra a Dios

 

Fui criado en una familia donde ninguna religión era reconocida. Por lo tanto, en mi niñez no tuve ninguna instrucción religiosa. A los catorce años era ya un convencido y empedernido ateo. Era el lógico resultado de mi amarga niñez. Quedé huérfano a muy temprana edad y conocí la pobreza en aquellos difíciles años de la Primera Guerra Mundial. De allí que, a mis catorce años, fuera un ateo tan convencido como lo son hoy los comunistas. Había leído libros sobre ateísmo y ello no significaba meramente que no creyese en Dios o en Cristo … odiaba esos conceptos por considerarlos perjudiciales a la mente humana. Y así crecí, sintiendo amargura y resentimiento hacia la religión.

Pero, como llegué a entender más tarde, había sido elegido por la gracia de Dios, por razones que no alcanzaba a comprender. Esas razones no tenían nada que ver con mi carácter, pues éste era muy malo.

Aun cuando me consideraba un ateo, algo incomprensible dentro de mí me atraía hacia las iglesias. Me resultaba difícil pasar frente a una iglesia sin sentir necesidad de entrar. No obstante, nunca podía entender lo que sucedía dentro de esos lugares. Escuchaba los sermones, pero éstos no apelaban a mi corazón, y no me sentía ni afectado ni conmovido por ellos. Tenía la absoluta seguridad de que Dios no existía. Aborrecía el concepto errado que tenía de Dios como un amo al que había que obedecer. Sin embargo, mucho me habría agradado saber que en algún rugar en el centro de este universo existiera un corazón de amor. Había conocido tan pocos de los goces de la niñez y la juventud, que anhelaba encontrar en alguna parte un corazón que estuviera latiendo de amor por mí también.

Sabía que Dios no existía, pero me lamentaba que no existiera tal Dios de amor. En cierta oportunidad, movido por este conflicto espiritual interior, entré en una Iglesia Católica. Observé a la gente arrodillada, y me di cuenta que estaban murmurando algo. Pensé, me arrodillaré cerca de ellos y trataré de captar lo que dicen, y repetiré sus oraciones para ver si algo sucede. Rezaban una plegaria a la Santa Virgen: "Ave María, llena eres de gracia". Repetí esas palabras una y otra vez, mirando a la imagen de la Virgen María, pero no sucedió nada lo que me causó gran pesar.

Un día, a pesar de ser un ateo convencido, oré a Dios. Más o menos mi oración fue así: "Dios, tengo el convencimiento absoluto que Tú no existes, pero por si acaso existieras, cosa que dudo, no es mi deber creer en Ti, pero sí es Tu obligación revelarte a mí. Sí, yo era ateo, pero eso no traía paz a mi corazón.

Durante este período de conflicto interior, como lo vine a descubrir más tarde en un pueblito situado en las montañas de Rumania, un carpintero anciano oraba de esta manera: "Mi Dios, te he servido aquí en la tierra y te pido que me des una recompensa tanto aquí como en el délo. La recompensa que quiero es que no muera sin antes haber traído a Ti a un judío, puesto que Jesús era judío. Pero soy pobre y estoy viejo y enfermo, no puedo salir de aquí en busca de uno de ellos, y bien sabes que en este pueblo no vive ninguno. Trae, Señor, un judío hasta acá, y haré todo lo que esté en mí para llevarlo a Cristo".

Algo irresistible me atrajo a ese pueblo. Yo no tenía nada que hacer allá. Existen doce mil pueblos semejantes en Rumania. Sin embargo, yo viajé a ese pueblo. Viendo el car­pintero que yo era judío, me llenó de atenciones como nunca una hermosa muchacha se vio atendida. En mí había visto la respuesta a su oración, y me obsequió una Biblia. Yo había leído muchas veces la Biblia, pero sólo por interés cultural. En cambio, la Biblia que me obsequiara aquel anciano me dio la impresión de ser totalmente diferente. Esta parecía no estar escrita simplemente con letras, sino con las llamas de amor de sus ardientes oraciones. Según me confesó más tarde, él y su esposa habían pasado horas enteras orando por mi conversión y la de mi mujer. Me resultaba difícil leerla, pues sólo atinaba a llorar cuando comparaba mi vida con la vida de Jesús; mis impurezas con su pureza; mi odio con su amor. Más a pesar de eso me aceptó como uno de los suyos.

Al poco tiempo se convirtió mi esposa. Ella atrajo a otras almas a Cristo, las que a su vez atraían a otros a nuestra fe. De esta manera nació una nueva congregación luterana en Rumania.

Entonces llegó el Nazismo. Teníamos mucho que sufrir. El Nazismo tomó la forma de una dictadura de elementos ultra-ortodoxos que persiguieron a los grupos protestantes, además de los judíos.

Aún antes de mi ordenación formal y de que estuviera preparado para el pastorado, era el líder virtual de esta Iglesia recién fundada. Tenía la responsabilidad de ella. Mi esposa y yo fuimos arrastrados varias veces a los tribunales. El terror Nazi fue muy grande, empero era solamente un anticipo de lo que vendría: el Comunismo. Mihai, mi hijito, debió adoptar un nombre no judío para poder escapar de la muerte.

A pesar de todo, la era del Nazismo nos proporcionó una gran ventaja, pues nos enseñó que los golpes físicos podían ser soportados, puesto que el espíritu humano, con la ayuda de Dios, puede sobrevivir a las más horribles torturas. Además nos obligaron a adoptar los métodos del trabajo cristiano en secreto, que nos sirvieron como entrenamiento para la prueba aún más terrible que estaba por venir y que, sin saberlo, ya se aproximaba.

 

Mi ministerio con los rusos

 

El remordimiento de mi pasado ateo me hizo anhelar desde el primer día de mi conversión el testificar de mi fe a los rusos. Ellos son un pueblo criado desde la infancia en el ateísmo. Mis deseos de alcanzar a los rusos para Cristo se han cumplido. Su cumplimiento comenzó en los años del Nazismo, pues había muchos prisioneros de guerra rusos en Rumania, entre los cuales podíamos hacer nuestra obra.

Fue una labor conmovedora y dramática. Jamás olvidaré mi primer encuentro con un prisionero ruso, quien me contó que era ingeniero. Le pregunté si creía en Dios. Si me hubiera dicho "no", no me habría importado tanto, puesto que cada hombre tiene el derecho de creer o no creer. Pero ante mi pregunta si creía en Dios levantó sus ojos sin comprender y me respondió: "Mis superiores militares no me han dado ninguna orden para creer. Si tuviera una orden, creería."

Las lágrimas corrieron por mis mejillas, y sentí como si el corazón se destrozara dentro de mí. Allí, frente a mí, había un hombre cuya mente estaba como muerta. Un hombre que había perdido el don más preciado que Dios concede al ser humano: tener su propia personalidad. Era sólo un instrumento, con el cerebro lavado, en manos de los comunistas, dispuesto a creer o no, según se lo ordenaran. No tenía capacidad para pensar por sí mismo. ¡Era un ruso típico después de tantos años de dominación comunista! Después del impacto de ver lo que el comunismo había hecho con los seres humanos, prometí a Dios dedicar mi vida a esos hombres, para ayudarles a recuperar su personalidad y llevarles a la fe en Dios y en Jesucristo.

No necesité ir a Rusia para alcanzar a los rusos. A partir del 23 de agosto de 1944, un millón de soldados rusos entraron en Rumania, y poco después los comunistas llegaron al poder en nuestro país. Entonces comenzó la horrenda pesadilla, ante la cual el sufrimiento bajo el Nazismo parecía poca cosa.

En ese entonces en Rumania, que ahora tiene diecinueve millones de habitantes, el Partido Comunista tenía solamente diez mil miembros. Sin embargo, Vishinsky, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, irrumpió en la oficina de nuestro muy amado rey Michael I, golpeó en la mesa con los puños, y dijo: "Ud. debe nombrar comunistas para el gobierno." Nuestro ejército y policía fueron desarmados y así, por la violencia, y odiados por casi todos, los comunistas llegaron al poder. Esto sucedió con la pasiva cooperación de los gobernantes ingleses y norteamericanos de aquel tiempo.

Los hombres son responsables ante Dios no solamente por sus propios pecados, sino también por los de su nación. La tragedia de todos los países cautivos constituye una responsabilidad en los corazones de los cristianos ingleses y norteamericanos. Los norteamericanos deben saber que en algunas oportunidades han ayudado, sin darse cuenta, a que los rusos nos hayan impuesto regímenes de terror y muerte. Los norteamericanos deben expiar estas faltas, ayudando a los pueblos cautivos para que llegue hasta ellos la luz de Cristo.

 

El idioma del amor y él idioma de la seducción son la misma cosa

 

Una vez que los comunistas estuvieron en el poder, hábilmente pusieron en práctica sus métodos de seducción para conquistarse la Iglesia. El idioma del amor y de la seducción son idénticos. Tanto el que desea a una joven para hacerla su esposa, como el que sólo la desea para tenerla una noche y después desecharla, dicen: "Te quiero”. Jesús nos enseñó a distinguir entre el lenguaje de la seducción y el del amor, como también a discernir a los lobos con piel de oveja de las verdaderas ovejas.

Cuando los comunistas consiguieron el poder, miles de sacerdotes, pastores y ministros no supieron distinguir entre ambas voces.

Los comunistas convocaron un Congreso de todos los grupos cristianos, en el edificio de nuestro Parlamento. Asistieron unos cuatro mil sacerdotes y pastores que eligieron nada menos que a José Stalin como Presidente Honorario de dicho Congreso. Al mismo tiempo él era el Presidente del Movimiento Mundial Ateo, y un asesino en masa de los cristianos. Uno tras otro, obispos y pastores se levantaron en aquel recinto para declarar que el comunismo y el cristianismo fundamentalmente son lo mismo y que por lo tanto podían coexistir. Un ministro tras otro ensalzó al comunismo y aseguró al nuevo gobierno que podría contar con la lealtad de la Iglesia.

Mi esposa y yo estábamos presentes en ese Congreso. Ella, que estaba sentada cerca de mí, me dijo: "¡Richard, levántate y limpia la cara de Cristo de tanta vergüenza! Están escupiendo en su cara." Le dije: "Si lo hago, pierdes a tu esposo." Ella respondió: "No deseo tener a un cobarde por esposo."

Entonces me levanté y hablé a los congresistas, alabando no a los asesinos de los cristianos, sino a Dios y a Su Hijo Jesucristo, afirmando que nuestra lealtad se debía en primer lugar a Él. Los discursos de aquel Congreso eran difundidos por radio, así es que se pudo escuchar el mensaje de Cristo en todo el país, proclamado desde la misma tribuna del Parlamento Comunista. Después tuve que pagar por semejante temeridad, pero había valido la pena.

Los dirigentes de las Iglesias Protestantes y Ortodoxas competían entre sí en su afán de ceder al comunismo. Un obispo ortodoxo colocó el emblema de la hoz y el marrillo en sus vestiduras eclesiásticas y solicitó a sus sacerdotes que no se dirigieran más a él como "Su Señoría", sino como "Camarada Obispo". En otra oportunidad asistí al Congreso Bautista en el pueblo de Resita, que se efectuó bajo la sombra de la bandera roja, donde todos se pusieron de pie al entonarse el himno nacional de la Unión Soviética. El presidente de los Bautistas declaró que Stalin no hizo más que cumplir con los mandamientos de Dios, y lo alabó como un gran maestro de la Biblia.

Algunos sacerdotes, como Patrascoiu y Rosianu fueron más directos, convirtiéndose en miembros de la Policía Secreta. Rapp, obispo auxiliar de la Iglesia Luterana en Rumania, comenzó a enseñar en el seminario teológico que Dios había dado tres revelaciones: una a través de Moisés, otra a través de Jesús, y una tercera a través de Stalin que superaba aun a la anterior.

Debo aclarar que los verdaderos bautistas, por quienes siento un verdadero aprecio, no estaban de acuerdo y mantuvieron intacta su fe en Cristo, sufriendo mucho a causa de ello. Sin embargo, los comunistas "eligieron" a sus dirigentes y los bautistas no tuvieron más remedio que aceptarlos. La misma condición se mantiene hoy en las altas esferas de dirección religiosa.

Aquellos que se convirtieron en siervos del comunismo en lugar de siervos de Cristo, comenzaron a denunciar a los hermanos que no se unían a ellos.

Así como los cristianos rusos formaron una Iglesia Subterránea después de la revolución rusa, la ascensión al poder del comunismo y la traición de fatuos dirigentes de la Iglesia Oficial nos obligó a fundar también en Rumania una Iglesia Subterránea que fuera fiel a su fe, que predicara el Evangelio y que ganara a los niños para Cristo. Los comunistas prohibieron todo esto y la Iglesia Oficial consintió.

Junto con otros comencé una obra secreta. Exteriormente yo mantenía una posición bastante respetable que nada tenía que ver con mi verdadera obra clandestina, pero que me servía de pantalla para ocultarla. Yo era pastor de la Misión Luterana Noruega y al mismo tiempo era el representante del Consejo Mundial de Iglesias para Rumania, (Cabe destacar que en Rumania no teníamos la más remota idea que esa organización algún día podría cooperar con el comunismo. Por aquel entonces se dedicaba a mantener programas de ayuda en nuestro país.) Estos dos títulos me dieron una buena reputación ante las autoridades, que nada sabían de mi obra clandestina.

La misma tenía dos facetas.

La primera era nuestro ministerio secreto entre el millón de soldados rusos.

La segunda faceta era nuestro ministerio subterráneo al esclavizado pueblo rumano.

 

 

Los rusos un pueblo de almas "sedientas"

 

Para mí, el predicar el Evangelio a los rusos es el cielo en la tierra. Yo he predicado el Evangelio a hombres de muchas naciones, pero nunca he visto a un pueblo tan sediento del Evangelio como los rusos.

Un sacerdote ortodoxo amigo mío me telefoneó un día para comunicarme que un oficial ruso había acudido a él para confesarse. Como él no sabía ruso, y yo en cambio sí, le había dado mi dirección. El hombre vino a verme al día siguiente. El amaba a Dios, aunque nunca había visto una Biblia, ni jamás había asistido a ningún servicio religioso (pues existen muy pocas iglesias en Rusia). No tenía la menor instrucción religiosa, pero amaba a Dios a pesar de no tener ni el más elemental conocimiento de Él.

Comencé a leerle el Sermón de la Montaña y las parábolas de Jesús. Después de escucharlas, en un arranque de alegría se puso a danzar por todo el cuarto, exclamando: "¡Qué maravillosa belleza! ¡Como pude vivir sin saber nada de este Cristo!" Fue la primera vez que vía alguien tan cautivado por la persona de Cristo.

Fue entonces que cometí un error. Le leí acerca de la pasión y crucifixión de Jesús, sin haberlo preparado para ello. Él no lo esperaba, pues cuando escuchó cómo Cristo fue abofeteado, cómo fue crucificado y al fin murió, cayó en un sillón y comenzó a llorar amargamente. ¡Había creído en un Salvador y ahora su Salvador estaba muerto!

Al observarle me sentí avergonzado de llamarme cristiano y pastor, de ser un maestro para los demás y, sin embargo, jamás haber compartido los sufrimientos de Cristo en la forma que este oficial ruso ahora los compartía. Mirándole, me pareció volver a ver a María Magdalena llorando al pie de la cruz; llorando fielmente aun cuando Jesús yacía en la tumba.

Luego le leí la historia de la resurrección. Él no sabía que su Salvador había resucitado de la tumba. Cuando escuchó estas maravillosas nuevas, se golpeó las rodillas profiriendo una palabra bastante grosera, aunque en ese momento la consideré aceptable, y aun quizás "santa". Era su cruda manera de expresarse. Nuevamente se regocijaba, gritando de alegría: "¡Él vive! ¡Él vive!", y danzaba, dominado por la felicidad.

"Oremos", le dije, pero él no sabía orar, a nuestra manera por lo menos. Cayó de rodillas junto a mí, y las palabras que brotaron de sus labios fueron: "¡Oh Dios, qué magnífico eres. Si Tú fueras yo y yo fuese Tú, nunca te habría perdonado Tus pecados. Eres en realidad magnífico y yo te amo de todo corazón!"

Pienso que todos los ángeles en el cielo se detuvieron para escuchar esta sublime oración de un oficial ruso. ¡El hombre había sido ganado para Cristo!

En un negocio encontré a un capitán ruso con una dama que era también oficial del ejército; compraban una gran cantidad de cosas, pero tenían dificultades para hacerse en tender con el vendedor, ya que él no entendía ruso. Me ofrecí para actuar de intérprete para ellos, y trabamos amistad. Los invité a casa para almorzar, y antes de comenzar a comer les dije: "Uds. están en una casa cristiana y nosotros tenemos la costumbre de orar." Oré en ruso. Entonces dejaron los cubiertos sobre la mesa y perdieron el interés en la comida. Comenzaron a hacer pregunta tras pregunta acerca de Dios, de Jesucristo y la Biblia. Ellos no sabían nada.

No fue fácil hablarles. Les narré la parábola de un hombre que tenía cien ovejas y perdió una; pero no me entendieron, porque me preguntaron: "¿Cómo es posible que tenga cien ovejas y que no se las haya quitado la granja colectiva comunista?” Entonces les dije que Jesús es un rey. A esto me contestaron; "Todos los reyes han sido hombres malos que tiranizaban a su pueblo, y Jesús por lo tanto tiene que haber Sido un tirano también''. Cuando les narré la parábola de los obreros de la viña, ellos dijeron: "Bueno, esos hombres hicieron muy bien en rebelarse contra el propietario de la viña. La viña tiene que pertenecer a la granja colectiva." Todo era nuevo para ellos. Al relatarles el nacimiento de Jesús, sus preguntas podrían parecer, en labios de un occidental, una blasfemia: "¿Era María la esposa de Dios?" Fue entonces que comprendí, al discutir con ellos y muchos otros, que para predicarles el Evangelio a los rusos, después de tantos años de comunismo, tendríamos que usar un idioma totalmente nuevo.

Los misioneros que fueron al África Central tuvieron dificultades para traducir las palabras del profeta Isaías: "Si tus pecados fueron rojos como la grana, como la nieve serán emblanquecidos". Nadie, en esa parte de África Central había visto la nieve. Ni siquiera existía la palabra "nieve". Por lo tanto tuvieron que traducir: "Tus pecados serán blancos como la pulpa del coco".

Así también tuvimos que traducir el Evangelio al lenguaje marxista para hacerlo comprensible a ellos. Era algo que no podíamos solos, mas el Espíritu Santo lo hizo a través nuestra

En ese mismo día se convirtieron el capitán y el oficial. Después, ellos nos ayudaron mucho en nuestro ministerio clandestino con los rusos.

Imprimimos y distribuimos en forma secreta muchos miles de Evangelios y otra literatura cristiana entre los rusos. A través de los soldados rusos convertidos pudimos introducir de contrabando muchas Biblias y porciones bíblicas en Rusia.

Usamos otra técnica para hacer llegar copias de la Palabra de Dios a las manos de los rusos. Los soldados rusos habían estado peleando varios años, y muchos de ellos tenían en su patria hijos que no habían visto en todo ese tiempo (Los rusos tienen un gran cariño por los niños). Mi hijo Mihai y otros pequeños, menores de diez años, iban a las calles y parques llevando con ellos muchas Biblias, Evangelios y otra literatura en los bolsillos. Los soldados rusos los acariciaban en la cabeza y les hablaban cariñosamente, pensando en sus propios hijos que no habían visto por tantos años. Luego les daban chocolates o dulces a los niños, quienes, a su vez, les daban algo a cambio: Biblias y Evangelios, que eran aceptados gustosamente. A menudo, lo que era peligroso para nosotros hacer abiertamente, podía ser hecho por nuestros hijos sin ningún riesgo. Eran nuestros "pequeños misioneros" para los rusos. Los resultados fueron excelentes. Muchos soldados rusos recibieron de este modo el Evangelio, que de otra manera no hubiéramos podido darles.

 

Predicando en los cuarteles del ejército ruso

 

Nuestra labor entre los rusos no sólo se limitó a la obra personal, sino que también tuvimos la oportunidad de realizar reuniones con grupos pequeños.

A los rusos les gustaban mucho los relojes. Se lo robaban a cuanta persona encontraban. Aun detenían a las personas en la calle con ese fin, y había que entregárselo. Se les podía ver usando varios relojes al mismo tiempo, preferentemente en los brazos; y aun a las mujeres oficiales con relojes despertadores colgando de sus cuellos. Ellos nunca habían tenido relojes antes, y por eso les parecía que nunca tendrían los suficientes. El rumano que deseara tener un reloj tenía que ir a los cuarteles del Ejército Soviético para comprar uno robado; a menudo adquiría su propio reloj. Así pues era común ver a los rumanos entrar en los cuarteles rusos; y esto nos proporcionó a nosotros, los de la Iglesia Subterránea, un excelente pretexto para ir allí también a comprar relojes.

Elegí la festividad ortodoxa de San Pablo y San Pedro como la primera fecha para ir a los cuarteles rusos. Pretextando querer adquirir un reloj fui a la base militar. Con el fin de ganar tiempo, simulaba rechazar uno por encontrarlo muy caro; otro, por ser muy chico y otro por más grande. Como lógica consecuencia, se juntó a mi alrededor un grupo de soldados que me ofrecieron algo para comprar. En son de broma les pregunté: "¿Alguno de Uds. se llama Pablo o Pedro?" Algunos respondieron afirmativamente. Entonces les dije: "¿Sabían Uds. que hoy es el día en que vuestra Iglesia Ortodoxa honra a San Pablo y San Pedro?" (Algunos de los más viejos lo sabían). Continué: "¿Saben Uds. quiénes eran Pablo y Pedro?" Nadie lo sabía, así es que comencé a contarles acerca de ellos. Uno de los soldados rusos me interrumpió para decirme: "Tú no has venido a comprar relojes. Has venido para hablarnos de la fe. ¡Siéntate aquí y háblanos!, pero ¡ten cuidado! Sabemos de quienes tenemos que cuidamos. Cuando coloque mi mano en tu rodilla deberás hablar solamente de relojes. Cuando la retire puedes continuar con tu mensaje." Tenía ya junto a mí a un grupo bastante numeroso de soldados, a los que seguí contándoles acerca de Pablo y Pedro, y en especial acerca de Cristo por quien ellos murieron. Al acercarse de cuando en cuando alguno en quien no tenía confianza, el soldado ponía su mano sobre mi rodilla y de inmediato comenzaba a hablar acerca de los relojes. Tan pronto éste se alejaba, volvía a predicarles de Cristo.

Con la ayuda de soldados rusos cristianos, pude repetir esta visita muchas veces. Muchos de sus camaradas encontraron a Jesús, y miles de Evangelios fueron repartidos secretamente.

Lamentablemente, muchos de nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia Subterránea que fueron sorprendidos en estas actividades, fueron brutalmente flagelados. No obstante, jamás traicionaron nuestra organización.

Durante esta labor, tuvimos el gozo de conocer a hermanos de la Iglesia Subterránea rusa, como también escuchar sus experiencias. En primer lugar, pudimos apreciar en ellos lo que convierte a los hombres en grandes santos. Habían pasado a través de tantos años de adoctrinamiento comunista. Algunos incluso habían estado en las universidades comunistas; y sin embargo, al igual que el pez que vive en aguas saladas pero que mantiene dulce su carne, así también ellos habían pasado a través de las escuelas comunistas manteniendo sus almas limpias y puras en Jesucristo.

¡Estos rusos cristianos tenían almas tan preciosas! Nos manifestaban: "Sabemos que la estrella con la hoz y el martillo que usamos en nuestras gorras es la estrella del Anticristo”, y lo decían con gran tristeza. Su ayuda nos fue inapreciable para poder extender el Evangelio entre otros soldados rusos.

Ellos poseían todas las virtudes cristianas, menos el gozo. Lo demostraban solamente en el momento de la conversión, pero luego desaparecía. Como esto no dejara de extrañarme, un día le pregunté a uno de ellos, un bautista: "¿Cómo es posible que Uds. no conozcan el gozo?" Me contestó: "¿Cómo puedo yo estar gozoso cuando tengo que esconder del pastor de mi Iglesia el hecho de ser un ferviente cristiano, que dedico tiempo a la oración y trato de ganar almas para Cristo? El pastor de mi iglesia es un delator de la Policía Secreta. Somos espiados el uno por el otro, y son los pastores quienes traicionan a sus rebaños. El gozo de la salvación existo en lo más profundo de nuestro corazón, pero esa manifestación externa del gozo que Uds. poseen no podemos mostrarla nunca más."

"El cristianismo ha llegado a ser dramático para nosotros. Cuando Uds., que son cristianos Ubres, ganan un alma para Cristo, ganan un miembro para sus iglesias, que lleva una plácida existencia. Pero cuando nosotros ganamos a un hombre sabemos que éste puede ser encarcelado, y que sus lujos pueden quedar huérfanos. El gozo de conquistar un alma para Cristo se mezcla con el sentimiento de que hay un precio que es necesario pagar."

Habíamos encontrado un tipo de cristiano enteramente diferente: el cristiano de la Iglesia Subterránea.

Aquí también hallamos muchas sorpresas.

Así como hay muchos que creen que son cristianos, y en realidad no lo son, así entre los rusos encontramos a muchos que se dicen ateos y que en verdad no lo son.

Conversamos con un matrimonio ruso, ambos escultores. Cuando les hablé de Dios, me contestaron: "No, Dios no existe. Nosotros somos 'Bezboshniki' ateos. Pero permítanos contarle una curiosa experiencia que nos sucedió.

"Una vez, mientras esculpíamos una estatua de Stalin, mi esposa me preguntó: 'Querido, ¿qué piensas de los pulgares? Si no pudiésemos oponer el pulgar a los otros dedos, si los dedos de la mano fuesen como los de los pies, no podríamos sostener el martillo, un mazo, o cualquier otra herramienta, un libro o aun un trozo de pan. La vida humana sería imposible sin el dedo pulgar. Dime ahora, ¿quién hizo el pulgar? Ambos aprendimos el marxismo en la escuela y sabemos que el cielo y la tierra no fueron creados por Dios, sino que existen por sí mismos, pues así lo hemos aprendido y así lo creemos. Si Dios no ha creado el cielo y la tierra, pero solamente hubiese creado el pulgar, por esa pequeña cosa debería ser aclamado.

"Nosotros elogiamos a Edison, a Bell y a Stephenson por haber inventado la bombilla o lámpara de luz eléctrica, el teléfono y el ferrocarril. ¿No deberíamos entonces elogiar al que inventó el dedo pulgar? Si Edison no hubiese tenido ese dedo no podría haber inventado nada. Si aceptamos que Dios creó el dedo pulgar es justo que lo elogiemos por ello'."

El marido se enojó mucho, cosa que a menudo ocurre con los maridos cuando sus esposas dicen algo acertado. "¡No hables tonterías! Has aprendido que no hay Dios. Por otra parte, nunca podremos estar seguros que no hay en esta casa algunos micrófonos ocultos que nos puedan acarrear problemas. Convéncete de una vez por todas que no hay nadie en el cielo. Dios no existe."

Ella replicó: "Esto es aún más asombroso. Si en el cielo estuviera el Dios Omnipotente, en el cual estúpidamente creían nuestros antepasados, sería natural que tuviéramos pulgares. Un Dios Todopoderoso puede hacerlo todo, por lo tanto le sería fácil hacer también los pulgares. Sin embargo, si en el cielo no hay nadie, por mi parte estoy dispuesta a alabar desde el fondo de mi corazón a ese "Nadie" que ha hecho los pulgares."

Por lo tanto, ¡se convirtieron en adoradores de ese "Nadie"! Su fe en este "Nadie" aumentó con el tiempo y creyeron en Él no solamente como el creador de los pulgares, sino de las estrellas, las flores, los niños, y todas las cosas bellas de la vida.

Así se repetía lo sucedido en Atenas, cuando San Pablo encontró a los adoradores del "Dios desconocido''.

Esta pareja se sintió inmensamente feliz al decirles que sus creencias eran correctas, que en el cielo realmente hay "Alguien", Dios que es Espíritu: espíritu de amor, sabiduría, verdad y poder; que los amó tanto que envió a Su Hijo unigénito para morir por ellos en la cruz.

Hasta ese momento habían creído en Dios, sin siquiera saberlo. Tuve el gran privilegio de llevarles un paso más adelante a la experiencia de la salvación y redención.

Cierto día vi a una oficial rusa en la calle. Me acerqué a ella y le dije: "Comprendo que es mala educación dirigirse a una dama a quien no se conoce, pero yo soy pastor y mis intenciones son honestas. Deseo hablarle de Cristo."

Me preguntó: "¿Ama Ud. a Cristo?" Le contesté: "Sí, desde lo más profundo de mi corazón”. Entonces ella me abrazó y besó una y otra vez. Era una situación bastante embarazosa, siendo yo pastor, así que, con la esperanza que los transeúntes nos creyeran parientes, la besé también. Ella exclamó: "¡Yo amo a Cristo también!"

La llevé a mi casa, y allí descubrí para mi asombro que ella no sabía nada de Cristo, absolutamente nada, excepto el nombre. Y sin embargo le amaba. No tenía idea que Él era el Salvador, ni tampoco sabía el significado de la salvación. Ignoraba dónde y cómo Él había vivido y muerto. No conocía Sus enseñanzas, Su vida o Su ministerio. Para mí ella era una curiosidad psicológica. ¿Cómo se puede amar a alguien, de quien sólo se conoce el nombre?

Cuando se lo pregunté, me explicó: "De niña me enseñaron a leer por medio de grabados. La "a" era una abeja, la "b" era una bandera, la “c” una campana, y así sucesivamente. Cuando ingresé a la escuela secundaria, se me enseñó que era deber sagrado defender la patria comunista. Además se me enseño la moral comunista, pero yo no sabía qué era un "deber sagrado" o "moral"; necesitaba un grabado para esto.

Sabía que mis antepasados habían tenido un cuadro que representaba todo lo que era bello, digno de elogio, y verdadero en la vida. Mi abuela siempre se inclinaba delante de él, diciendo que ese cuadro representaba a un hombre llamado 'Cristos' (Cristo). ¡Yo amaba ese nombre, y llegó a ser tan real para mí, que el sólo pronunciarlo me llenaba de gozo!"

Escuchándola recordé que en la epístola a los Filipenses se dice que al nombre de Jesús se doblará toda rodilla. Quizás el Anticristo llegue a poder borrar del mundo por algún tiempo el conocimiento de Dios. No obstante, el sólo nombre de Jesús encierra gran poder y conducirá a la luz.

Con gran gozo ella encontró a Cristo en mi hogar, y ahora Aquel cuyo nombre amaba moraba en su corazón.

Cada una de las circunstancias que vivía con los rusos estaba llena de poesía y de un profundo significado.

Una hermana que difundía el Evangelio en las estaciones del ferrocarril, dio mi dirección a un oficial que demostró interés.

Una tarde llegó a mi casa. Era un teniente ruso, alto y de buen parecer.

Le pregunté: "¿En qué puedo servirle?" Me contestó: "He venido buscando la luz." Comencé a leerle las partes más esenciales de las Sagradas Escrituras, y entonces colocó su mano sobre la mía y dijo: "Le ruego con todo mi corazón no me conduzca al error. Pertenezco a un pueblo mantenido en la oscuridad. Por favor, dígame. ¿Es esta la auténtica Palabra de Dios?" Le aseguré que así era. Me escuchó por horas y aceptó al Señor Jesús como su Salvador.

En materia de religión no hay nada de superficial en los rusos. Ya sea que luchen en contra de ella o estén a su favor, buscando a Cristo, ponen siempre toda su alma en ello. Por esta razón en Rusia cada cristiano es un misionero, ganador de almas. A esto se debe que no haya en el mundo otro país tan maduro y fructífero para el evangelismo. Los rusos son por naturaleza uno de los pueblos más religiosos de la tierra. El curso del mundo puede ser cambiado radicalmente si nos Ocupamos activamente de darles el Evangelio.

Es trágico que esta tierra de Rusia y su pueblo estén tan hambrientos de la Palabra de Dios y que sin embargo parezca como si todos los hayan olvidado o descartado.

En un tren un oficial ruso iba sentado frente a mí. Le había hablado de Cristo sólo unos pocos minutos, cuando él me interrumpió con una verdadera ola de argumentos ateos. Marx, Stalin, Voltaire, Darwin y otras citas contrarias a la Biblia fluyeron de su boca. No me daba oportunidad para contradecirle. Habló durante casi una hora para convencerme que no había Dios. Cuando terminó le pregunté: "Si no hay Dios, ¿por qué reza Ud. cuando tiene problemas?" Reaccionó como un ladrón sorprendido robando, y me contestó: "¿Cómo sabe que rezo?" No le permití que se escapara. "Yo le hice una pregunta a Ud. primero. Le pregunté ¿por qué reza? Por favor, ¡contésteme!" Inclinó su cabeza y reconoció: "En el frente de batalla, cuando los alemanes nos rodeaban, todos rezábamos. No sabíamos cómo hacerlo, sólo atinábamos a decir: 'Dios y espíritu maternal' "en realidad, ante los ojos de Aquel que escudriña los corazones, estoy seguro que era es una buena oración. Nuestro ministerio con los rusos ha dado mucho fruto. Recuerdo a Piotr (Pedro). Nadie sabe en qué prisión rusa murió. ¡Era tan joven! Tendría quizás unos 20 años. Llegó a Rumania con el ejército ruso. Se convirtió en una reunión secreta y me pidió que lo bautizara.

Después del bautismo le pregunté cuál era el versículo de la Biblia que más le había impresionado y había influido en el para venir a Cristo.

Dijo que había escuchado atentamente cuando en una de nuestras reuniones secretas yo había leído en el capítulo 24 de Lucas la historia de Jesús que encontró a los dos discípulos que iban hacia Emaus. Cuando estaban cerca del pueblo, "Hizo como que iba más lejos". Piotr dijo: "Me preguntó por qué Jesús dijo eso. No había duda que deseaba estar con sus discípulos. ¿Por qué, pues, dijo que deseaba ir más lejos?" Le expliqué que Jesús es cortés. Quería tener la seguridad de ser bien recibido. Al darse cuenta que así era, entró gozosamente a la casa con ellos. Los comunistas son descorteses. Procuran penetrar por la violencia dentro de nuestros corazones y mentes. Nos obligan a escucharles desde la mañana hasta la noche. Lo hacen a través de sus escuelas, radio emisoras, periódicos, revistas, carteles, películas, y reuniones ateas. Hay que escuchar continuamente su propaganda atea, quiérase o no. Jesús, en cambio, respeta nuestra libertad. Golpea suavemente a la puerta. Jesús me ha ganado por su cortesía" dijo Piotr. Este evidente contraste entre el comunismo y Cristo lo había convencido.

El no ha sido el único ruso que se impresionó por esta faceta del carácter de Jesús (Yo, como pastor, jamás había pensado en ello de esta manera.

Después de su conversión, Piotr arriesgó muchas veces su libertad y aun su vida, por pasar de contrabando literatura y ayuda de la Iglesia Subterránea rumana y rosa. Finalmente fue apresado. Sé que en 1959 todavía estaba en la cárcel ¿Ha muerto? ¿Está ya en el cielo o continúa la buena batalla en la tierra? No lo sé. Sólo Dios sabe dónde se encuentra hoy.

Al igual que él muchos otros no sólo se convirtieron. Nunca deberíamos detenemos en nuestra obra, al ganar un alma para Cristo. Sólo hemos hecho la mitad del trabajo. Cada alma ganada para Cristo debe ser transformada en un ganador de almas. Los rusos no solamente se convertían, sino que llegaban a ser "misioneros" en la Iglesia Subterránea. En su trabajo por Cristo, actuaban con valor y temeridad, siempre aclarando que era tan poco lo que podían hacer por Cristo, en vista de que Él murió por ellos.

 

 

Probablemente los occidentales han oído del empleo del "lavado de cerebro" en la guerra de Corea y ahora en Vietnam. Yo pasé a través de esta experiencia personalmente. Es la tortura más horrible.

Durante años se nos obligó por diecisiete horas al día a escuchar lo siguiente:

¡El Comunismo es bueno!

¡El Comunismo es bueno!

¡El Comunismo es bueno!

¡El Cristianismo es estúpido!

¡El Cristianismo es estúpido!

¡El Cristianismo es estúpido!

¡El Cristianismo es estúpido!

¡Déjelo!

¡Déjelo!

¡Déjelo!

¡Déjelo!

 

Diecisiete horas al día—por semanas, meses y años.

Muchos cristianos me han preguntado cómo pude resistir el lavado de cerebro. Existe un sólo método de resistencia: el "lavado de corazón". Si su corazón está limpiado por el amor de Jesucristo, y en él hay amor hacia Él, Ud. puede resistir cualquier tortura. ¿Qué no haría una novia amorosa por su prometido? ¿Qué no haría una madre amante por su hijo? Si Ud. ama a Cristo, como lo hizo María, quien tuvo en sus brazos a Jesús cuando era bebé; Si Ud. ama a Jesús como una novia ama a su prometido, entonces puede resisto tales torturas.

Dios no nos juzgará por lo que fuimos capaces de soportar, sino por lo que fuimos capaces de amar. Puedo testificar y declarar que los cristianos en las prisiones comunistas fueron capaces de amar. Ellos podían amar a Dios y a los hombres.

Las torturas y brutalidades en la cárcel continuaron- sin cesar. Cuando caía inconsciente o estaba demasiado confuso para poder dar alguna esperanza de confesión a mis torturadores, era devuelto a mi celda. Allí quedaba, tendido solo y medio muerto hasta lograr recuperar algo de mi energía, para poder comenzar de nuevo su labor conmigo. Muchas morían en estas circunstancias, pero en mi caso, sin saber cómo ni por qué, siempre lograba recuperar algo de mis fuerzas. En los años siguientes, a mi paso por varias diferentes cárceles me quebraron cuatro vértebras y muchos otros huesos. Me cortaron, quemaron, y me causaron pro fundas heridas en diferentes partes del cuerpo que me dejaron dieciocho cicatrices permanentes.

En Oslo, los médicos que me examinaron y vieron esas cicatrices y los restos de la tuberculosis pulmonar que sufriera a causa de tan prolongado martirio, declararon que el hecho de estar vivo hoy, constituía ni más ni menos que un milagro. De acuerdo a sus conocimientos y sus libros médicos, yo debería haber muerto hace muchos años. Sé muy bien que es un milagro. Es que Dios es un Dios de milagros.

 

Breve libertad Nuevo arresto

 

Llegó el año 1956. Ya hacía ocho años y medio que estaba en la cárcel. Había perdido mucho peso, porque se me privaba de comida, pero había ganado muchas cicatrices a raíz de haber sido brutalmente flagelado y golpeado. Además había sido objeto de burlas, amenazas, interrogatorios hasta el cansando, y abandono. Nada de eso dio los resultados que mis captores esperaban. Profundamente descorazonados, por una parte, y preocupados, por otra, por las protestas que mi prisión suscitaba, me pusieron en libertad.

Se me permitió volver a mi antiguo puesto en la iglesia, pero por sólo una semana. Alcancé a predicar dos sermones; luego me llamaron para advertirme que no podría seguir pre dicando ni tomar parte en ninguna actividad religiosa. ¿Qué había dicho? Yo había aconsejado a mis feligreses que tu vieran "paciencia, paciencia y más paciencia. "Eso significa que Ud. está diciendo que tengan paciencia, pues los americanos vendrán a libertarlos", me gritó la policía. Yo también había dicho que tal como la rueda gira, los tiempos cambian.

"Ud. les está diciendo que el gobierno comunista dejaré de existir, y esas son calumnias contrarrevolucionarias", me gritaron de nuevo. Y ese fue el fin de mi ministerio público.

Probablemente las autoridades creyeron que yo tendría temor de desafiar sus órdenes y volver a mi evangelización subterránea. Estaban muy equivocados en eso. Secretamente regresé a mi trabajo anterior, con el apoyo de mi familia.

Volví a testificar ante grupos de fieles que se mantenían ocultos, yendo y viniendo como un fantasma, bajo la protección de quienes podía confiar. Tenía ahora mis cicatrices para darle mayor fuerza a mi mensaje respecto a la maldad de la forma de pensar atea, y para alentar y estimular las almas que Saqueaban, a confiar en Dios y ser valientes. Yo dirigía una red secreta de evangelistas que se ayudaban mutuamente para difundir el Evangelio bajo las propias narices de los comunistas. Después de todo, si el hombre en su ceguera no es capaz de ver la mano de Dios obrando en lo que le rodea, menos podrá ver la de un evangelista.

Finalmente el incesante interés de la policía por conocer mis actividades y movimientos dio resultados. Fui descubierto una vez más y vuelto a detener. Es posible que la publicidad que se dio a mi caso haya tenido algo que ver con el hecho de que por alguna razón mi familia no fue arrestada conmigo. Había estado ocho años y medio en la cárcel y después de tres años de relativa libertad volvía a la cárcel por otros cinco años y medio.

Mi segundo período fue mucho peor en muchos aspectos que el primero.

Mi condición física empeoró casi inmediatamente. No obstante, el trabajo oculto de la Iglesia Subterránea continuó en la clandestinidad de las prisiones comunistas.

 

Hicimos un acuerdo: nosotros predicábamos y ellos nos golpeaban

 

Estaba estrictamente prohibido predicar el Evangelio a Otros reclusos. De antemano se sabía que el que fuera sorprendido haciéndolo, sería brutalmente flagelado. Varios de nosotros decidimos pagar ese precio a cambio del privilegio de predicar, y aceptamos por ello sus condiciones. Fue un acuerdo tácito: Nosotros predicábamos y ellos nos golpeaban. Nosotros éramos felices predicando; ellos lo eran golpeándonos. De esta manera todos estábamos satisfechos.

La escena siguiente sucedió más veces de las que puedo recordar: Un hermano estaba predicando a los otros reclusos, cuando los guardias entraron sorpresivamente interrumpiéndolo en la mitad de una frase. Lo arrastraron fuera, llevándoselo a lo largo del corredor hasta la pieza que usaban como cámara de torturas. Después de lo que parecía ser un castigo Interminable lo trajeron de vuelta y lo lanzaron sangrante y magullado al suelo del calabozo. Se alzó lentamente, se arreglo las ropas y dijo: "¿Qué estábamos diciendo, hermanos, cuan do fuimos interrumpidos?", y continuó ¡predicando! He visto cosas maravillosas!

A veces los predicadores eran simples laicos. Hombres comunes inspirados por el Espíritu Santo, que a menudo predicaban maravillosamente. Ponían todo el corazón en sus palabras, pues predicar en esas condiciones punitivas no era cosa para ser tomada a la ligera. Pronto aparecerían nuevamente los guardias, quienes se llevaban al predicador para golpearlo hasta dejarlo medio muerto.

En la cárcel de Gherla un cristiano llamado Grecu fue sentenciado a morir a golpes. La sentencia fue cumplida a través de un lento procedimiento que duró varias semanas. Se le daba un solo golpe con una cachiporra de goma en la planta de los pies. A los pocos minutos se le volvía a golpear en la misma forma, y después de unos momentos recibía otro golpe. De igual manera fue golpeado en los testículos. Luego un doctor le aplicaba una inyección. Una vez que se recobraba, se le daba muy buena comida para restaurar sus fuerzas, y entonces era vuelto a golpear, hasta que por fin murió a consecuencia de ese lento pero cruel trato. Uno de los que llevó a cabo esta tortura, llamando Reck, era miembro del Comité Central del Partido Comunista.

En ciertos momentos Reck repetía al prisionero ciertas palabras que los comunistas solían decir a los cristianos: "Yo soy Dios. Tengo sobre ti poder de vida o muerte. Ese que está en el cielo no puede decidir esto. Todo depende de mí. Si así lo quiero, puedes vivir; pero también si quiero te matamos. ¡Yo soy Dios!" Así se burlaba de los cristianos. En tan horrible situación nuestro hermano Grecu dio a Reck una respuesta muy acertada.

En tan horrible situación nuestro hermano Grecu dio a Reck una respuesta muy acertada, que supe después por Reck mismo. Le dijo: "Ud. no sabe la verdad que ha dicho. Ud. es un dios. Cada gusano es potencialmente una mariposa, y llegará a serlo si se desarrolla perfectamente. Ud. no fue creado para ser un verdugo, un asesino; Ud. fue creado para llegar a ser semejante a Dios. Jesús en su tiempo dijo a los judíos: Uds. son dioses. La vida de Dios Padre está en su corazón. Muchos que han sido igual que Ud., muchos perseguidores como el Apóstol Pablo, en cierto momento de su vida han descubierto que es vergonzoso para el hombre cometer atrocidades, cuando puede hacer cosas mucho mejores. Así se han transformado en copartícipes de la Naturaleza Divina. Créame, Sr. Reck, su verdadera vocación es ser un dios, semejante a Dios, y no un torturador.

En ese momento Reck no prestó mucha atención a las palabras de su víctima, tal como Saulo de Tarso no le dio importancia al hermoso testimonio de Esteban, que fue asesinado en su presencia. Pero aquellas palabras comenzaron a trabajar en su corazón, y Reck comprendió más tarde cuál era su verdadera vocación.

Una magnifica lección que aprendimos de las flagelaciones, torturas y carnicerías de los comunistas fue que el espíritu es el amo del cuerpo. A menudo, cuando éramos torturados, sentíamos el castigo, pero éste parecía como algo distante y alejado del espíritu, que estaba como sumergido en la consideración de la gloria de Cristo y su presencia en nosotros.

Junto con la inmunda sopa que se nos proporcionaba diariamente, una vez a la semana se nos daba un trozo de pan. Decidimos ofrendar nuestro "diezmo", aun en tales circunstancias. Cada diez semanas, uno de nosotros daba ese pan a uno de nuestros hermanos más debilitados, como "diezmo" al Maestro. Un cristiano fue sentenciado a muerte. Antes de que fuera ejecutado se le permitió ver a su esposa. La despidió con estas palabras: "Debes saber que muero amando a los que me matan. No saben lo que hacen. Lo último que te pido es que tú también los ames. No les guardes rencor en tu corazón porque matan a quien amas. Nos encontraremos otra vez en el cielo." Estas palabras impresionaron profundamente al funcionario que presenció aquel último encuentro, que me las repitió algún tiempo después en la prisión, donde él era uno más entre los nuestros, pues se había convertido.

En la prisión de Tirgo-Ocna había un joven prisionero llamado Matchevici, a quien habían encarcelado a los 18 años. Debido a las torturas, la tuberculosis había hecho presa de su cuerpo. De algún modo su familia llegó a conocer su grave estado de salud y le envió cien frascos de estreptomicina que representaban la diferencia entre la vida y la muerte. El Comisario Político de la prisión ordenó traerlo a su presencia y mostrándole el paquete le dijo: "Aquí tengo el remedio que puede salvarte la vida, pero tú no puedes recibir encomiendas enviadas por tu familia. Personalmente, me agradaría ayudarte, pues eres muy joven y no me gustaría verte morir aquí en la cárcel. ¡Ayudémonos mutuamente! Dame los informes que te pido relacionados con las actividades de tus compañeros aquí en la cárcel, y así podré justificar ante mis superiores el entregarte el paquete."

Matchevici no demoró en responder: No quiero permanecer vivo y tener vergüenza de mirarme en el espejo por estar viendo allí reflejada la cara de un traidor. No puedo aceptar sus condiciones; prefiero morir." El funcionario le estrechó la mano, diciéndole: "Te felicito, no esperaba otra respuesta de parte tuya. Pero deseo hacerte otra proposición. Algunos de los presos son informantes nuestros. Alegan ser comunistas, y los denuncian a Uds. Esos hombres juegan un doble papel y no tenemos ninguna confianza en ellos. Quisiéramos saber hasta qué punto son sinceros. Para Uds. son traidores que les causan mucho daño con sus informaciones. Comprendo que no quieras traicionar a tus camaradas, pero proporciónanos los datos que te solícito y podrás ¡salvar tu vida!” Matchevici le respondió con la misma prontitud de antes: "me considero un discípulo de Cristo. Él nos enseñó a amar a nuestros enemigos. Quienes nos traicionan nos causan un inmenso daño, pero no puedo devolver mal por mal, les tengo mucha lástima y ruego a Dios por ellos; pero no quiero tener nada que ver con los comunistas." Después de su entrevista con el Comisario Político, Matchevici regresó a la misma celda que compartía con nosotros. Lo vi morir alabando a Dios. El amor fue aun más poderoso que el ansia de vivir.

Si un hombre pobre es un gran amante de la música, está dispuesto a dar hasta su último cobre por escuchar un concierto. Aunque por ello se quede sin dinero, no se siente frustrado, pues ha escuchado cosas maravillosas.

No me siento frustrado por haber perdido tantos años en la prisión, donde he visto cosas maravillosas. Yo mismo he sido entre los más insignificantes y débiles en la cárcel, pero he tenido el privilegio de vivir con grandes santos, héroes de la fe, comparables a los cristianos de los primeros siglos, que estaban dispuestos a morir por Cristo. La belleza espiritual de estos hombres no puede ser descrita.

Las cosas que relato aquí no han sido excepcionales. Por el contrario, lo sobrenatural se ha transformado en natural para los cristianos de la Iglesia Subterránea.

La Iglesia Subterránea es la Iglesia que ha vuelto a su primer amor.

Antes de caer en prisión yo amaba a Cristo. Hoy, después de haber visto a la "Novia de Cristo"—su Cuerpo Espiritual —en la prisión, puedo decir que amo a la Iglesia Subterránea tanto como amo a Cristo mismo. He visto su belleza y espíritu de sacrificio.

 

Lo que le sucedió a mi esposa y a mi hijo

 

Fui separado de mi esposa. Ignoraba lo que podía haberle sucedido después de mi arresto. Sólo después de muchos años vine a saber que también había sido detenida. Las mujeres cristianas sufren mucho más que los hombres en la cárcel. Las jóvenes han sido violadas por los guardias. La mofa, el escarnio y la obscenidad son espantosos. Se les obligaba a trabajos forzados en la construcción de un canal, exigiéndoles el mismo rendimiento que a los hombres. Prostitutas eran nombradas capataces, y en su afán de maltratar a las cristianas competían entre sí. Mi esposa ha tenido que comer hierba para poder sobrevivir. Ratas y culebras eran devoradas por aquellas desdichadas y hambrientas mujeres. Una de las diversiones favoritas de los guardias, en los domingos, consistía en arrojar al Danubio a las mujeres para luego sacarlas en medio de las risotadas, mofándose de sus cuerpos mojados, para volver a lanzarlas de nuevo vez tras vez. Mi esposa fue arrojada al Danubio en la misma forma.

Mi hijo quedó vagando por las calles cuando sus padres fueron detenidos. Desde muy niño Mihai había sido muy religioso y se interesaba en las cosas de la fe. Luego, al quedar solo, a la edad de 9 años, pasó por una crisis en su vida cristiana. Se convirtió en un ser amargado e inseguro de su religión. A esa edad tenía problemas que generalmente otros niños no conocen. Debía pensar en la manera de poder ganarse la vida.

Como era un crimen ayudar a las familias de los mártires cristianos, dos damas que lo ayudaban fueron arrestadas y flageladas tan brutalmente que, hasta hoy, después de quince años, aún están inválidas. Una señora que arriesgó su vida para dar alojamiento a Mihai fue sentenciada a ocho años de cárcel, por haber concedido ayuda a familiares de los recluidos. Le sacaron los dientes a puntapiés. Le quebraron los huesos, y nunca más podrá trabajar. También ella será una inválida toda su vida.

 

"¡Mihai, cree en Jesús!”

 

A los once años Mihai comenzó a ganarse la vida como obrero. Los sufrimientos habían producido cierta vacilación en su fe. Pero dos años después del encarcelamiento de mi esposa, le fue permitido visitarla. Fue a la cárcel comunista donde se encontraba y por fin la vio, detrás de las rejas de hierro. Estaba sucia, delgada, con las manos encallecidas, y vestía un raído uniforme carcelario. El niño casi no la reconoció. Sus primeras palabras fueron: "¡Mihai, cree en Jesús!” Enfurecidos, los guardias la separaron de Mihai y se la llevaron. Lloró al ver a su madre arrastrada por el suelo. Ese minuto fue el instante de su conversión. Comprendió que, si Cristo puede ser amado aun bajo tales circunstancias, Él es el verdadero Salvador. Dijo más tarde al respecto: "Si el cristianismo no tuviera en su favor ningún otro argumento, salvo el que mi madre crea en Él, eso es suficiente para mí." Aquel fue el día en que aceptó a Cristo de todo corazón.

En la escuela debía mantener una constante lucha por su existencia. Era un buen alumno, y como recompensa se le obsequió una corbata roja, símbolo de membresía de los Jóvenes Pioneros Comunistas. Con valentía afirmó: "Jamás usaré la corbata de los que arrojaron en prisión a mis padres". Esto significó la expulsión de aquella escuela. Después de perder un año, volvió a ingresar en ella, ocultando el hecho de ser hijo de presos cristianos.

Más tarde, debió escribir una composición contraria a la Biblia. Lo que escribió fue: "Los argumentos en contra de la Biblia no tienen fuerza, y sus citas son falsas. No hay duda que el profesor jamás la ha leído. La Biblia está en armonía con la ciencia." Nuevamente fue expulsado, lo que significó perder dos años de estudio.

Finalmente se le permitió ingresar al Seminario, donde se le enseñó la "Teología Marxista". En este Seminario todo se explicaba de acuerdo a las normas de Karl Marx. Mihai pro testaba públicamente de esto. Otros estudiantes se le unieron en su protesta, lo que dio como resultado una nueva expulsión, sin que pudiera terminar sus estudios.

Cierta vez, en la escuela, cuando un profesor daba una charla atea, mi hijo se levantó y le contradijo, haciéndole notar la responsabilidad que asumía al conducir a tantos Jóvenes el error. La clase entera se puso de su lado. Sólo se necesitaba que tuviese el valor de protestar, para que los demás se le unieran. Para poder educarse, constantemente trataba de ocultar el hecho de ser hijo de Wurmbrand, el preso cristiano. Sin embargo, varias veces fue descubierto, volviéndose a repetir la escena ya familiar. Era llamado a la oficina del rector, para ser expulsado.

Mihai también sufrió mucho a causa del hambre. En los países comunistas no es raro que los familiares de los "presos cristianos vivan prácticamente al borde de la muerte por Inanición, ya que es un delito contra el Estado ayudarles.

A propósito de esto les relataré solamente un caso de los muchos que conozco personalmente. Un hermano fue encar celado a causa de sus labores en la Iglesia Subterránea. Sus seis hijos y su esposa quedaron abandonados. Sus dos hijas mayores, de 17 y 19 años, respectivamente, no pudieron obtener trabajo. En los países comunistas el único que da trabajo es el Estado, y éste no lo proporciona a los hijos de los "criminales'' cristianos. ¡Les ruego que no juzguen esta historia desde el habitual punto de vista moral; acepten sola mente los hechos! Las dos hijas de ese mártir cristiano, también cristianas se prostituyeron para mantener a sus hermanos menores y a su madre enferma. El hermano, de catorce años, enloqueció al saberlo y hubo que internarlo en un manicomio.

Años después volvió el padre al hogar y al conocer lo sucedido rogó al cielo: "¡Dios mío, llévame nuevamente a la cárcel; no puedo soportar todo esto!" Su oración fue escuchada y nuevamente está en prisión por el crimen de haber testificado sobre Cristo a los niños. Sus hijas ya no son prostitutas, se les ha proporcionado trabajo, al aceptar convertirse en informantes de la policía. Como hijas de un mártir cristiano se les recibe con honor en los hogares. Todo lo que escuchan lo repiten a la Policía Secreta. No se limite Ud. a decir que todo esto es horrible e inmoral Por supuesto que lo es, pero pregúntese a sí mismo si Ud. no tiene parte de culpa en estas tragedias, y que tales familias cristianas sean abandonadas, sin ayuda de Uds. que son libres.

 

 

 

CAPITULO TRES

RESCATE Y LIBERACIÓN PARA LA OBRA EN EL OCCIDENTE

 

Pasé catorce años en prisión. Durante todo ese tiempo jamás vi una Biblia o ningún otro libro. Me había olvidado cómo escribir. A causa del hambre espantosa, las drogas y las torturas, me había olvidado de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, precisamente el día en que cumplía catorce años de cárcel, vino a mi mente el versículo: "Sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días porque la amaba," y recordé como mego había servido otros siete años más con gusto, ¡un total de 14 años!

Poco tiempo después fui puesto en libertad, gracias a una Amnistía General que se concedió en el país, en la que mucho tuvo que ver el peso de la opinión pública norte americana.

Volví a ver a mi esposa otra vez. Me había aguardado esperanzada por espacio de catorce años.

Comenzamos nuestra nueva vida en medio de una extrema pobreza, porque cuando alguien es detenido se le quita absolutamente todo cuanto posee.

A los sacerdotes y pastores que recuperaban su libertad les era permitido obtener pequeñas iglesias. Se me entregó una de éstas en el pueblo de Qrsova. El Departamento Comunista de Cultos me dijo que la iglesia tenía treinta cinco miembros, advirtiéndome que jamás podría aumentar ese número a ¡treinta y seis! Asimismo se me dijo que me debía convertir en Agente de la Policía Secreta, informándoles de las actividades de cada miembro; y asegurarme de que la juventud no se acercaba a la iglesia. De esta manera los comunistas usan a la Iglesia como un medio de control.

Sabía que si comenzaba a predicar, muchos vendrían a escuchar. Por esta razón, ni siquiera intenté trabajar en esa iglesia oficialmente "aceptada". Volví a mi labor en la Iglesia Subterránea, compartiendo tanto el peligro como la hermosura de ese trabajo.

Durante mis años de prisión, Dios había obrado en una forma maravillosa. La Iglesia Subterránea ya no se encontraba olvidada ni abandonada. Los cristianos norteamericanos y de otras partes del mundo habían comenzado a orar por nosotros y a enviamos su ayuda. Cierta tarde, mientras tomaba una corta siesta en casa de un hermano, en una ciudad de provincia, me despertó para decirme: "Han llegado hermanos del extranjero." En el Occidente había creyentes que no nos habían olvidado. Cristianos de todas las posiciones habían organizado una obra secreta de ayuda material a las familias de los mártires cristianos y estaban empeñados en introducir de contrabando tanto esa ayuda como también literatura cristiana.

En la otra habitación encontré seis hermanos que habían venido con ese fin. Después de una larga conversación me dijeron que habían oído que en esa dirección encontrarían a alguien que había pasado catorce años en las prisiones comunistas, y que les gustaría conocerlo. Les respondí que yo era esa persona. Entonces me dijeron: "Esperábamos encontrar a un ser triste y melancólico. No puede ser Ud., pues lo vemos lleno de gozo." Les aseguré que yo era el que buscaban, y que mi gozo era el resultado de su visita, pues con ello nos dábamos cuenta que ya no vivíamos en el olvido. Comenzó a llegar ayuda regularmente para la Iglesia Subterránea. Por vías secretas obtuvimos muchas Biblias y otra literatura cristiana y ayuda para ¡os familiares de los mártires cristianos. Con la inapreciable ayuda de todos ellos, nosotros los miembros de la Iglesia Subterránea podíamos trabajar mucho mejor.

No sólo nos daban la Palabra de Dios, sino que érame* estimados y amados. Nos trajeron palabras de consuelo.

Durante aquellos largos años de lavado de cerebro había­mos escuchado incansablemente: "Nadie los ama, nadie los ama, nadie los ama." Pero ese día veíamos a cristianos norte americanos e ingleses que arriesgaban sus vidas en su afán de demostramos que nos amaban. Actuando de acuerdo a nuestras instrucciones, montaron un sistema de operaciones secretas que les permitía entrar en las casas rodeadas por la policía, sin que éstos supiesen.

El valor exacto que tenían las Biblias introducidas en esa forma no puede ser comprendido ni valorado por los creyentes norteamericanos, ingleses y de otros países occidentales que prácticamente "nadan" en Biblias.

Mi familia y yo no hubiéramos podido sobrevivir sin la ayuda material que obtuvimos de parte de nuestros hermanos extranjeros. De la misma manera, muchos otros pastores clandestinos y mártires, en los países comunistas, recibieron ayuda. Puedo testificar—por lo sucedido a nosotros—la tremenda ayuda moral y socorro espiritual que nos ha proporcionado la Misión Cristiana Europea, de Gran Bretaña. Para nosotros sus hombres eran como ángeles enviados por Dios.

Debido a la renovada labor de la Iglesia Subterránea, existía el grave peligro que se me detuviera una vez más. En esos momentos dos organizaciones cristianas, la Misión Noruega para los Judíos y la Alianza Cristiana Hebrea, paga ron por mí un rescate de 10,000 dólares. Podía ahora salir de Rumania.

 

Por qué salí de Rumania comunista

 

A pesar del inminente peligro no hubiera salido, si no hubiese recibido órdenes de los dirigentes de la Iglesia Subterránea para que aprovechara esta oportunidad de abandonar mi país y convertirme en "la voz" de la Iglesia Subterránea para el Mundo Libre. Deseaban que me dirigiese a Uds., los occidentales, en nombre de ellos, a fin de que les relatase sus sufrimientos y necesidades. Llegué al Occidente, poro mi corazón permanece con ellos. Si no hubiese comprendido la urgente necesidad que Uds. tienen de escuchar, conocer y saber de las tribulaciones y necesidades, como también del valeroso trabajo de la Iglesia Subterránea, nunca habría abandonado Rumania. Esta es mi misión.

Antes de abandonar el país fui llamado dos veces a las oficinas de la Policía Secreta. Me informaron que habían recibido el dinero por mi rescate (Por causa de la crisis eco nómica que le trajo el comunismo, Rumania vende a sus ciudadanos por dinero). Me dijeron: "Váyase al Occidente y predique a Cristo cuanto quiera, pero no nos toque a nosotros. ¡No diga absolutamente nada en contra nuestra! Vamos a indicarle con franqueza lo que puede sucederle si habla de lo que le ha pasado aquí. Por 1,200 dólares podemos contratar a un gángster para que lo mate, o podemos secuestrarlo.'' (Compartí la misma celda con el obispo ortodoxo Vasile Leúl, que fue raptado en Australia y traído a Rumania. Le habían arrancado las uñas. También he estado con otros que fueron raptados en Berlín. Además, recientemente varios rumanos han sido secuestrados desde Italia y París). También me dijeron: "Podemos además destruir su reputación, haciendo correr la historia de sus relaciones ilícitas con una chica o de algún robo o cualquier otro delito cometido en su juventud. Los occidentales, especialmente los norteamericanos, son muy crédulos y fáciles de engañar."

Habiéndome amenazado, me permitieron llegar hasta el Occidente. Tenían gran confianza en el lavado de cerebro que había soportado. En el Occidente viven ahora muchos que sufrieron esa experiencia y que se mantienen silenciosos. Algunos de ellos aún elogian al comunismo, después de haber sido torturados por éste. Por eso los comunistas estaban seguros que yo tampoco hablaría.

Así, en diciembre de 1965, pude salir de Rumania con mi familia. La última cosa que hice antes de salir fue visitar la tumba del coronel que había ordenado mi arresto y mis años de tortura. Puse flores en su tumba. Lo hice con un símbolo de mi decisión de dedicarme a compartir las alegrías de Cristo con los comunistas, que tan vacíos están espiritualmente. Odio el comunismo, pero amo a sus hombres. Odio al pecado, pero amo al pecador. Yo amo a los comunistas con todo mi corazón. Pueden asesinar a los cristianos, pero no pueden eliminar el amor que éstos sienten aun por quienes les arrebatan la vida. No siento amargura ni rencor en contra de ellos, ni contra mis torturadores.

 

CAPITULO CUATRO

 

DERROTANDO AL COMUNISMO CON EL ESPÍRITU DE AMOR DE CRISTO

 

Los Judíos tienen una leyenda que cuenta que, cuando sus antepasados fueron salvados de Egipto, y los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo, los ángeles se unieron a los cánticos de triunfo entonados por los israelitas. Dios les dijo: "Los judíos son hombres y pueden regocijarse de su escape, pero de parte de Uds. espero más comprensión. ¿No son los egipcios también mis criaturas? ¿No los amo acaso a ellos también? ¿Cómo es que Uds. no comprenden mi pesar por su trágico destino?"

Cuando Josué sitiaba a Jericó, levantó sus ojos y vio a un hombre delante de él, con la espada desenvainada. Josué le dijo: "¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?" (Josué 5:13).

Si aquel Ser visto por Josué hubiese sido sólo un hombre, la respuesta habría sido: "Estoy con Uds."; "Estoy con vuestros adversarios", o simplemente: "Soy neutral". Estas son las únicas respuestas humanas posibles. Sin embargo, el Ser que Josué encontró era de otro mundo y, por lo tanto, al preguntársele si estaba "con" o "en contra" de Israel, dio una respuesta completamente inesperada, y difícil de comprender: "No".

¿Qué significa ese "no"?

Venía de un mundo donde los seres no están en pro ni en contra, sino donde todo y todos son comprendidos, observación con compasión, y profundamente amados.

Existe un nivel humano. En éste, el comunismo debe ser combatido sin misericordia. En este plano debemos también combatir a los comunistas, ya que ellos son los que mantienen y apoyan esta ideología cruel y salvaje.

Pero los cristianos son algo más que simples hombres, son hijos de Dios, copartícipes de la Naturaleza Divina.

Por tanto, las torturas sufridas en las prisiones comunistas no me han hecho odiar a los comunistas. Son criaturas de Dios. ¿Cómo puedo odiarlos? No obstante, tampoco puedo ser amigo de ellos. La amistad significa una identificación total, y yo no puedo identificarme plenamente con ellos. Ellos odian el concepto de Dios; en cambio yo amo a Dios.

Si se me preguntara: "¿Está Ud. a favor o en contra de los comunistas?”; mi respuesta sería bastante compleja. El comunismo representa la amenaza más grande que afronta la humanidad. Estoy completamente opuesto a ella, y quiero combatirla hasta hacerla desaparecer. Pero en espíritu estoy sentado en lugares celestiales junto a Jesús. Estoy en la esfera de ese "no" en la cual, a pesar de todos sus crímenes, los comunistas son comprendidos y amados. En aquellas esferas existen seres celestiales que tratan de ayudar a todos en las metas de la vida humana; lo que significa llegar a ser semejante a Cristo. Por lo tanto, mi meta es predicar el Evangelio a los comunistas, darles las buenas nuevas de la vida eterna.

Cristo, que es mi Señor, ama a los comunistas. El mismo ha dicho que ama a todo hombre y que prefiere dejar noventa y nueve ovejas justas, antes que permitir que se pierda la que erró el camino. Sus apóstoles y todos los grandes maestros de la cristiandad han enseñado este amor universal, en Su nombre. San Macario dijo: "Si un hombre ama apasionada mente a todos los hombres, pero dice no amar a uno solo, no es cristiano, porque su amor no es total" San Augustín enseña: "Si toda la humanidad hubiera sido justa y un solo hombre pecador, Cristo habría venido a sufrir en la cruz por éste. Tanto ama a cada individuo." La enseñanza cristiana es muy clara. Los comunistas son hombres y Cristo los ama.

También los ama el hombre cristiano. Amamos al pecador, aunque odiamos el pecado. Conocemos el amor de Cristo por los comunistas, porque nosotros también los amamos.

En las cárceles comunistas he visto cristianos arrastrando con los pies cadenas de 25 kgs; torturados con atizadores al rojo y en cuyas gargantas habían forzado cucharadas de sal, para luego negárseles el agua. Hambrientos, azotados, su friendo frío y orando con fervor por los comunistas. ¡Esto es humanamente inexplicable! Es el amor de Cristo que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.

Más tarde, los comunistas que nos habían torturado, también cayeron en prisión. Bajo el régimen comunista los mismos comunistas, aun jefes y gobernantes, van a parar a menudo a la cárcel, al igual que sus adversarios. En esos momentos, torturados y torturadores compartíamos una misma celda. Mientras los no creyentes demostraban todo su odio contra sus ex-inquisidores y los golpeaban, los cristianos los defendían aun a riesgo de ser golpeados y acusados de ser cómplices con los comunistas. He visto a cristianos que daban el último trozo de su pan (nos daban en aquel tiempo sólo una tajada por semana), y la medicina que podría salvar sus vidas, a alguno de sus torturadores, comunistas enfermos, que en ese momento era compañero de prisión.

Las últimas palabras de Juliu Maniu, cristiano y ex-Primer Ministro de Rumania, que murió en prisión, fueron: "Si los comunistas son derrocados en nuestro país, será deber sagrado de todo cristiano salir a la calle y defenderlos, a riesgo de su propia vida, de la justa furia de las multitudes a quienes han tiranizado."'

En los primeros días después de mi conversión, sentía como si no pudiera vivir mucho más. Caminando por las calles, al cruzarme con hombres y mujeres que pasaban por mi lado, experimentaba una sensación de dolor físico, como si una puñalada me perforara el corazón. Tan quemante era para mí el interrogante: "¿Estarán salvados o no?" Si un miembro de mi congregación cometía un pecado, yo lloraba por horas enteras. El íntimo deseo de que todas las almas se salven ha permanecida en mi corazón, del cual los comunistas no están excluidos.

En las celdas de confinamiento solitario no nos era posible orar como antes. Estábamos increíblemente hambrientos; nos habían endrogado hasta convertirnos en idiotas. Estábamos tan débiles que parecíamos esqueletos. La oración del Padre Nuestro era demasiado larga para nosotros; no podíamos concentrarnos lo suficiente como para recitarla. La única oración que podía repetir una y otra vez era: "Jesús, te amo."

Y luego, un día glorioso, obtuve la respuesta de Jesús: "¿Me amas? Ahora yo te demostraré cuanto yo te amo a ti."

En ese instante sentí que una llamarada quemaba mi corazón, como las llamas que coronan al sol. Los discípulos que Iban camino de Emaus dijeron que sentían arder sus corazones cuando Jesús les hablaba. Esa fue la sensación que sentí y experimenté. En ese momento conocí el amor de Aquél que ha dado su vida en la cruz por todos nosotros. Ese amor no puede excluir a los comunistas, por graves que sean sus pecados.

Ellos han cometido y continúan cometiendo atrocidades, pero como dicen las Sagradas Escrituras: "Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el sepulcro los celos." Tal como la sepultura insiste en quedarse con todos, pobres y ricos, jóvenes y ancianos, hombres de todas las razas, naciones e ideologías; santos y criminales, así también el Amor lo abarca todo. Cristo, Amor Encamado, jamás cesará en Sus esfuerzos por ganar también a los comunistas.

Un pastor fue arrojado en mi celda. Estaba medio muerto, la sangre le corría por la cara y el cuerpo. Había sido brutal mente golpeado; otros reclusos comenzaron a insultar a los comunistas. Con voz lastimera y quebrada les dijo": "¡Por favor, no los maldigan! ¡Guarden silencio, deseo orar por ellos!"

 

Cómo podíamos estar gozosos aún en prisión

 

Al retroceder a ese período de catorce años en prisión, a veces pasamos tiempos muy felices. Tanto los carceleros como los otros reclusos a menudo se extrañaban ante la alegría que solíamos demostrar los cristianos a pesar de las más terribles circunstancias. No podíamos dejar de cantar, aunque fuéramos golpeados por hacerlo. Me imagino que hasta los ruiseñores cantarían, aunque supieran que después de cantar morirían. Los cristianos aún expresaban su gozo bailando. ¿Cómo podían ser felices en tan trágicas condiciones?

Con frecuencia, en la cárcel meditaba en las palabras de Jesús a sus discípulos: "Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis." Los discípulos acaban de volver de una gira por Palestina, durante la cual habían visto y presenciado muchos horrores. Palestina era un país oprimido. En todas partes se podía apreciar la terrible miseria. Ellos encontraron enfermedades, plagas, hambre y dolor. Visitaron hogares en que padres y esposas lloraban a los ausentes, arrastrados a la prisión por sus ideas. Aquello no tenía nada de hermoso.

Sin embargo, Jesús les dijo: "Bienaventurados los ojos que ven lo vosotros veis." Habló así, porque ellos no sólo habían visto miseria y sufrimiento; habían visto al Salvador; al Realizador del Ultimo Bien; la Meta a que la Humanidad debe llegar. Por primera vez en su vida algunos gusanos, gusanos que se arrastran por las hojas, comprendieron que después de esa miserable existencia, pasan a una vida hermosa, en la forma multicolor de una mariposa, que vuela de flor en flor. Esa felicidad era nuestra también.

A mi derredor había varios Job, algunos sufriendo aún más que el mismo Job, pero yo sabía el final de esa historia, y cómo recibió el doble de lo que había tenido antes. Tenía a mi derredor a hombres como el pobre Lázaro, hambriento y cubierto de llagas. Pero sabía que los ángeles los llevarían al seno de Abraham. En el pobre y sucio mártir cerca de mí, vi al espléndidamente coronado santo del mañana.

Al observar a hombres como éstos, no como son, sino cómo serán, también podía descubrir en los perseguidores, al igual que Saulo de Tarso, a los futuros San Pablos. Algunos de éstos ya se han transformado. Funcionarlos de la Policía Secreta ante quienes testificamos de nuestra fe, se hicieron cristianos y se consideraron felices de sufrir después en prisión, por haber encontrado a Cristo.

En los carceleros que nos flagelaban veíamos al carcelero de Filipos, que primero azotó a San Pablo y después se convirtió. Soñábamos en que pronto nos preguntarían: "¿Qué debo hacer para ser salvo?" En aquellos que, en medio de burlas y mofas miraban a los cristianos cubiertos con inmundicias y excrementos cuando eran levantados en sus cruces, veíamos a la multitud en el Gólgota, que después habría de golpear sus pechos por el temor de haber pecado.

Fue precisamente en la cárcel donde comenzamos a comprender que había esperanza para los comunistas, que algún día serían salvos. En ese lugar fue donde nos dimos cuenta de nuestra responsabilidad para con esos hombres. Cuando éramos torturados por ellos, aprendimos a amarlos.

Gran parte de mi familia ha sido asesinada. ¡En mi propia casa su asesino se convirtió! Era también el lugar más apropiado. Así también nació en las prisiones comunistas la idea de una Misión Cristiana para ellos.

Dios ve las cosas de manera diferente a como nosotros las vemos, de la misma manera que nosotros las vemos diferentes de como las ve una hormiga. Desde nuestro punto de vista humano, ser atado a una cruz, manchado y sucio de excremento es algo horrible. Sin embargo, la Biblia, hablando de los últimos sufrimientos de los cristianos, se refiere a ellos como "Leve tribulación''. Para nosotros, pasar catorce años en prisión es un período muy largo. La Biblia lo califica sólo como "momentáneo" que "produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Esto nos da derecho a pensar que los crueles crímenes de los comunistas, inexcusables para nosotros los hombres, contra los cuales con toda Justicia debemos luchar hasta el fin, son menos graves ante los ojos de Dios. La tiranía comunista que dura ya medio siglo, puede ser ante Dios, para Quien mil años son como un día, sólo un instante de extraviado error. Esos hombres aún tienen la posibilidad de la salvación.

La Jerusalén Celestial es una madre, y coma madre nos ama. Las puertas del cielo no están cerradas para los comunistas. Tampoco la Luz está apagada para ellos, puesto que pueden arrepentirse como cualquiera de nosotros y debemos llamarlos al arrepentimiento.

Sólo el amor puede cambiar a los comunistas (amor que no puede ser confundido con complicidad con el comunismo. A menudo estos dos términos son confundidos por muchos dirigentes religiosos). El odio ciega.

Hitler era anticomunista, pero los odiaba. Por lo tanto, en lugar de conquistarlos, contribuyó a que conquistaran un tercio del mundo.

Con amor planeamos en la prisión un trabajo misionero entre los comunistas y de este modo pensamos, antes que nada, en los gobernantes y jefes comunistas.

Algunos dirigentes y directores de misiones parecen haber estudiado muy poco la historia de la Iglesia. ¿Cómo se ganó Noruega para Cristo? Por medio de la conversión del rey Olaf. Rusia conoció el Evangelio cuando el rey Rurík fue ganado por él. Convertido el rey Esteban, toda Hungría siguió sus pasos. Lo mismo sucedió en Polonia. En África, las tribus se convierten cuando sus jefes son ganados por Cristo. Hemos levantado misiones para convertir al hombre común, que llega a ser muy buen cristiano, pero que tiene poca, o ninguna influencia para cambiar el estado de cosas imperante.

Debemos ganar a los gobernantes y estadistas, a las personalidades políticas, económicas, científicas y artísticas. Estos son los verdaderos arquitectos del alma de un país. Ellos son los que moldean el alma de los hombres. Ganándolos, nos atraeremos a las gentes que ellos guían e influyen.

Desde el punto de vista misionero, los comunistas tienen una ventaja que no poseen otros sistemas sociales, pues están más centralizados.

Si el Presidente de los EUA Se convirtiera al mormonismo, no por ello Norteamérica seguiría sus pasos. Pero, si Mao Tse-tung se convirtiera al cristianismo, o Breshnev, o Ceaushescu, todos sus países podrían ser alcanzados. Tan grande es el impacto de sus dirigentes.

Sin embargo, ¿puede un dirigente comunista convertirse? Seguramente que sí, puesto que viven una existencia infeliz e insegura, al igual que la de sus víctimas. Casi todos los gobernantes comunistas rusos terminaron en prisión, o fueron ejecutados por sus propios camaradas. Lo mismo sucede en China. Tenemos el caso de ministros del interior como Iagoda, Iejov, Beria, quienes parecían concentrar todo el poder en sus manos, pero que terminaron sus vidas como el último de los contrarrevolucionarios con una bala en la nuca.

Recientemente Shepehn, ministro del interior de la Unión Soviética, y Rankovic, de igual cargo en Yugoslavia, fueron destituidos de sus cargos y arrojados como trapos sucios.

 

Ataque espiritual contra el Comunismo

 

Nadie es feliz bajo el régimen comunista, ni siguiera aquellos que más se benefician con él Aun éstos, tiemblan, pues a cualquier noche pueden ser arrastrados al furgón de la Policía Secreta , debido a que la línea política del Partido ha cambiado.

Personalmente he conocido a muchos dirigentes comunistas. Son hombres que viven tensos, cansados, abrumados; solamente Jesús puede darles descanso.

El ganar a los gobernantes comunistas para Cristo puede significar salvar al mundo de la destrucción nuclear y salvar a la Humanidad del hambre, ya que los hombres, en estos momentos, en lugar de alimentar a sus pueblos, gastan enormes fortunas en la adquisición de costosos armamentos. Ganar a los gobernantes comunistas puede constituir el fin de la tensión internacional. Ganar a los gobernantes comunistas llenará a Cristo y a los ángeles de regocijo. Puede significar el triunfo de la Iglesia. En lugares como Nueva Guinea o Madagascar en los cuales el trabajo misionero ha sido duro, se hará fácilmente si nos ganamos a los gobernantes comunistas, y ello dará nuevo impulso al cristianismo He conocido personalmente a muchísimos comunistas convertidos. Yo mismo fui en mi juventud un ateo militante. Los comunistas y los ateos convertidos aman mucho más a Jesús, pues han pecado mucho.

El trabajo misionero debe ser estratégicamente planificado. Desde el punto de vista de la salvación, todas las almas son iguales; pero desde el punto de vista de la estrategia misionera no lo son. Es mucho más importante ganamos a un hombre influyente, que convertido podrá atraerse a muchos otros miles, que hablarle a un salvaje, en la selva, asegurándole la salvación a él solamente. Por estas razones Jesús decidió terminar su ministerio no en un poblado cualquiera, sino en Jerusalén, capital espiritual del mundo en esa época. Por la misma razón Pablo se esforzó mucho por llegar a Roma.

La Biblia habla de que: “la simiente" de la mujer "herirá en la cabeza" a la serpiente. Nosotros nos hemos limitado o hacerle cosquillas, sin otro efecto que provocar su risa. La cabeza de la serpiente está en alguna parte entre Moscú y Pekín, no en Túnez o Madagascar. El mundo comunista debo convertirse en el principal punto de preocupación de los principales jefes de la Iglesia y los directores de misiones, como también en el pensamiento de cada cristiano consciente.

Debemos dejar de lado toda labor rutinaria. Está escrito: "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová."

Se necesita un ataque espiritual frontal de la Iglesia contra el comunismo.

La guerra se puede ganar solamente con la ofensiva; nunca con una estrategia defensiva. Lamentablemente, hasta este momento, la Iglesia ha estado siempre en una actitud defensiva, lo que ha significado perder un país tras otro en favor del comunismo.

Esto debe cambiar inmediatamente en la Iglesia en su totalidad. Se dice en los Salmos que Dios "quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro". La Cortina de Hierro es poco para Él.

La Iglesia primitiva trabajó secretamente en la clandestinidad y triunfó. Debemos aprender a trabajar nuevamente así.

Hasta que llegó el comunismo nunca comprendí la razón por qué en el Nuevo Testamento a muchas personas se les llama por su apodo: Simón llamado Niger. Juan llamado Marcos, y así sucesivamente. Nosotros también nos vemos obligados a usar nombres secretos en nuestro trabajo en los países comunistas.

Tampoco comprendía por qué Jesús, deseando celebrar la última cena, no dio la dirección exacta del lugar en que aquélla se realizaría; sino que dijo: "Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle." Ahora sé la razón. Nosotros también usamos un código secreto para el reconocimiento de personas en el trabajo de la Iglesia Subterránea.

Si accedemos a trabajar en esta forma—adoptando los métodos de los primeros cristianos—podemos cumplir un trabajo efectivo para Cristo en los países comunistas.

Pero cuando encontré algunos dirigentes de la Iglesia occidental, que en lugar de amar a los comunistas, caso que habría llevado a la organización mucho antes de un trabajo en esos pulsos, hallé que su política estaba de parte de los comunistas. No encontré la compasión del Buen Samaritano hacia las almas perdidas de la casa de Karl Marx.

El hombre realmente no cree en las oraciones de su Credo, sino solamente en aquello por lo cual está dispuesto a morir.

Loa cristianos de la Iglesia Subterránea han demostrado que están dispuestos a morir por su fe. Continúo ahora con una obra que puede significarme un nuevo encarcelamiento en un país comunista; nuevas torturas y muerte. Ello, debido a que estoy al frente de una Misión Secreta detrás de la Cortina de Hierro, aceptando todos sus riesgos. Yo creo en lo que escribo.

Tengo derecho a preguntar: ¿Estarían dispuestos a morir por su fe los dirigentes de la Iglesia en América, que hoy hacen amistad con los comunistas? ¿Qué les impide abandonar sus posiciones de prestigio en el occidente, y transformarse en pastores oficiales en el Este, cooperando en ese lugar con los comunistas? La prueba de esa fe no ha sido dada aún por ningún dirigente de la Iglesia Occidental.

Las palabras han surgido de la necesidad de los hombres de hacerse entender en las cosas que le son comunes, como cazar y pescar, y después en las cosas cuya producción es necesaria para la vida, y para expresar sus sentimientos en relación con los demás. Pero no existen palabras que puedan expresar adecuadamente los misterios de Dios y las alturas de la vida espiritual.

Asimismo, no existen palabras que puedan describir las profundidades de la diabólica crueldad. ¿Puede Ud. describir, o expresar en palabras las emociones de un hombre a punto de ser lanzado vivo dentro de un horno por los nazis, o que ve a su hijo sufrir tan cruel destino?

Es igualmente inútil pretender describir lo que han sufrido y aún sufren los cristianos bajo el régimen comunista.

Estuve en prisión con Lucretiu Patrascanu, el hombre que trajo el comunismo al poder en Rumania. Sus camaradas recompensaron sus esfuerzos metiéndolo en la cárcel aunque estaba mentalmente sano, y lo recluyeron en un manicomio, hasta que se volvió loco. El mismo trato sufrió la ex-secretaria de Estado, Ana Pauker.

Los cristianos también a menudo reciben este tipo de tratamiento. Además les aplican electro shocks y se les colo­can chalecos o camisas de fuerza.

El mundo está horrorizado por los sucesos acaecidos en las calles de ciertas ciudades chinas. A la vista de todos, la Guardia Rojo ejecuta actos de terror. ¡Ahora trate de imaginar lo que les sucede a los cristianos en una cárcel china, donde nadie puede ver lo que allí ocurre!

Hemos tenido noticias referentes a la suerte que corrió un renombrado evangélico chino y otros cristianos que se negaron

a renunciar a su fe: les cortaron las orejas, la lengua y las piernas.

Con todo, la peor cosa que los comunistas hacen no es el torturar, ni aun el asesinar los hombres sino falsear los pensamientos del hombre y envenenar a la juventud y la niñez. Han colocado a sus hombres en puestos estratégicos dentro de las iglesias, para que efectúen la destrucción a sus organizaciones. No sólo enseñan a la juventud a no creer en Dios y en Cristo, sino que también les enseñan a odiar esos nombres.

¿Cómo podemos expresar la tragedia de los mártires cristianos que, de vuelta a sus hogares después de años de prisión, son recibidos con desprecio por sus hijos que entre tanto se han convertido en ateos militantes?

 

Este libro no está escrito con tinta, sino con la sangre de tantos corazones heridos.

 

Pero al igual que en los tiempos de Daniel, cuando aquellos tres jóvenes al ser arrojados en un horno fueron salvados del fuego y salieron sin ni siquiera haber sido chamuscados; así también hoy, los cristianos que han vivido en las prisiones comunistas salen de ellas sin ni siquiera sentir amargura en contra de los comunistas.

Si Ud. pisa una flor, ésta le recompensa con su perfume. De la misma manera, los cristianos torturados por los comunistas recompensan con amor a sus torturadores. Hemos llevado a Cristo a muchos de nuestros carceleros. Estamos dominados por un solo anhelo: dar a los comunistas, que tanto nos han hecho sufrir, lo mejor que poseemos: la salvación, que llega al hombre a través de nuestro Señor Jesucristo.

No tuve el privilegio del que gozaron muchos otros hermanos en la fe, de morir en el martirio. Fui puesto en libertad y hasta pude salir de Rumania al Occidente.

En Occidente encontré a muchos dirigentes cristianos con sentimientos totalmente opuestos al que predomina en la Iglesia Subterránea, detrás de las Cortinas de Hierro y de Bambú. Muchos cristianos occidentales no tienen amor por los comunistas. Prueba de ello es que nada hacen por la salvación de esos hombres. Tienen misiones destinadas a evangelizar a los judíos, a los musulmanes y a los budistas. Tienen misiones para persuadir a los cristianos de una de nominación para que se cambien a otra, pero no tienen misiones para evangelizar a los comunistas. Sencillamente no los aman. Si los amaran, hace ya mucho tiempo que habrían establecido misiones destinadas a ese fin, como Carey, que por amor a los indios, y Hudson Taylor, por amor a los chinos, crearon misiones en aquellos territorios.

Pero, lo que es peor es que no sólo no aman a los comunistas, ni hacen nada para ganarlos para Cristo, sino que por complacencia, negligencia, e incluso, por sus actuaciones, que pueden tildarse de complicidad, algunos dirigentes de la Iglesia Occidental ayudan a los comunistas a inmiscuirse en las labores de las iglesias occidentales y obtener aun el liderazgo dentro de ellas. Así logran que los cristianos no adviertan los peligros del comunismo.

Al no amar a los comunistas y no hacer nada para ganarlos para Cristo (bajo el pretexto de no estar autorizados para ello, como si los primeros cristianos hubiesen pedido permiso a Nerón para predicar el Evangelio), tampoco aman a sus propios rebaños, porque si no ganamos a los comunistas para Cristo, ellos conquistarán el Occidente, arrasando con el cristianismo.

 

Las ignoradas lecciones de la historia

 

En los primeros siglos el cristianismo floreció en el Norte de África. De allí surgieron San Agustín, San Cipriano, San Atanasio y San Tertuliano. Pero los cristianos de allí se olvidaron únicamente de un deber: ganar para Cristo a los mahometanos.

El resultado fue que los musulmanes invadieron todo el norte de África y por siglos desterraron al cristianismo. Aún hoy, ese territorio pertenece a los musulmanes. Las misiones cristianas lo llaman "el bloque de inconvertibles".

¡Aprendamos de la Historia!

Durante la Reforma, los intereses religiosos de Huss, Lutero y Calvino coincidieron con los intereses de los europeos en liberarse del yugo papal, que en ese tiempo era un poder opresor, político y económico. De la misma manera hoy el interés de la Iglesia subterránea de esparcir el Evangelio, tanto a los comunistas, como a sus víctimas, coincide con el vital interés de todos los pueblos Ubres, o sea, continuar existiendo en libertad.

No hay fuerza política que pueda derrocar al comunismo. Los comunistas tienen poder nuclear y atacarlos militarmente significaría empezar una nueva guerra mundial, con cientos de millones de víctimas. Además, muchos gobernantes occidentales han sido víctimas del lavado de cerebro de la propaganda, y por lo tanto no desean el derrocamiento de los gobiernos comunistas. Esta opinión la han expresado con frecuencia. Desean eliminar las drogas, el gangsterismo, el cáncer y la tuberculosis, pero no al comunismo, que ha causado muchas más víctimas que todas las anteriores juntas.

Ilya Ehrenburg, el escritor soviético, dice que si Stalin no hubiera hecho otra cosa durante toda su vida más que escribir los nombres de sus inocentes víctimas, no habría tenido el tiempo suficiente para terminar su trabajo antes de su muerte. Khrushchev dijo en el Vigésimo Congreso del Partido Comunista: "Stalin liquidó a miles de comunistas Inocentes y honestos ... de ciento treinta y nueve miembros y candidatos del Comité Central que fueron elegidos en el décimo séptimo Congreso, noventa y ocho, es decir el 70%, fueron más tarde arrestados y ejecutados."

¡Imagínese lo que hizo con los cristianos!

Khrushchev acusó a Stalin, pero siguió haciendo lo mismo. Desde 1959, la mitad de las iglesias que todavía permanecían abiertas en la Rusia Soviética fueron clausuradas.

En China hay una nueva ola de barbarie, peor que la del período estalinista. La Iglesia ha cesado completamente de existir en forma abierta.

En Rusia y Rumania se efectúan nuevos arrestos. Reciente mente hemos recibido noticias de arrestos en masa de los cristianos en Rusia. Por medio del terror y el engaño, en los países comunistas que cuentan con un total de un billón de habitantes, toda una generación de jóvenes está siendo criada v educada en el odio hacia todo lo occidental, especialmente ni cristianismo.

Es común observar en Rusia a funcionarios comunistas estacionados frente a las iglesias, observando para ver si hay niños. Quienes son sorprendidos entrando, son golpeados y sacados fuera, ¡Los futuros destructores del cristianismo occidental son cuidados y criados sistemáticamente.

Sólo existe una fuerza capaz de derrocar al comunismo. Es la misma fuerza que permitió a Estados Cristianos ocupar el lugar del pagano Imperio Romano, la fuerza que convirtió en cristianos a los salvajes teutones y vikingos y la que permitió derrocar a la sangrienta Inquisición. Esta fuerza es el poder del Evangelio, representada en la actualidad por la Iglesia Subterránea que trabaja en todos los países comunistas.

Mantener y ayudar a esta Iglesia no es sólo identificarse con los hermanos que sufren; significa la diferencia entre la vida y la muerte para sus países y sus iglesias. Además de la manutención de esta iglesia, el interés de los cristianos libres deberá ser el convertirla a la política de los gobiernos libres.

La Iglesia Subterránea ya ha ganado a muchos gobernantes comunistas. El Primer Ministro rumano, Gheorghiu Dej, que murió convertido después de confesar sus pecados y cambiar su vida pecaminosa, fue uno del ellos. En esos países hay comunistas que son miembros del gobierno y que a su vez son cristianos ocultos. Esto puede extenderse. Entonces podremos esperar un cambio en la política de algunos gobiernos, no como los cambios introducidos por Tito y Comulka, que permitieron que siguiera la dictadura de un partido ateo y cruel, sino una vuelta hacia el cristianismo y la libertad. Ahora existen excepcionales oportunidades para ello. Los comunistas, que muy frecuentemente son tan sinceros en sus creencias como lo son los cristianos con las suyas, están experimentando una grave crisis.

Creyeron que el mundo comunista crearía una hermandad entre las naciones. Ahora en cambio, ven cómo los países comunistas se pelean unos contra otros como los perros.

Realmente creyeron que el comunismo crearía un paraíso terrenal, como auténtica réplica de lo que ellos llaman el ilusorio paraíso celestial. Por el contrario, sus pueblos están hambrientos. El trigo debe importarse desde los países capitalistas.

Los comunistas habían creído en sus dirigentes. Ahora han leído en sus propios periódicos que Stalin fue un asesino en masa y que Khrushchev era un tonto. Casi lo mismo se dice de sus héroes nacionales, Rakosi, Gero, Ana Pauker, Ranko-vici y otros. Los comunistas ya no creen en la infalibilidad de sus superiores. Son como católicos sin un Papa.

En el corazón de los comunistas existe un vacío que sólo puede llenarse con Cristo. En todo hombre existe un vacío espiritual que sólo puede ser llenado por Jesús. Esto es también cierto de los comunistas. En el Evangelio hay un poder de amor que puede atraerlos a ellos también. Lo he visto obrar. Sé que puede hacerse.

A pesar de que los cristianos han sido escarnecidos y torturados por los comunistas, han olvidado lo que les han hecho a ellos y a sus familias. Hacen lo imposible por ayudar a los comunistas para que superen la crisis y así puedan encontrar el camino hacia Cristo. Para este trabajo necesitan nuestra ayuda.

Y no sólo por esto, sino también porque el amor cristiano es siempre universal, no admite parcialidad.

Jesús dijo que el sol de Dios sale para los buenos y los malos. Lo mismo es cierto en cuanto al amor cristiano.

Los dirigentes cristianos occidentales que muestran simpatía y amistad a los comunistas, se justifican diciendo que Jesús nos enseñó a amar incluso a nuestros enemigos. Pero Jesús nunca dijo que deberíamos amar sólo a nuestros enemigos, olvidándonos de nuestros amigos.

Demuestran su amor bebiendo y comiendo con aquellos cuyas manos están manchadas con la sangre de los cristianos, en lugar de mostrarles las buenas nuevas de Cristo. Al mismo tiempo olvidan a los que son oprimidos por los comunistas. A ellos no los aman.

Durante los últimos siete años las Iglesias Católica y Evangélica de Alemania Occidental han entregado 125 millones de dólares para ir en ayuda de los hambrientos y necesitados. Los cristianos norteamericanos dan aún mucho más.

Hay pueblos que sufren hambre, pero no puedo imaginar a nadie más hambriento y más merecedor de esta ayuda que mandan los cristianos libres. Si las iglesias inglesas, alemanas, norteamericanas y escandinavas pueden levantar tal cantidad de dinero para ayuda, ésta debería ir, antes que nada, a los mártires cristianos y sus familiares.

¿Sucede así en la actualidad?

Yo fui rescatado por organizaciones cristianas, y esto prueba que los cristianos pueden obtener su libertad de la misma numera. Sin embargo, soy el único rescatado en esta forma. Este hecho hace culpables a las organizaciones cristianas occidentales de abandono del cumplimiento de su deber, en casos similares.

Los primeros cristianos se preguntaban si la nueva Iglesia; era sólo para los Judíos, o era también para los gentiles. La pregunta recibió respuesta. Aunque en otra forma, el problema se ha vuelto a presentar en el siglo veinte. El cristianismo no es solamente para el occidente. Cristo no pertenece únicamente a Norteamérica, Inglaterra y otros países democráticos. Cuando fue crucificado, una de sus manos señalaba el occidente, y la otra el oriente. El quería ser Rey no sólo los judíos, sino también de los gentiles, el Rey de los comunistas también, no solamente del mundo occidental Jesús dijo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura."

Él derramó su sangre por todos, y todos deben escuchar y creer en su Evangelio.

Lo que nos anima a predicar el Evangelio en los países comunistas es que allá, todos los que se convierten al cristianismo, están llenos de amor y fervor.

Jamás he conocido a un solo cristiano ruso que sea indiferente o tibio. Los que antes han sido jóvenes comunistas pueden transformarse en excepcionales discípulos de Cristo.

Cristo ama a los comunistas y desea liberarlos del comunismo, tal como ama a los pecadores y desea tiberios del pecado. Algunos dirigentes cristianos occidentales adoptan una actitud totalmente contraria, de conformidad con el comunismo. Favorecen el pecado, ayudan al triunfo del comunismo, impidiendo de esta manera la salvación no sólo de los comunistas sino también la de sus víctimas.

 

Lo que encontré cuando fui liberado

 

Cuando, de nuevo en libertad, conversaba con mi esposa, ella me consultó sobre mis planes futuros. Le contesté que, "mi ideal es vivir como recluso espiritual." Mi esposa me dijo que ella había pensado lo mismo.

En mi juventud había sido muy dinámico, pero la prisión, especialmente los años de confinamiento solitario, me habían transformado en un ser meditativo y contemplativo. Se habían acallado todas las tormentas en mi corazón. No me importaba el comunismo, ni siquiera lo notaba. Estaba en los brazos del Novio Celestial. Oraba por los que nos atormentaban, y podía amarlos con todo mi corazón.

Había tenido muy pocas esperanzas de ser jamás libertado, pero cuando a veces se me ocurría pensar en lo que haría si lo fuera, siempre se me ocurría retirarme a algún lugar desierto, para continuar una vida de dulce unión con el Novio celestial.

Dios es " la Verdad". La Biblia es "la verdad acerca de la Verdad ". La teología es la verdad acerca de la verdad de la Verdad ".' El Fundamentalismo es la verdad acerca de la verdad de la Verdad". Y los cristianos viven estas muchas verdades sobre la Verdad, y debido a ello, carecen de la "Verdad". Hambrientos, golpeados y endrogados nos habíamos olvidado de la teología y la Biblia.

Habíamos olvidado las verdades acerca de la Verdad, y así vivíamos en " la Verdad" directamente. Está escrito: "El Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis." Ya no podíamos pensar. En nuestras más negras y amargas horas de torturas, el Hijo del Hombre aparecía entre nosotros; las murallas parecían brillar cual diamantes y las celdas se iluminaban. En algún lugar, lejos de nosotros, estaban los torturadores, en un mundo físico. Pero, el espíritu se regocijaba en el Señor. No habríamos cambiado este gozo por todos los palacios reales del mundo.

¿Luchar contra algo o alguien? Nada estaba más lejos de mi mente que eso. No deseaba pelear en ninguna guerra ni siquiera una guerra justa. Deseaba más bien construir templos vivientes al Señor Jesucristo. Dejé la prisión con la esperanza do vivir años de tranquila contemplación.

Sin embargo, desde él mismo día después de mi liberación, me encontré frente a aspectos del comunismo más crueles que lodos las torturas de la prisión. Uno tras otro me tropecé con grandes predicadores y pastores y aun con obispos de diferentes iglesias que simplemente me confesaron, con gran posar, ser delatores de sus propios rebaños. Les pregunté si estaban dispuestos a renunciar a su trabajo aun a costa de ser encarcelados. Todos contestaron "no", y explica ron que no era el temor por sus propias personas lo que los hacía negarse. Me contaron sobre las nuevas prácticas en las iglesias, que no existían antes de mi arresto, pues al negarse a ser espías significaba la clausura de la iglesia.

En todas las ciudades existe un representante del gobierno, que controla los "cultos" y es miembro de la Policía Secreta comunista. Tiene derecho de llamar a cualquier sacerdote o pastor para preguntarle quiénes han asistido a la iglesia, quién comulga frecuentemente, quién es más ferviente y quién es ganador de almas, y lo que la gente dice en sus confesiones, etc. Si uno no contesta, se le despide y un nuevo "ministro" viene a ocupar su lugar, siempre que esté dispuesto a decir más que usted. Cuando el representante del gobierno no tiene un sustituto (lo que casi nunca sucede), simplemente clausura la iglesia.

La mayoría de los ministros daban informaciones a la Policía Secreta, con la diferencia que algunos lo hacían de mala gana, tratando de ocultar ciertas cosas, mientras que otros se habían acostumbrado a hacerlo y sus conciencias ya no se los reprochaban. Incluso otros se habían entusiasmado tanto en hacerlo, que hablaban más de la cuenta.

Escuché confesiones de hijos de mártires cristianos que habían sido obligados a proporcionar informes sobre las familias que los habían acogido con cariño. Lo hacían bajo la amenaza de perder la oportunidad de proseguir sus estudios. Fui al Congreso Bautista, realizado bajo el emblema de la bandera roja. Los comunistas ya habían decidido quiénes serían los dirigentes "elegidos'*.

Yo sabía que a cargo de las iglesias oficiales había individuos nombrados por el partido comunista. Sólo entonces me di cuenta que estaba viendo lo que Jesús llamó "la abominación desoladora en el lugar Santo."

Siempre ha habido buenos y malos pastores y predicadores, pero ahora, por primera vez en la historia de la Iglesia, el Comité Central de un partido—ateo jurado—cuyo objeto y propósito principal y declarado es arrasar con la religión, decide quienes serán los hombres que guíen a la Iglesia. ¿Guiarles con qué propósito? Seguramente para arrancar de raíz la religión.

Lenin escribió: Toda idea religiosa, toda idea de Dios, el mero entusiasmo ante la idea de Dios, es una vileza indescriptible y peligrosa; es un contagio abominable. Millones de pecados, hechos inmundos, actos de violencia y contagio físico, son menos peligrosos que la sutil y espiritual idea de un Dios."

Los partidos comunistas de la zona de influencia soviética son leninistas. Para ellos la religión es peor que el cáncer, la tuberculosis o la sífilis. Y ellos son los que eligen a los guías espirituales. Y con ellos, comprometiéndose en mayor o menor grado, cooperan los dirigentes de la iglesia oficial.

He visto cómo el ateísmo envenena las mentes de niños y jóvenes sin que las iglesias oficiales puedan hacer nada para contrarrestarlo. En ninguna iglesia de Bucarest, nuestra capital, se efectúan reuniones de jóvenes o existe escuela dominical para niños. Los hijos de los cristianos se educan en la escuela del odio.

Entonces, al ver todo esto, odié al comunismo, como no lo había aborrecido bajo sus torturas.

Lo odiaba, no por lo que me había hecho a mí, sino por el daño que hace a la gloria de Dios, al nombre de Cristo y a las almas de un billón de seres que están bajo su dominio. Campesinos de todo el país vinieron a visitarme y me contaron cómo se llevaba a cabo la colectivización. Vivían ahora como hambrientos esclavos en lo que antes eran sus propias tierras y viñedos. No tenían pan. Sus niños no tenían leche ni fruta—y esto en un país, cuyas riquezas naturales pueden compararse a las de la antigua Canaán.

Muchos hermanos me confesaron que el régimen comunista los había convertido a todos en mentirosos y ladrones. El hambre los obligaba a robar en lo que antiguamente eran sus propios campos, pero que ahora pertenecían a la colectividad. Después tenían que mentir para ocultar el robo.

Muchos obreros me hablaron del terror implantado en las fábricas y de la explotación del factor humano, en niveles jamás soñados por el capitalista. Los trabajadores no tenían derecho a la huelga.

Los intelectuales tenían que ir en contra de sus convicciones más íntimas, y enseñar que Dios no existe.

La vida entera y los pensamientos de los seres humanos de una tercera parte del mundo han sido destruidos y falseados.

Algunas jovencitas vinieron para quejarse de que habían sido llamadas a la Organización de Jóvenes Comunistas, para ser amonestadas y amenazadas por haber besado a un joven cristiano, dándoles el nombre de jóvenes a los cuales, ¡sí podían besar! Vivíamos en una atmósfera horriblemente falsa y fea. Entonces encontré a los luchadores de la Iglesia Subterránea —camaradas de antaño—algunos de los cuales nunca han sido descubiertos y otros que empezaban a luchar de nuevo, después de ser liberados.

Me llamaron nuevamente a su lado. Fui a sus reuniones secretas, en las que se cantaban himnos de libros que habían sido escritos a mano.

Recordé a San Antonio el Grande. Había estado treinta años en el desierto. Había abandonado el mundo, llevando una vida de ayuno y de oración, pero cuando supo de la lucha entre San Atanasio y Arfus sobre la divinidad de Cristo, abandonó su vida contemplativa y fue hasta Alejandría para cooperar en el triunfo de la verdad. Recordé a San Bernardo de Clairveaux — monje de un monasterio en la cima de una montaña. Pero supo del ridículo objetivo de las Cruzadas, de los cristianos que asesinaban árabes, judíos y seres de otras religiones, con el fin de apoderarse de una tumba vacía. Entonces abandonó su monasterio, dejando las alturas para predicar en contra de las Cruzadas.

Decidí hacer lo que todo cristiano debe hacen seguir el ejemplo de Cristo, del apóstol Pablo y de los grandes santos. ¿Qué clase de lucha sería?

Los cristianos en prisión siempre han orado por sus enemigos y les han dado un hermoso testimonio. El deseo de nuestros corazones era de que fueran salvos, y nos regocijábamos cada vez que ello sucedía.

Pero odiaba el diabólico sistema comunista y deseaba fortalecer la Iglesia Subterránea, la única fuerza que puede derrocar esta terrible tiranía, por medio del poder del Evangelio. No pensaba soto en Rumania, sino en todo el mundo comunista.

Sin embargo, he encontrado mucha indiferencia en el occidente.

Escritores de todo el mundo protestaron cuando dos escritores comunistas: Siniavsld y Daniel— fueron sentenciados a prisión por sus propios camaradas. En cambio, ni siquiera las iglesias protestan cuando los cristianos son encarcelados por su fe.

¿Quién se preocupa por el hermano Kuzyck, sentenciado porque cometió el "crimen" de distribuir literatura cristiana "venenosa"; entre ella, los libros devocionales de Torrey, y porciones de la Biblia? ¿Quién conoce el caso del hermano Prokofiev, condenado por haber distribuido sermones impresos? ¿Quién sabe algo del judío-cristiano Grunvald, sentencia do en Rusia por delitos similares y a quien los comunistas le arrebataron su pequeño hijo, de quien jamás volvió a tener noticias? Recuerdo muy bien lo que yo sentí cuando fui separado de mi Mihai. Por ello sufro con los hermanos Grunvald, Iivanonko, la abuela Shevchuk, Taisya Tkaehenko, Ekaterina Vekasina, Georgi Vekazin, el matrimonio Pilat, de Latvia, y así interminablemente, ¡nombres de santos y héroes de la fe <m pleno siglo veinte! Me inclino reverentemente para besar sus cadenas, como lo hacían los primeros cristianos con sus enmaradas cuando eran arrojados a las fieras.

Algunos dirigentes de las iglesias occidentales sencilla mente no se preocupan de nuestros mártires de hoy. Sus nombres no encuentran lugar en sus listas de oración. Mientras ellos eran torturados y condenados, los dirigentes bautistas rusos y los Superiores de la Iglesia Oficial Ortodoxa e ran recibidos en Nueva Delhi, en Ginebra y otras conferencias, en medio de grandes honores. Allí aseguraron a todo el mundo que en Rusia existe amplia libertad religiosa.

Un dirigente del Consejo Mundial de Iglesias besó al Arzobispo bolchevique Nikodim, cuando éste dio tales seguridades. Luego se sentaron juntos en un magnífico banquete, mientras los santos en prisión comían una inmunda mezcla de repollo y entrañas de animal, como yo la he comido en el nombre de Jesucristo.

Las cosas no podían seguir así. Por eso la Iglesia Subterránea decidió que yo debería salir del país, si se presentaba la oportunidad de hacerlo, para relatar e informar a Uds., los cristianos, todo lo que está sucediendo.

He decidido denunciar al "comunismo", aunque amo al "comunista". Creo que no es correcto predicar el Evangelio si n denunciar al comunismo.

No son pocos los que me dicen: "Limítese al Evangelio solamente." Esto me recuerda las palabras de la Policía Secreta, que también me dijo que predicara a Cristo sin mencionar al comunismo. ¿Será que aquellos que me insisten en que me "limite a predicar el Evangelio" están inspirados por el mismo espíritu que mueve a la Policía Secreta Comunista?

No entiendo bien lo que quieren decir con eso de limitarse sólo al Evangelio. ¿Fueron los sermones de Juan el Bautista exclusivamente evangelizadores? Juan no se limitó a decir; "Arrepentíos, porque el reino de los Cielos está cerca"; dijo también: "Tú, Herodes, eres perverso". Fue decapitado, no por atenerse a una enseñanza abstracta. Jesús no se limitó" tampoco al Sermón de la Montaña sino que también predicó lo que podría ser considerado por algunos de los dirigentes de la iglesia de hoy como un mensaje negativo: "jAy de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas… ¡generación de víboras!" Fue por tal prédica que lo crucificaron. Los fariseos no se habrían preocupado por el Sermón de la Montaña, porque no les afectaba tan personalmente.

Al pecado debe llamársele por su nombre. Hoy el comunismo es el pecado más peligroso del mundo. Por lo tanto, debe ser denunciado. La Iglesia Subterránea lo denuncia, a riesgo de perder la libertad y la vida. Menos aún podemos callarnos en el occidente.

He decidido denunciar al comunismo, pero no en el sentido que lo hacen aquellos conocidos como "anti-comunistas". Hitler era un anticomunista y sin embargo fue un tirano. Odiamos el pecado, pero amamos al pecador.

 

Por qué sufro en él Occidente

 

Sufro más en el occidente que cuando vivía entre los comunistas.

Mi sufrimiento consiste en primer lugar en que deseo ardientemente volver a conocer la inexplicable belleza de la Iglesia Subterránea; la iglesia que cumple aquella cita del latín: Nudis Nudum ChrisH seguí (Desnudos sigan al Cristo desnudo).

En el terreno comunista, el Hijo del Hombre y sus seguidores no tienen dónde reposar sus cabezas. Los cristianos de esas regiones no construyen casas. ¿Para qué, si serán confiscadas al ser arrestados sus dueños? El solo hecho de tener una casa nueva sería motivo suficiente para ser encarcelado, pues los comunistas desean quedarse con la casa. Allá no es posible enterrar a su padre, o despedirse de sus familiares antes de seguir a Cristo. ¿Quién es su madre, su hermano o su hermana? Usted es, en este respecto, como Jesús. Madre y hermanos son para usted solamente los que cumplen la voluntad de Dios. ¿Pueden los lazos sentimentales valer algo, cuando es muy común que una novia denuncie a su prometido, los niños a sus padres y las esposas a sus maridos? Lo único que permanece es la unión espiritual.

La Iglesia Subterránea es pobre y sufrida, pero no tiene miembros tibios.

Un servicio religioso en la Iglesia Subterránea es similar al que se efectuaba en la Iglesia Primitiva, hace ya mil nove­cientos años. El Predicador no tiene estudios avanzados de teología. No conoce la homilética, como tampoco Pedro la conocía. Cualquier profesor de teología habría dado a Pedro una pésima nota por su sermón en el día de Pentecostés. Los versículos de la Biblia no son muy conocidos en los países comunistas, porque las Biblias son muy escasas. Ademes, es casi seguro que el predicador haya pasado muchos años en la cárcel sin siquiera ver una Biblia.

Cuando expresan su fe en un Padre, esto tiene gran significado, porque encierra un verdadero drama. En prisión, diariamente ruegan a este Padre Todopoderoso por un pedazo de pan, y en cambio reciben repollo con inmundicias. No obstante, creen en Dios como en el Padre amantísimo. Son como Job, que aseguraba que continuaría creyendo en Dios aunque El lo matara. Se parecen a Jesús, que llamó "Padre" a Dios cuando al parecer lo había abandonado en la cruz.

Quienquiera que haya conocido la belleza espiritual de la Iglesia Subterránea, no se conformaría con el vacío y frialdad que se encuentra en algunas iglesias occidentales.

Sufro más en el occidente de lo que sufrí en la cárcel comunista, porque ahora contemplo con mis propios ojos que la civilización occidental está muriendo.

Oswald Spengler escribió en su libro La Decadencia de Occidente: "Ustedes están muriendo. Veo en ustedes todas las características del estigma de la decadencia. Puedo probar que vuestra gran riqueza y gran pobreza, vuestro capitalismo y socialismo, vuestras guerras y revoluciones vuestro ateísmo, pesimismo, cinismo e inmoralidad; vuestros matrimonios destruidos, y el control de la natalidad, los están desangrando desde los cimientos y aniquilando vuestras mentes. Les puedo probar que éstas eran las mismas características que marcaron el comienzo del fin para las antiguas civilizaciones de Alejandría, Grecia, y la neurótica Roma."

Esto fue escrito en 1926. Desde entonces la democracia y la civilización han muerto en más de la mitad de los países europeos, incluso Cuba. El resto del Occidente duerme.

Pero existe una fuerza que no duerme: el comunismo. Mientras los comunistas orientales se sienten desilusionados y desanimados, el comunismo en el occidente mantiene su virulencia. Los comunistas occidentales simplemente no creen lo que se les dice acerca de las crueldades, miserias y persecuciones desatadas en los países comunistas. Esparcen incansablemente y con celo su credo político en todas partes, en los salones de la sociedad, en clubes de intelectuales, en escuelas, universidades, en los barrios de gente pobre y en las iglesias. Nosotros, los cristianos, estamos en la Verdad, pero mostramos poco valor en su defensa. Los comunistas, en cambio, de todo corazón apoyan la mentira.

Mientras tanto, los teólogos occidentales se preocupan de nimiedades.

Me recuerda que mientras las tropas de Mohamed II rodeaban Constantinopla, en 1493, y se iba a decidir si los Balcanes pertenecerían al dominio religioso cristiano o maho­metano por varios siglos, se efectuaba un concilio en una iglesia local de la ciudad sitiada, discutiéndose los siguientes problemas: ¿Qué color tenían los ojos de la Virgen María? ¿Qué sexo tienen los ángeles? ¿Qué sucedería si una mosca cayese en agua bendita? ¿Sería santificada la mosca y el agua contaminada? Lo anterior puede ser sólo una leyenda de esos tiempos, pero si leen los periódicos de las iglesias, se darán cuenta que hoy se están discutiendo las mismas insignificancias. La amenaza del comunismo y los sufrimientos de la Iglesia Subterránea casi nunca son mencionados.

Hay discusiones interminables sobre asuntos teológicos, rituales, y otras cosas no esenciales. En una fiesta, alguien preguntó: "¿Si estuviera en un barco que está a punto de hundirse y pudiera tomar un solo libro de la biblioteca de a bordo, qué libro escogería? Uno contestó " la Biblia", otro "Shakespeare", pero un escritor dio la respuesta más acertada: "Yo escogería un libro que me explicara cómo construir un bote y cómo llegar a tierra firme; una vez allí, estaría en condiciones de leer lo que quisiera."

Mantener la libertad de cubo para todas las denomina­ciones y libertad de expresión para todas las doctrinas y sentir pesar cuando se pierde todo esto debido a las persecuciones comunistas, es mucho más importante que insistir sobre determinada opinión teológica.

Jesús dijo: "La verdad os hará Ubres"; de la misma manera, sólo "la libertad puede darnos la verdad." En vez de discutir acaloradamente sobre cuestiones sin importancia, deberíamos unimos en esta lucha de la libertad en contra de la tiranía del comunismo.

Sufro también al saber de los padecimientos de la sufrida Iglesia tras la Cortina de Hierro. Habiendo pasado por esos sufrimientos puedo apreciarlos más.

En el mes de junio de 1966, los diarios soviéticos Izoestia y Derevenskais Jizn acusaron a los bautistas rusos de enseñar a sus miembros a matar a sus hijos con el fin de expiar sus pecados. Es la misma vieja acusación del asesinato ritual, de que se acusaba a los judíos.

Pero sé lo que esto significa. Yo estaba en la prisión de Cluj, en Rumania, en 1959, con el preso Lazarovici, acusado de haber dado muerte a una joven. Tenía sólo 30 años, pero sus cabellos se habían tornado totalmente blancos de un día para otro, a causa del dolor de las torturas. Parecía un anciano. No tenía uñas, pues se las habían arrancado, con el fin de hacerlo confesar un crimen que no había cometido. Después de un año de torturas sé logró establecer su inocencia y fue puesto en libertad, pero la libertad ya no significaba nada para él Ya era un hombre destruido para siempre.

Otras personas leen los artículos de los diarios y pueden reírse con las absurdas acusaciones de la prensa soviética en contra de los bautistas. Yo sé lo que éstas significan para los acusados.

Es horrible estar en el occidente y tener constantemente tales imágenes ante los ojos de uno.

¿Dónde está ahora el Arzobispo Yermogen, de Kalgua (URSS) y los otros siete obispos que protestaron contra los excesos de cooperación con el régimen soviético, que puso en práctica el Patriarca Alexei y el Arzobispo Nikodin, quienes son meros instrumentos en las manos de los comunistas? Si no hubiese visto morir a mi lado a los obispos rumanos que protestaron, no me preocuparía por la suerte de estros otros obispos piadosos.

Los ministros Nieolai Eshliman y Cleb Takumin fueron disciplinados por el Patriarca porque pidieron libertad religiosa para la Iglesia. El occidente sólo conoce ese detalle, pero yo estuve en prisión con el Padre loan, de Vladimireshti, Rumania, a quien le sucedió lo mismo. Aparentemente era sólo una medida "disciplinaria" eclesiástica. Mas, nuestros dirigentes de la iglesia oficial, al igual que todos los dirigentes de la iglesia oficial comunista, son pagados por la Policía Secreta. Los que son castigados por ellos, sufren también la más eficiente "disciplina"—torturas, golpes y drogas—de la prisión.

Tiemblo ante el sufrimiento de aquellos que son perseguidos en el mundo comunista. Tiemblo pensando en el destino eterno de sus torturadores. Tiemblo también, por los cristianos occidentales que no prestan ayuda a sus hermanos perseguidos.

En el fondo de mi corazón, quisiera no verme envuelto en tan inmensa batalla. Preferiría retirarme a algún lugar tranquilo donde pudiese descansar. Pero me es imposible, pues el comunismo está a la puerta. Cuando los comunistas invadieron el Tibet, terminaron con aquellos que sólo se interesaban por las cosas espirituales. En nuestro país terminaron con todos los que deseaban alejarse de la realidad. Se disolvieron iglesias y monasterios, manteniendo sólo algunos, para engañar a los extranjeros. Por medio de esta quietud y descanso a que tanto aspiro, podría escapar a realidad, pero sería demasiado peligroso para mi alma también.

Estoy obligado a dirigir esta batalla, aun cuando ello me signifique grave riesgo personal. Si desaparezco, tengan la completa seguridad que he sido raptado por los comunistas. Me raptaron en la calle, en 1948, y me encarcelaron bajo nombre supuesto. Nuestra Secretaria de Estado, en esos años, Ana Paulcer, contestó al Embajador sueco, Sir Patrik von Reuterswaerde: "¡Oh!, ¿Wurmbrand?, está paseando por las calles de Copenhague." El Embajador en esos momentos tenía en sus bolsillos una carta que yo había logrado enviarle desde la prisión. Sabía que ella le estaba mintiendo. Esto puede volver a suceder. Si soy asesinado, mi asesino será alguien asignado por el partido comunista. Nadie en el mundo, fuera de ellos, tiene motivos para matarme. Si llegan a sus oídos rumores sobre mi depravación moral, mis robos, mi homo sexualidad, adulterio, desconfianza en la solidez de mis principios políticos y mis mentiras, serán éstos sólo el cumplimiento de la amenaza que me hizo la Policía Secreta: "¡Le destruiremos moralmente!"

Sé de muy buena fuente, que los comunistas rumanos han prometido asesinarme debido al testimonio que presté ante el Senado norteamericano. Tratarán de extorsionarme, aterrorizando a mis amigos en Rumania. Tienen medios para hacerlo y no vacilarán en usarlos.

Sin embargo, a pesar de ellos, no puedo callar. Es deber de Uds. estudiar y considerar todo lo que aquí relato. Aunque digan que mis sufrimientos me han causado un delirio de persecución, deben preguntarse a sí mismos, ¿Cuál es ese terrible poder del comunismo que hace que sus ciudadanos sufran de semejantes complejos? ¿Qué poder es el que lleva a padres en la Alemania Oriental a tomar a un niño en una máquina topadora para así pasar a través de las alambradas de púas, aun al riesgo de ser balaceados junto con toda su familia? ¿Qué es este terrible poder del comunismo, que inspira a los seres tales complejos?

¡ El occidente duerme y es hora que despierte!

Los hombres sufren, buscan a un "responsable", alguien a quién culpar por su situación. Encontrar a ese "alguien" alivia la carga. Yo no lo puedo hacer.

No puedo culpar a ciertos guías de la iglesia occidental que cooperan con el comunismo, pues el mal no viene de ellos. Es mucho más antiguo. Estos mismos dirigentes son víctimas de un mal que se arrastra desde muchos años. Ellos no crearon la caótica situación actual de la iglesia; la encontraron así.

Desde que estoy en el occidente he visitado muchos semi­narios teológicos. Allí escuché conferencias sobre la historia do las campanas y la historia de los himnos litúrgicos, de leves canónigas hace tiempo en desuso, o sobre reglamentos de la iglesia, que no existen. He visto enseñar a los estudiantes de teología la poca veracidad de la Biblia en so historia de la Creación, y de Adán; negar el Diluvio y tos milagros de Moisés; sostener que las Profecías fueron escritas después de su cumplimiento; que el nacimiento virginal es un mito, como también lo es la resurrección de Jesús, que sus huesos permanecen enterrados en algún lugar; que los Epístolas no son auténticas, que el Apocalipsis fue escrito por un loco. A pesar de todo esto la Biblia—sostienen—es un libro sagrado (Esto quiere decir que el Libro Sagrado es más mentiroso que un diario comunista).

Esto es lo que los dirigentes actuales de algunas de las iglesias aprendieron en los seminarios. Este es el ambiente en que viven. ¿Por qué han de ser fieles de un Maestro de quien se dicen tantas barbaridades? ¿Cómo van a respetar una Iglesia en la que se puede enseñar libremente que Dios está muerto?

Son guías de la iglesia oficial, no de la Novia de Cristo. Son dirigentes de una iglesia en la cual muchos han traicionado a su Maestro. Cuando se encuentran con alguien de la Iglesia Subterránea — martirizada y sufrida—lo miran como a un ser extraño.

Por otra parte, no está bien juzgar a los hombres basándose en algunas de sus actitudes. Si lo hiciéramos, seríamos como los fariseos, que creyeron malo a Cristo porque El no respetó sus reglamentos y ordenanzas sobre la observación del Sábado, Ellos cerraron sus ojos enteramente a lo que aun a su vista hubiera sido hermoso en Jesús.

Estos mismos dirigentes de la iglesia, aunque estén equivocados respecto al comunismo, pueden estar en lo cierto en otras cosas y ser personalmente sinceros en sus creencias. Y aun en lo que están equivocados, pueden cambiar. Una vez estuve en Rumania con un Obispo Metropolitano Ortodoxo, que era espía de los comunistas y delataba a sus propias ovejas. Tomé su mano entre las mías y le conté la parábola del Hijo Pródigo. Estábamos en su jardín y atardecía. Le dije: "Vea usted con qué amor Dios recibe al pecador arrepentido. Recibe con gozo, aun al obispo que se arrepiente." Le canté himnos cristianos. Este hombre se convirtió. En prisión compartía la misma celda con un sacerdote. Ortodoxo, que con la esperanza de ser libertado, escribió artículos elogiando el ateísmo. Le hablé y rompió lo que había escrito, perdiendo así toda posibilidad de ser puesto en libertad.

No puedo responsabilizar a nadie, no puedo aliviar de esta manera el peso que llevo en mi corazón.

Tengo otro pesar. Aun mis mejores amigos no me comprenden. Algunos me acusan de amargura y resentimiento contra los comunistas, lo que yo sé muy bien que no es cierto.

El escritor Mosaico Claude Montefiore dijo que la acritud de Jesús hada los escribas y fariseos, y la pública denuncia que hizo de ellos, era contraria a su mandato de amar a nuestros enemigos y bendecir a los que nos maldicen. El doctor W. R. Matthews, recientemente jubilado como Deán de la iglesia de San Pablo, en Londres, dice que esto es una incoherencia e inconsistencia en Jesús. Lo acusa diciendo que Jesús… ¡no era un intelectual!

La idea de Montefiori sobre Jesús estaba errada. Jesús amaba a los fariseos, aun cuando los denunció públicamente. Y yo amo a los comunistas y sus "instrumentos" en las iglesias, aunque también los denuncio.

Constantemente me dicen: "¡Olvídese de los comunistas. Preocúpese sólo de las cosas espirituales!"

Encontré a un cristiano que había sufrido bajo los nazis y el cual me dijo que estaría siempre de mi parte, mientras yo testificara por Cristo, pero que no hablara palabra alguna contra el comunismo. Le pregunté si acaso los cristianos que luchaban contra Hitler en Alemania estaban equivocados y debieron haber hablado solamente de la Biblia, sin denunciar al tirano. Me contestó: "¡Pero Hitler mató a seis millones de judíos! ¡Teníamos que hablar en su contra!" Le contesté: "El comunismo ha hecho lo mismo, ha asesinado a treinta millones <le rusos, millones de chinos, y otros. Ha asesinado a judíos también. ¿Debemos protestar solamente por la muerte de los judíos y no por la muerte de tos rusos?" Me respondió: "¡Esto es muy diferente!" No recibí otra explicación.

He sido golpeado por la policía en los tiempos de Hitler y también en el tiempo de los comunistas; no he podido notar diferencia alguna: ¡dolían igual!

El cristianismo debe luchar contra muchas clases de peca do, no sólo contra el comunismo. No estamos obsesiona dos por este solo hecho. No obstante, por el momento, el más, grande y peligroso enemigo del cristianismo es el comunismo. ¡Debemos unirnos contra él!

¡Quiero volver a insistir! La meta del hombre es ser como Cristo. El objetivo principal del comunismo es evitarlo. Son fundamentalmente antireligiosos. Creen que después de muerto, el hombre se transforma en sales y minerales, nada más. Desean que la vida entera sea vivida al nivel de lo material.

Se preocupan sólo de las masas. Su palabra es la misma del demonio en el Nuevo Testamento, que dijo cuando se le preguntó su nombre: "Somos legión." La personalidad—el más grande don que Dios dio a los hombres—debe ser aplastada. Han encarcelado a un hombre porque lo encontraron leyendo un libro de Alfred Adler, "Psicología Individual". Los oficiales de la policía le gritaron: "¡Ah, individual, siempre individual, ¿por qué no colectiva?"

Jesús, en cambio, desea que seamos individuos con nuestra propia personalidad. Por eso no existe posibilidad alguna de llegar a algún arreglo con comunistas. Ellos lo saben. Su revista Nouka i Religia (Ciencia y Religión), dice: "La religión es incompatible con el comunismo; le es hostil. ... El contenido del programa del partido comunista es un golpe mortal para la religión. ... Es un programa para la creación de una sociedad atea, en la cual la gente será liberada para siempre de la esclavitud religiosa."

¿Puede el cristianismo coexistir con el comunismo? A esto los comunistas responden: "... el comunismo es un golpe mortal para la religión".

 

CAPITULO CINCO

 

LA INVENCIBLE Y EXTENSA IGLESIA SUBTERRÁNEA

 

Hablaré nuevamente sobre la Iglesia Subterránea, que funciona en circunstancias muy difíciles. El ateísmo es la religión del Estado en todos los países comunistas. Se les da cierta libertad religiosa a los ancianos, pero los niños y jóvenes no deben creer. Todos los medios de difusión—radio, televisión, cine, teatro, prensa e imprentas—se emplean con el objeto de borrar toda creencia en Dios.

Los medios que posee la Iglesia Subterránea son insuficientes e incapaces para oponerse a las inmensas fuerzas del estado totalitario. Los ministros, predicadores y pastores clandestinos rusos no han tenido estudios teológicos. Hay pastores que ni siquiera han podido leer una Biblia completa, por ser tan escasas.

Les relataré la manera cómo han sido ordenados. Conocimos a un joven ruso que era ministro secreto. Le pregunté quién lo había ordenado. Contestó: "No tenemos realmente un obispo para que nos ordene. El Obispo Oficial no ordena a nadie que no cuente con la aprobación del partido comu­nista. Por esta razón, diez de nosotros fuimos hasta la tumba de un obispo que murió como mártir. Dos pusimos nuestras manos sobre la lápida y los demás formaron un circulo en derredor, y le pedimos al Espíritu Santo que nos ordenara, luíamos seguros de haber sido ordenados por las manos hora- dulas de Jesús."

¡Para mí, la ordenación de ese joven es válida ante Dios!

Hombres ordenados en esta forma, que no han tenido ningún estudio teológico y que muchas veces saben muy poco do la Biblia, llevan adelante la obra de Cristo.

Es como la iglesia de los primeros siglos. ¿A qué seminario asistió esa gente, que estremeció al mundo en nombre de Cristo? ¿Sabían todos ellos leer acaso? ¿De dónde sacaron todas las Biblias? Dios les habló.

Nosotros, los de la Iglesia Subterránea, no tenemos catedrales, pero ¿hay catedral más hermosa, que el cielo que observábamos cuando nos reuníamos en los bosques? El canto de los pájaros reemplazaba al órgano. La fragancia de las flores era nuestro incienso. Las ropas raídas de algún mártir recién salido de la prisión, causaba más impresión que un hábito clerical. Teníamos a la luna y las estrellas por cirios. Los ángeles eran los acólitos que las encendían.

¡Jamás podré describir la belleza de esta iglesia! A menudo, después de celebrar un servicio secreto, algunos cristianos eran sorprendidos y enviados a prisión. Allí los cristianos lucen sus cadenas con el gozo con que una novia luce la más linda joya regalada por su novio. En prisión los ánimos están tranquilos. Al recibir el beso y el abrazo de Dios, no cambiarían su condición ni por la de un rey. He encontrado cristianos verdaderamente gozosos sólo en tres lugares: en la Biblia, en la Iglesia Subterránea y en la cárcel.

La Iglesia Subterránea es oprimida, pero también cuenta con muchos admiradores y amigos, aun en la Policía Secreta y entre los miembros del gobierno. A veces estos creyentes secretos protegen a la Iglesia Subterránea.

Recientemente los diarios rusos se quejaron del creciente número de los que son incrédulos sólo de nombre. Estos, explicaba el diario, son incontables hombres y mujeres que ocupan posiciones de privilegio dentro del comunismo, en las oficinas del gobierno, departamentos- de propaganda y en todas partes, y que fingen ser comunistas pero en su fuero interior son creyentes y miembros de la Iglesia Subterránea. La prensa comunista relató la historia de una joven que trabajaba en el Departamento de Propaganda. Después de su trabajo diario regresaba a su casa a recibir a su marido, que también volvía de sus labores a esa hora. Después de cenar, el matrimonio reunía a un grupo de jóvenes de otros departamentos del mismo edificio para tener estudios bíblicos secretos y reuniones de oración. Esto está sucediendo en todo el mundo comunista. Decenas de miles de estos "supuestos incrédulos" existen en cada país comunista. Estiman mejor no asistir a las iglesias oficiales, donde serán espiados y en donde escucharán un Evangelio insípido. En cambio permanecen en mis posiciones de autoridad y responsabilidad, para que desde allí, con sigilo y éxito puedan testificar de Cristo.

La fiel Iglesia Subterránea cuenta con miles de miembros en tales lugares. Celebran reuniones en sótanos, desvanes, departamentos y hogares.

En Rusia ya nadie recuerda las discusiones que había en pro o en contra del bautismo de párvulos o de adultos, o en torno a la infalibilidad papal. No son pre o post milenialistas. No pueden interpretar las profecías, y no se pelean respecto a ellas. En cambio a menudo me llama la atención la manera tomo prueban la existencia de Dios a los ateos.

Sus respuestas a los ateos son sencillas: "Si fueran invitados a un banquete donde hubiera toda clase de platos exquisitamente preparados, ¿creerían Uds. que se habrían preparados notos? ¡La naturaleza misma es un banquete preparado para nosotros! Uds. tienen tomates, duraznos, leche y miel. ¿Quién ha preparado todo esto para el hombre? La Naturaleza es ciega. Si no creen en Dios, ¿cómo pueden creer que una Naturaleza ciega pudo preparar las cosas que justamente necesitamos, y en tal cantidad y variedad?"

Pueden probar que existe la vida eterna. Una vez escuché a uno decirle a un ateo: "Supongamos que fuera posible hablar con un embrión en el vientre de su madre, y que le dijéramos que su estado embrionario es corto y que después le espera una larga vida futura. ¿Qué contestaría el embrión? Diría lo mismo que dicen ustedes, los ateos, cuando les hablamos del Paraíso y del Infierno. Diría que la vida dentro del vientre de su madre es la única vida, y que todo lo demás son patrañas religiosas. Pero si el embrión pudiera pensar, se diría a sí mismo: "Aquí me están creciendo los brazos, pero no los necesito; ni siquiera los puedo estirar. ¿Para qué me crecerán? Probablemente los voy a necesitar para un estado futuro de mi existencia. Me creen las piernas, pero tengo que tenerlas encogidas. ¿Por qué crecerán? Tal vez me espera una vida en un mundo más grande, donde tendré que caminar. Comienzan a desarrollarse mis ojos, aunque estoy en completa oscuridad y no los necesito. ¿Para qué los quiero? A lo mejor, afuera hay un mundo de luz y color. Así, si el embrión pudiera reflexionar sobre su desarrollo, llegaría a la conclusión que fuera del vientre de su madre hay otro mundo, aunque por el momento no lo pudiese ver. Lo mismo nos sucede a nosotros. Cuando somos jóvenes tenemos vigor, pero carecemos de experiencia para encauzarlo en la forma más provechosa. Cuando, con el paso de los años hemos adquirido cordura y conocimientos, la carroza fúnebre nos lleva a la tumba. ¿Con qué fin adquirimos todos estos conocimientos, si ya no nos sirven de nada? ¿Para qué le crecen brazos, piernas y ojos al embrión? Es para la vida que ha de seguir. Así es para nosotros. Aquí adquirimos experiencia, conocimientos y sabiduría para la vida futura. Estamos preparados para servir en un nivel más alto después de la muerte."

La doctrina oficial comunista asevera que Jesús nunca existió. Los miembros de la Iglesia Subterránea dan fácil respuesta a eso: "¿Qué diario lleva usted en su bolsillo? ¿Es el Pravda de hoy o de ayer? ¡Déjeme mirar, ah... 14 de enero de 1964! ¿Desde cuándo se empiezan a contar los años de la era actual? ¿Desde el tiempo de UNO que no existió, ni tuvo ninguna actuación en el mundo? Dicen que El no existió y sin embargo, cuentan los años desde su nacimiento. El tiempo existía desde antes que El viniera, pero cuando El vino, le pareció a la Humanidad que había vivido en vano y que su verdadera vida comenzaba en ese momento. Su propio diario comunista es una prueba que Jesús no fue un personaje ficticio."

Los pastores en el occidente consideran, por lo general, que todos los asistentes a la iglesia son cristianos convencidos de la verdad, pero no es así. Es raro escuchar un sermón que pruebe la verdad de nuestras creencias. Pero tras la Cortina de Hierro hay hombres que jamás han estudiado para ello, y que sin embargo dan a sus convertidos una sólida base de fe.

No existe una clara división que permita señalar el punto en que termina la Iglesia Subterránea, que es el más grande bastión o baluarte del cristianismo, y comienza la iglesia oficial. Están entremezcladas. Muchos de los pastores "títeres" desarrollan paralelamente un ministerio secreto que sobrepasa las limitaciones impuestas por los comunistas.

La Iglesia Oficial, la iglesia de los colaboracionistas, tiene una larga historia.

Comenzó inmediatamente después de la Revolución Socialista Soviética, con la "Iglesia Viviente" que presidía un sacerdote llamado Sergio. Esta "Iglesia Viviente" proclamaba abiertamente durante ese tiempo, en Moscú: "Nuestro objetivo no es reconstruir la Iglesia, sino aboliría y terminar, de una vez por todas, con la religión." ¡Lindo programa para una iglesia!

En todos los países hemos tenido individuos como Sergio.

En Hungría, entre los católicos, fue el Padre Balogh. El, junto con algunos ministros protestantes, apoyaron a los comunistas en sus afanes de obtener el completo control del Estado.

En Rumania, los comunistas llegaron al poder con la ayuda de un sacerdote ortodoxo llamado Burducea, un antiguo racis­ta que buscaba justificar sus pecados pasados contra los Rojos, tornándose más "rojo" que sus propios jefes. Este sacerdote se mantuvo de pie cerca de Vishüisky, Secretario do Estado Soviético, sonriendo en tácita aprobación cuando aquél declaró, durante la inauguración del nuevo gobierno comunista: "Este gobierno construirá para ustedes un paraíso terrenal, por lo que ya no necesitarán uno celestial."

En lo que se refiere al Arzobispo Nikodim de Rusia, existen suficientes antecedentes y pruebas para señalarlo como espía del gobierno. El mayor Deriabin, que desertó de su puesto mi la Policía Secreta rusa, ha testificado que Nikodim era urente de ese servicio.

La misma situación predomina en casi todas las denominaciones. Los actuales dirigentes bautistas rumanos fueron Impuestos por la fuerza. Su deber es denunciar a los cristianos reales. Con la directiva bautista rusa sucede lo mismo. Taehici, presidente de los adventistas rumanos, me contó que había sido espía de la Policía Secreta rusa desde el mismo día en que asumieron el poder.

En lugar de clausurar todas las iglesias, aunque ya han («errado muchos miles, los comunistas, con aviesas intenciones, decidieron permitir el funcionamiento de algunas pocas iglesia s oficiales. Sus propósitos eran usarlas como "ventanas" a través de las cuales podían observar, controlar y, eventualmente destruir a los cristianos y al cristianismo. Decidieron que sería mejor permitir que la estructura de la iglesia permaneciera, y convertirla en instrumento para el control de los cristianos, y como un medio para engañar a los turistas que llegan a sus países. Se me ofreció una de esas iglesias, con la única condición de que, como pastor, delatara a sus miembros a la Policía Secreta. Me parece que los occidentales, acostumbrados a que todas las cosas sean o una cosa u otra—blanco o negro-no pueden entender esto. Pero la Iglesia Subterránea no aceptará jamás a las iglesias controladas, como substituto de una evangelización significativa y efectiva para "toda criatura", incluyendo a la juventud.

A pesar de algunos dirigentes traidores, se observa una real vida espiritual aun en la iglesia oficial (tengo la idea que sucede lo mismo en muchas iglesias occidentales. Las congregaciones son fieles a veces, no por causa de sus guías, sino a pesar de ellos).

La liturgia ortodoxa ha permanecido igual y alegra los corazones de los miembros de la iglesia, a pesar de que en sus sermones alaban a los comunistas. Los luteranos, presbiterianos y otros protestantes cantan los mismos himnos antiguos y hasta los sermones de los traidores deben mencionar algo de las Escrituras.

La gente se convierte hasta por la influencia de hombres reconocidos como traidores; saben positivamente que llevarán la noticia de sus conversaciones a la policía; que tienen que esconder su fe del mismo ser que los convirtió con sus corruptos sermones. Ese es el gran milagro de Dios, que halla su paralelo en las palabras simbólicas de Levítico 11:37: "Si cayere algo de los cadáveres (que de acuerdo a la ley de Moisés eran impuros) sobre alguna semilla que se ha de sembrar, será limpia."

La veracidad nos obliga a confesar que no todos los guías, ni siquiera todos los jefes de las iglesias oficiales, son miembros del partido comunista.

Algunos miembros de la Iglesia Subterránea tienen también puestos importantes en las iglesias oficiales, exceptuando a los que deben luchar a escondidas. Ellos se preocupan que el cristianismo sea una fe luchadora y no tibia. Cuando la policía llegó para clausurar el Monasterio de Vladimireshti, en Rumania, y en muchos otros lugares de Rusia, les fue bastante mal. Algunos comunistas han pagado con sus vidas el crimen de tratar de suprimir la religión.

Pero las iglesias oficiales están escaseando. Creo que en toda la Unión Soviética no quedan más de cinco o seis mil iglesias. (En los Estados Unidos, con la misma población, hay cerca de trescientas mil.) A menudo estas iglesias son sólo pequeñas piezas, no una "iglesia" en el verdadero sentido de la palabra.

En Moscú llevan a las visitas extranjeras a ver una iglesia repleta de fieles. Es la única iglesia protestante de la ciudad. Los visitantes se extrañan de la libertad de culto que existe. "¡Hasta las iglesias se ven llenas de gente!", exclaman con gozo. ¡No se dan cuenta de la tragedia que significa una sola iglesia protestante para siete millones de almas! Ni aun las habitaciones, que hacen el papel de iglesia, están al alcance de un ochenta por ciento de la población de la Unión Soviética. Estas multitudes deben o ser olvidadas o evangelizadas por el sistema de trabajo clandestino. No queda otra opción.

Mientras más avanza el comunismo en un país, más están las iglesias obligadas a trabajar en forma subterránea.

En los edificios de las iglesias oficiales clausuradas se celebran las reuniones de las organizaciones antirreligiosas.

 

Cómo la iglesia subterránea se "nutre” de la literatura atea

 

La Iglesia Subterránea sabe cómo usar incluso la literatura otea. Se nutre de ella como Elías fue alimentado nada menos que por los cuervos.

Con mucha habilidad y empeño los ateos ridiculizan y critican los versículos bíblicos. Publican fibras tales como La Biblia Cómica y La Biblia para Creyentes e Incrédulos. Se empeñan en demostrar la estupidez de los versículos bíblicos, y con este fin citaron muchos de ellos. ¡Qué alegría nos causaba! La crítica era tan absurda, que nadie la podía tomar en serio. No obstante, hicieron millones de copias llenas de citas bíblicas increíblemente hermosas, aunque ridiculizados por ellos. En el pasado, los "herejes" sentenciados a morir quemados por la Inquisición, eran llevados en procesión al lugar del suplicio y eran obligados a lucir ridículas vestimentas que mostraban llamas infernales y toda suerte de demonios u otras figuras parecidas. ¡Cuán santos eran esos "herejes"! De esta manera, la Biblia mantiene su autenticidad y veracidad, aunque sea el demonio quien cite sus versículos.

Los impresores comunistas recibieron, con mucha alegría, miles de cartas solicitando este tipo de literatura en que se citaban versículos bíblicos a objeto de ridiculizarlos. Lo que no sabían era que esas cartas eran enviadas por la Iglesia Subterránea, que ante la imposibilidad de obtener, de otra manera, ejemplares de las Escrituras, recurría a ese ingenioso sistema para conseguirlas.

También sabíamos perfectamente cómo aprovechar reuniones ateas.

En cierta oportunidad en que un profesor pretendía demostrar que Jesús era sólo un mago, tenía ante sí un jarro con agua, al que le introdujo un polvo que tornó rojo su contenido: "Esto es todo el milagro"—exclamó—Jesús había escondido en sus mangas un polvo similar, con cuya ayuda pretendió haber cambiado espectacularmente el agua en vino."

"Como mago, soy superior a Cristo, pues puedo ahora cambiar el vino en agua." Diciendo esto lanzó otro tipo de polvos en el jarro que, neutralizando el anterior, aclaró el líquido, tornándolo transparente. Luego arrojó de nuevo otro polvo y se volvió rojo.

En ese momento se levantó de su asiento un cristiano y le dijo: "Usted nos ha asombrado, camarada profesor, y desearía pedirle una sola cosa: beba un poco de su vino." El profesor respondió que no podía hacerlo, explicando: "Los polvos que usé son venenosos." La respuesta del cristiano no se hizo esperar: "Esta es la diferencia entre usted y Jesús. Él con su vino nos ha proporcionado inmensa felicidad durante dos mil años, mientras que usted nos envenena con el suyo." El cristiano fue a prisión, pero el relato de este incidente se esparció por todas partes, contribuyendo a fortalecer la fe.

Somos débiles, pequeños David, pero somos más poderosos que el Goliat ateo, porque Dios está de parte nuestra. La verdad nos pertenece.

En otra ocasión, un conferencista comunista daba una charla atea en una fábrica. A todos los operarios los obligaron a concurrir. Entre ellos, muchos eran cristianos. Se sentaron en silencio, a escuchar argumento tras argumento contra Dios, y con respecto a la estupidez que significa creer en Cristo. El conferencista procedió a probar que no existe el mundo espiritual, que no hay Dios, ni Más Allá, que el hombre es solamente materia y no tiene alma. Insistió una y otra vez que sólo la materia existe.

Un creyente se puso de pie y pidió permiso para decir unas palabras. Cuando le fue concedido el permiso, tomó una silla plegadiza, la alzó y la arrojó contra el suelo. La observó durante un momento y después avanzó hasta acercarse al conferencista, a quien dio un fuerte golpe en la cara. Como era lógico, causó la indignación de aquél Enrojecido de ira, y en medio de horribles obscenidades, llamó a sus camaradas comunistas para que arrestaran al atrevido, exclamando: "¿Cómo se atreve usted a golpearme, qué razón tiene para ello." El cristiano replicó: "Acaba usted de probamos que miente. Usted ha dicho que todo es materia, y nada más que materia. Lancé la silla al suelo, y como es sólo materia, no se enojó por ello. Es pura materia. Al golpearle a usted, su reacción ha sido muy distinta! ¡La materia no se irrita ni se enoja; pero usted sí lo hizo. Por lo tanto, camarada profesor, usted está equivocado. El hombre es algo más que materia: ¡es un ser espiritual!"

En forma similar, en miles de oportunidades, los cristianos de la Iglesia Subterránea refutaban y desbarataban aun los más convincentes argumentos ateos.

Estando en prisión, un comisario político, en forma bastante ruda, me preguntó: "¿Hasta cuándo va usted a creer en su ridícula religión?" Le contesté: "he visto a muchos ateos que en su lecho de muerte se han lamentado de su Incredulidad y, arrepintiéndose, han acudido a Cristo. ¿Se imagina usted a un cristiano que, lamentándose al ver acercarse la muerte de haber sido cristiano, recurra a Lenin y a Marx para que lo rescaten de esa fe?" Riéndose, exclamó: "¡Formidable respuesta!" Continué: "Cuando un Ingeniero construye un puente, el hecho que lo cruce un gato no prueba su resistencia, sino cuando lo atraviese un tren. El hecho que Ud. pueda ser ateo cuando todo marcha bien, no prueba la verdad del ateísmo; éste se desmorona en los mo­mentos de grave crisis."

Citándole libros de Lenin pude probarle que, siendo aquél Primer Ministro de la Unión Soviética, solía orar cuando las cosas no marchaban bien. Estamos tranquilos y tranquila­mente esperamos el desarrollo de los acontecimientos. Son los comunistas los que están intranquilos y los que lanzan, una y otra vez, nuevas campañas antireligiosas. Por esto ellos prueban lo que San Augustín dijo: "El corazón no halla descanso hasta encontrarlo en Ti."

 

Por qué los comunistas aún pueden ser ganados

 

La Iglesia Subterránea, si es ayudada por ustedes los cristianos libres, ganará el corazón de los comunistas y cambiará la faz de la tierra. Los ganará para sí, porque no es normal ni natural ser comunista. Aun los perros desean tener su propio hueso. El corazón de los comunistas se rebela ante el papel que hacen y los absurdos que están obligados a creer.

Cuando los comunistas individuales aseveraron que la materia es todo, que nosotros no somos más que un puñado de compuestos químicos, y que después de muertos nos convertimos en sal y minerales, era el momento de preguntarles: "¿Cómo es que los comunistas de tantos países han dado sus vidas por su ideal? ¿Tienen ideal los compuestos químicos? ¿Pueden los minerales sacrificarse por los demás" Para estas preguntas no tienen respuesta.

Se nota algo positivo, aun en el recrudecimiento de la ebriedad en los países comunistas. Ello se debe al ansia de una vida más amplia, que no la puede proporcionar el sistema. El ruso, en general, es una persona seria, generosa y de gran corazón. El comunismo es hueco y superficial. Por lo tanto, el ruso busca el lado serio de la vida, y al no encontrarlo, ahoga sus inquietudes en el alcohol. Cuando está bebido, expresa su horror ante la vida bestial y falsa que debe llevar. Durante algunas horas el alcohol lo libera de ese peso, así como la verdad lo liberaría para siempre, si él lo supiera.

Durante la ocupación rusa de Bucarest, una vez sentí un irresistible impulso de entrar a una taberna. Pedí a mi esposa que me acompañara. Entonces vi a un capitán ruso que, revólver en mano, amenazaba a los presentes, exigiendo que se le diera de beber. No deseaban atenderlo, pues ya había bebido más de la cuenta y estaba bastante ebrio. Los parroquianos estaban aterrorizados. Hablé con el tabernero, que me conocía, y le pedí que le sirviera otro trago al capitán, prometiéndole que yo me sentaría con él, para tranquilizarlo. Nos trajeron botella tras botella. En la mesa se pusieron tres vasos. El capitán, muy cortésmente, servía los tres vasos... y se los bebía; mi esposa y yo no bebimos. Aunque estaba muy borracho, su mente aún funcionaba. Estaba acostumbrado al alcohol. Comencé a hablarle de Cristo y me escuchó con inusitada atención.

Por fin, dijo: “ya que me han dicho quiénes son ustedes, les voy a decir ahora, quién soy yo. Soy un sacerdote ortodoxo, que estuvo entre los primeros que renunciaron a su fe, cuando empezó la gran persecución desatada por Stalin. Fui de aldea en aldea, dando conferencias, negando la existencia de Dios y confesando que yo, como sacerdote, había sido un embaucador”. "Soy un embaucador''—les decía—"tal como lo son todos los otros ministros y pastores." Debido a mi fervor me conquisté el aprecio de todos y pronto me hicieron oficial de la Policía Secreta. El castigo que Dios me envió fue tremendo, ¡debía asesinar a inocentes cristianos, después de haberlos torturado! Ahora bebo buscando olvidar lo que hice, pero todo es en vano."

Muchos comunistas se suicidan. Así lo hicieron sus dos más grandes poetas, Essein y Maiakoski. También se suicidó el gran escritor Fadeev. Acababa de terminar su novela que tituló "Felicidad", en la que sostenía que la felicidad consiste en trabajar incansablemente por el comunismo. El mismo se sintió tan feliz con ello, que terminó pegándose un tiro, apenas terminada la novela. Era demasiado para su alma soportar el peso de tan inmensa mentira. Joffe y Tomkin, grandes dirigentes y luchadores comunistas, en Los Tiempos del Zar, no pudieron soportar el comunismo hecho realidad, y también terminaron quitándose la vida.

Los comunistas son desdichados. También lo son sus grandes dictadores.- ¡Qué desdichado era Stalin! Después de hacer matar a casi todos sus antiguos cantaradas, vivía en continua zozobra, pensando que alguien pretendía envenenarlo o asesinarlo. Tenía ocho dormitorios, que eran cerrados herméticamente como una caja de caudales. Nadie sabía en cuál de estos dormitorios dormiría cada noche. No probaba bocado sin que el cocinero lo probara primero en su presencia. El comunismo no hace feliz a nadie, ni siquiera a sus dictadores. Necesitan mucho a Cristo.

Derrocando al comunismo, no sólo libraríamos a sus víctimas, sino también al comunista mismo.

La Iglesia Subterránea representa una necesidad imperiosa para nuestro pueblo esclavizado. ¡Ayúdenla!

El rasgo más distintivo de la Iglesia Subterránea es su dedicación y fe.

Un ministro protestante que escribe bajo el pseudónimo de "George", cuenta en su libro respecto a la Iglesia Subterránea el siguiente incidente: Un capitán del ejército ruso se acercó a un ministro, en Hungría, y pidió hablar a solas con él. El muchacho era muy joven e imperioso, y se sentía muy importante y consciente de su papel conquistador. Fue llevado a una pequeña sala de conferencias, y al cerrarse la puerta tras él, vio un crucifijo en la pared.

"Usted sabe que ese asunto es mentira. ¡Vamos, ahora que estamos solos, admita que nunca creyó en la patraña que Cristo era Hijo de Dios!"

El ministro sonrió: "Pero mi pobre joven, ¡¡por supuesto que creo y es totalmente cierto!"

"¡No le permitiré estas bromas!", gritó el capitán. "¡Esto es serio, no se ría usted de mí."

(Sacó su revólver, y encañonando al pastor, le dijo: "Si no admite su error, dispararé."

"No puedo admitir que estoy errado, cuando estoy en la Verdad. Nuestro Señor es en verdad el Hijo de Dios," dijo el ministro.

El capitán arrojó el arma al suelo y se abrazó al hombre de Dios. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

"¡Es verdad!", gritó, "¡Es verdad; yo también creo pero no creí que los hombres morirían por esta verdad, hasta que lo descubrí por mí mismo. ¡Oh, gracias, usted ha fortalecido mí fe con sus palabras. Ahora yo también puedo morir por Cristo, pues Ud. me ha indicado cómo."

He conocido otros casos similares. Cuando los rusos ocuparon Rumania, dos soldados rusos armados entraron a una iglesia y dijeron: "¡No creemos en su fe. Los que no renuncien inmediatamente a ella, serán balaceados! ¡Los que renuncien a ella, pasen a la derecha!" Algunos se colocaron a la derecha. Estos recibieron órdenes de regresar a sus hogares. Corrieron como perseguidos por el diablo. Cuando los soldados rusos quedaron solos con los cristianos restantes, los abrazaron, diciendo: "Nosotros también somos cristianos, pero deseábamos tener comunión sólo con aquellos que aman tanto a la verdad que estén dispuestos a morir por ella".

Estos son los hombres que luchan por el Evangelio en nuestros países. No solamente luchan por sus creencias y su fe; también lo hacen por la libertad.

En muchos de los hogares cristianos occidentales, se pasan horas enteras escuchando música mundana. En nuestros hogares también se puede escuchar música a todo volumen; pero se toca solamente para que los vecinos no puedan oír la charla acerca del Evangelio y darse cuenta de nuestros trabajos clandestinos, y delatarnos a la policía.

¡Cómo se regocijan en las raras ocasiones en que se encuentran con auténticos cristianos del occidente!

El que escribe estas líneas es sólo un hombre insignificante. Pero soy la voz de los que están sin voz, de esos que están amordazados y jamás son representados en el occidente. En su nombre, pido mucha sinceridad en la fe y en la discusión de los problemas cristianos. En su nombre, pido para ellos vuestras oraciones y ayuda material para la leal y sufrida Iglesia Subterránea, de los países comunistas.

Vamos a ganar a los comunistas, en primer lugar porque tenemos a Dios de nuestra parte.

En segundo lugar, porque nuestro mensaje corresponde a las más profundas necesidades del corazón y las satisface.

Algunos comunistas que habían estado presos bajo el régimen nazi, me confesaron que habían orado en los momentos más difíciles. Hasta me ha tocado ver morir oficiales comunistas, con las palabras "Jesús, Jesús", en sus labios.

Ganaremos, porque toda la herencia cultural de nuestros antepasados está de nuestro lado. Los rusos pueden prohibir todo lo escrito por cristianos contemporáneos, pero hay libros de Tolstoi y Dostoievsky donde la gente encuentra la Luz de Cristo. Sucede lo mismo con Goethe en Alemania Oriental y con Szienkiewicz, en Polonia, y otros.

El más grande escritor rumano fue Sadoveanu. Los comunistas han publicado su libro " La Vida de los Santos", bajo el título "Leyendas de los Santos", pero aun bajo este título, las vidas ejemplares de los santos son inspiradoras.

No pueden excluir las reproducciones de los cuadros de Rafael, Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, que aparecen en la Historia del Arte. Estos cuadros hablan de Cristo.

Cuando hablo sobre Cristo con un comunista, sus más profundas necesidades espirituales son mis aliadas. Su más grande dificultad no es el no poder refutar mis argumentos, sino el no poder acallar la voz de su propia conciencia, que está de mi parte.

¡He conocido personalmente a profesores del marxismo quienes, antes de dar una conferencia atea, oraban a Dios para que El los ayudara en eso! He sabido de comunistas que caminaban muchas millas para asistir a una reunión secreta. Si eran descubiertos negaban haber asistido a ella. Luego Doraban arrepentidos, por no haber tenido valor para defender la fe que los había impulsado a asistir a esa reunión. ¡Son hombres, después de todo!

Una vez que el individuo ha llegado a la fe, aunque sea muy primitiva, la misma crece y se desarrolla. Estamos seguros que al fin la fe triunfará, porque la Iglesia Subterránea ha conocido este triunfo una y otra vez.

Cristo ama a los comunistas. Pueden y deben ser ganados para Cristo. Solamente pueden ser ganados por la Iglesia Subterránea que está detrás de la Cortina de Hierro.

Aquellos seres que deseen satisfacer el ansia del corazón de Jesús, de salvar las almas de toda la humanidad, deben ayudar a la Iglesia Subterránea a proseguir su labor. Jesús dijo: "Enseñad a todas naciones." Jamás habló de detenerse frente a la Cortina de Hierro. La fe de Dios y la Gran Comisión nos obliga a pasar más allá de esa cortina y llegar a esos hombres—que representan la tercera parte de la humanidad—que viven esclavizados por el comunismo.

Podemos llegar a ellos, colaborando estrechamente con la Iglesia Subterránea que ya está allí.

 

Tres grupos componen la iglesia subterránea:

 

PRIMERO: LOS PASTORES Y MINISTROS REEMPLAZADOS POR LOS COMUNISTAS

 

Tres son los grupos que componen la Iglesia Subterránea en los países comunistas. El primero lo forman miles y miles de ex-pastores y ministros que han sido sacados de sus iglesias y arrancados de sus rebaños, por negarse a tergiversar el Evangelio. Muchos de ellos han vivido años de prisión y torturas por causa de su fe. …Puestos en libertad, han vuelto a reasumir sus ministerios, trabajando secreta y clandestinamente en la Iglesia Subterránea. Aun cuando los comunistas hayan clausurado sus iglesias, o los hayan reemplazado por otros pastores "más dignos de confianza", continúan su ministerio más efectivamente en reuniones subterráneas, en graneros, desvanes, sótanos, pastizales de noche, o en cualquier otra parte. Estos hombres son mártires vivientes, que no cesarán en su ministerio, a pesar del riesgo de nuevos encarcelamientos y mayores torturas.

 

SEGUNDO: LA IGLESIA LAICA

 

Este segundo grupo lo forma un vasto ejército de hombres y mujeres laicos. Debe entenderse que no existen cristianos nominales, poco entusiastas, y poco decididos en Rusia y China. El precio que los cristianos pagan es demasiado alto. Debe recordarse también que las persecuciones siempre han producido mejores cristianos, los cuales dan testimonio de su fe y atraen y ganan almos. La persecución hecha por los comunistas ha tenido un resultado muy distinto al esperado, y que ha creado cristianos sinceros, decididos, luchadores, de los cuales no se ven muchos en las naciones libres. Ellos no pueden comprender cómo se puede ser cristiano y no anhelar luchar por conquistarse a las almas que los rodean.

La Estrella Roja (órgano del Ejército ruso) atacó a los cristianos rusos, expresando: "A los adoradores de Cristo les «grada asir a todos con sus ambiciosas garras." Pero sus inmaculadas vidas cristianas le ganan el respeto y el afecto de sus vecinos y coterráneos. En cualquier pueblo y ciudad, los cristianos son los más queridos y apreciados residentes. Cuando una mujer está demasiado enferma para cuidar a sus hijos, es un" madre cristiana la que viene a ayudarle con ellos. Cuando un hombre está demasiado enfermo para salir a cortar leña, es un cristiano el que viene a hacerlo. "Viven" su cristianismo y cuando testifican por Cristo, la gente escucha y cree, porque han visto a Cristo en sus vidas.

Dado que sólo un ministro autorizado puede predicar en las iglesias, millones de cristianos dedicados y fervorosos, en cada rincón del mundo comunista predican, testifican y ganan nuevas almas en los mercados, las plazas y cualquier lugar en donde van. Los diarios comunistas reconocen el hecho que los carniceros cristianos deslizan copias de los evangelios en los paquetes con carne que entregan a sus clientes. La Prensa Comunista reconoce que algunos cristianos, que ocupan puestos de responsabilidad en imprentas y diarios, se introducen de noche en los talleres para imprimir a escondidas algunos miles de copias de literatura cristiana, saliendo antes del amanecer sin ser vistos. La prensa comunista también reconoce que los niños cristianos en Moscú han recibido, de "alguna fuente", Evangelios que copian a mano, para colocarlos después en los bolsillos de los abrigos que sus profesores han dejado colgados en los percheros. Este vasto ejército de laicos es ya una fuerza misionera poderosa, efectiva, y ganadora de almas en cada país comunista.

Ex-misioneros en Cuba comunista han declarado que se ha formado en ese país una "iglesia laica" que ha tomado el lugar de los auténticos ministros y pastores que fueron perseguidos, encarcelados, y remplazados por "ministros" comunistas.

Estos millones de fervientes, sinceros y dedicados creyentes de la iglesia laica, han sido purificados por el fuego de las persecuciones con que los comunistas creyeron aniquilarlos.

 

TERCERO: PASTORES Y MINISTROS OFICIALES, QUE SE NIEGAN A SER CONTROLADOS Y SILENCIADOS

 

El tercer grupo, parte vital de la Iglesia Subterránea, es el gran número de pastores fieles de las "iglesias oficiales" controladas y amordazadas. La Iglesia Subterránea no está completamente separada de la Iglesia oficial. Muchos países comunistas como Yugoslavia, Polonia y Hungría, tienen pastores de la iglesia oficial que trabajan secretamente en la Iglesia Subterránea. En algunos países existe una interrelación entre ambas. A estos pastores se les prohíbe hablar de Cristo fuera de los pequeños recintos que son sus iglesias. No se les permite reuniones juveniles o infantiles. Los no creyentes temen asistir a ellas. A los pastores les está prohibido acudir a la casa de algún miembro enfermo, para consolarlo y orar con él. Están encerrados en un círculo tal de reglamentos y ordenanzas, decretadas por los comunistas, que sus "iglesias" han perdido todo sentido. A menudo estos pastores, enfrentados a ese círculo de controles que convierten en una farsa grotesca la llamada "libertad religiosa", y haciendo gala de un tremendo valor, arriesgan su libertad, ejerciendo un ministerio secreto y paralelo, que llega mucho más allá de las limitaciones y vallas comunistas. Estos pastores llevan un ministerio secreto a los niños y la juventud, en hogares cristianos y sótanos. Secretamente reciben y distribuyen literatura cristiana a las almas hambrientas. Arriesgan su libertad al desatender de las limitaciones oficiales que se les imponen, ministrando entre las almas hambrientas que los rodean. Aparentemente dóciles y obedientes, arriesgan todo en su afán de cumplir con su ministerio, que es esparcir la Palabra de Dios. Varios hombres como éstos fueron descubiertos en Rusia recientemente y condenados a largos años de cárcel.

Ellos son las partes vitales de la Iglesia Subterránea. Expastores—descubiertos y perseguidos por los comunistas; la iglesia laica; pastores oficiales, que además continúan con un ministerio clandestino mucho más eficaz y de un alcance mucho más amplio que el autorizado—todos éstos están trabajando en la Iglesia Subterránea, la que existirá hasta que el comunismo sea derrotado.

En algunas regiones, uno de esos grupos es más activo que los otros dos, pero todos están presentes, trabajando por Cristo, con grave riesgo de ser descubiertos.

Un hombre que viaja constantemente por los países comunistas y que se interesa profundamente por los asuntos religiosos, al volver de su último viaje declaró que jamás durante ellos había conocido ninguna Iglesia Subterránea.

Es como viajar por África Central, en medio de tribus salvajes y expresar al regreso: "He investigado concienzudamente; les he preguntado si hablan en prosa y me han respondido que no." La verdad es que todos hablan en prosa, sin saberlo.

Los cristianos de los primeros tiempos no sabían que eran cristianos. Si se les hubiese interrogado acercarle religión, habrían respondido que eran judíos, israelitas, que creían en Jesús como el Mesías, hermanos, santos, hijos de Dios. El nombre de "cristianos" se les aplicó por primera vez, mucho más tarde, en Antioquia.

Ninguno de los partidarios de Lutero sabía que eran luteranos; Lutero mismo protestó enérgicamente de ese nombre.

"Iglesia Subterránea" es el nombre dado por los comunistas y por los investigadores y observadores occidentales de la situación religiosa en aquellos países, a una organización secreta que se formó espontáneamente en todo el mundo dominado por el comunismo. Sus miembros no se refieren a ella por ese nombre. Se llaman a sí mismos cristianos, creyentes, hijos de Dios. Pero, dirigen un trabajo clandestino, se reúnen secretamente, predican el Evangelio en reuniones secretas a las que muchas veces asisten precisamente los extranjeros que sostienen no haber conocido la Iglesia Subterránea. Es un nombre muy apropiado, acuñado por sus adversarios y por aquellos que, desde el extranjero, observan con asombro, admiración y afecto a esa maravillosa organización secreta.

Usted puede viajar durante años por el occidente, sin jamás llegar a conocer una red de espionaje soviético; lo que no significa que no exista. Lo que sucede es que esa organización no es tan estúpida como para mostrarse ante los ojos del curioso.

En el siguiente capítulo cito extractos de la prensa sovié­tica que prueban la existencia y creciente importancia de esta valerosa Iglesia Subterránea.

 

CAPITULO SEIS

 

COMO EL CRISTIANISMO ESTA DERROTANDO AL COMUNISMO

 

Ya he relatado nuestras propias experiencias en lo relativo a diseminar secretamente el mensaje de Cristo en el ejército ruso, como asimismo en la Rumania comunista.

He apelado a Uds. a ayudar a predicar a Cristo a los comunistas y a los pueblos oprimidos por ellos.

¿Es mi desafío "visionario" e "irrealizable"?

¿Es práctico?

¿Existe la Iglesia Subterránea ahora en Rusia y otros países? ¿Es todavía factible tal labor subterránea en esas regiones?

A estas interrogaciones podemos responder con muy buenas noticias.

En estos momentos el comunismo celebra medio siglo de poderío. Pero su victoria es, al mismo tiempo, su derrota. El cristianismo es quien ha ganado, no el comunismo. La prensa rusa, que nuestra organización revisa cuidadosamente, está llena de informaciones sobre la Iglesia Subterránea. Esta Iglesia ha obtenido tal fuerza que, por primera vez, está trabajando casi públicamente, lo que no deja de alarmar a los comunistas. Estas noticias son confirmadas por informes que poseemos y que nos han sido proporcionados por otras fuentes.

Recuerde que la Iglesia Subterránea es igual que un témpano. Gran parte de su masa está bajo el agua, pero una pequeña porción está visible.

En las páginas siguientes doy un corto resumen de las noticias más importantes.

 

La cima del témpano

 

El 7 de noviembre de 1966, en Suhumi (Cáucaso), la Iglesia Subterránea celebró una grandiosa manifestación al aire libre. Muchos creyentes vinieron de otras ciudades para asistir a esa reunión. Después del llamado al Altar, cuarenta y siete jóvenes aceptaron a Cristo y fueron bautizados en el mismo lugar—en el Mar Negro. Tal como en los tiempos bíblicos.

No hubo un período de instrucción previa. Después de cincuenta años de dictadura comunista, en que no ha sido posible adquirir Biblias u otros libros cristianos, y debido a la carencia de seminarios, los ministros de la Iglesia Subterránea no tienen educación teológica; pero tampoco la tenía Felipe, el diácono, cuando el eunuco, con quien había hablado durante menos de una hora, le preguntó: "Vea, aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?" De inmediato fueron al agua y el convertido fue bautizado (Hechos 8:36-38).

En el Mar Negro hay suficiente agua, y la Iglesia Subterránea ha empezado otra vez con las prácticas de los tiempos bíblicos.

Uchitelskaia Gánela (Revista de los Profesores), del 23 de agosto de 1966, informa que en Rostovon-Don, algunos bautistas, que se negaron a inscribir a sus miembros de acuerdo con la ley y a obedecer a los supuestos "dirigentes" nombra dos por los comunistas, organizaron un desfile callejero.

Fue un primero de Mayo. Así como Jesús hizo Sus milagros en día sábado, desafiando a los fariseos opositores, la Iglesia Subterránea también elige los días de celebración comunista para desafiar las leyes comunistas.

El Primero de Mayo es día de fiesta para los comunistas; es día de organizar grandes demostraciones, con asistencia obligatoria. Pero esta vez, la segunda gran fuerza de Rusia— la Iglesia Subterránea—también hizo su aparición ese día en las calles.

Llegaron mil quinientos creyentes. Los guiaba solamente el amor a Dios. Sabían que arriesgaban su libertad. También sabían que en la prisión les aguardaban las privaciones, hambre y torturas.

Todo creyente ruso conoce el "Manifiesto Secreto”, impreso por los evangélicos cristianos en Bamaul, en el cual se describe como la hermana Hrnara, de la aldea de Kuhmga, recibió las noticias que su marido habla muerto en prisión. Se convirtió en una viuda con cuatro pequeños hijos. Cuando recibió el cuerpo de su marido, pudo notar las huellas de las esposas en sus muñecas. Las manos, dedos y la planta de los pies estaban horriblemente quemados. La parte baja del estómago tenía marcas de cuchillos. El pie derecho estaba hinchado. En ambos pies había señales de golpes. El cuerpo entero estaba cubierto de llagas, producidas por los horribles golpes.

Cada creyente que había venido a la demostración pública en Rostov-on-Don sabía que ese también podría ser su destino. A pesar de todo vinieron.

También sabían que este mártir, quien había dado su vida a Dios, sólo tres meses después de su conversión, fue sepul­tado ante una gran multitud de creyentes que portaban letreros con el siguiente texto: "¡Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia!" "¡No temáis a los que matan el cuerpo mas no pueden matar al alma!"

"Vi debajo del altar las almas de los que habían muerto por la Palabra de Dios."

El ejemplo de ese mártir inspiró a los concurrentes en Rostov-on-Don. Una verdadera multitud se juntó frente a una pequeña casita. Estaban por todas partes, algunos en los tejados vecinos; otros, encaramados en los árboles, como Zaqueo en la antigüedad. Ochenta se convirtieron, en su mayoría jóvenes. De estos, veintitrés eran exkomsomols (miembros de la Organización de Juventudes Comunistas). Los creyentes cruzaron la ciudad, hasta las riberas del río Don, donde se efectuaron los bautismos.

Los automóviles de la policía llegaron hasta ese lugar, rodeando a los creyentes. Sus intenciones eran detener a los hermanos responsables (ya que les era imposible arrestar a los mil quinientos presentes).

Todos los allí reunidos cayeron entonces de rodillas, rogando a Dios que defendiera a sus hijos, permitiéndoles finalizar el servicio de ese día.

En seguida, los hermanos se juntaron hombro con hombro y rodearon a los que presidían, con la esperanza de impedís que la policía los detuviera. Como puede comprenderse, la situación era muy tensa.

La revista UchUekkaia Gazeta, informa que la "ilegal organización bautista en Rostov tiene una imprenta clandestina (en Rusia, el término "bautista'' incluye a los Evangélicos y Pentecostales), donde se imprimen folletos y volantes en los que se exhorta la juventud a mantenerse firmes en la fe. Uno de esos folletos pedía a los padres cristianos que hicieran algo que considero muy oportuno, lleven a sus hijos a los funerales para que aprendan a no temer lo transitorio.'" También se les pedía que dieran a sus hijos una educación cristiana, como antídoto al ateísmo con que se envenena a sus espíritus en las escuelas comunistas.

Termina la revista preguntando: "¿Por qué son tan tímidos los profesores, en su obligación de inmiscuirse en la vida de esas familias cuyos hijos son idiotizados por la religión?"

Esta "Revista de los Profesores" también relata lo sucedido durante el juicio seguido en contra de los miembros de la iglesia, que bautizaron secretamente a los convertidos. "Los jóvenes creyentes citados como testigos, se portaron en forma prepotente y desafiante en la corte comunista. Su comporta miento fue fanáticamente violento. Las jóvenes que asistían al juicio observaban Henos de admiración a ¡os acusados, a la par que mostraban su desprecio por el público ateo presente. 1* Los miembros de la Iglesia Subterránea han arriesgado prisión y golpes para exigir mayor libertad religiosa frente al cuartel general del Partido Comunista en Rusia.

Tenemos en nuestro poder un documento secreto emanado del Comité "Ilegal" de las Iglesias Evangélicas Bautistas de la Unión Soviética que contradice y rechaza lo expresado en "Vida Soviética de Hoy", (No. 8, 1963), por la "Unión Bautista", organismo controlado por los comunistas y dirigida por el traidor Karev, en el que se alaba la "humanidad" de los asesinos en masa de cristianos y se desfigura y agranda la mal llamada "libertad religiosa" en ese país. Este documento ha sido enviado de contrabando al occidente, por medio de canales secretos.

En este documento se da cuenta de otra heroica demostración pública, efectuada esta vez en Moscú mismo.

Traduzco del Manifestó:

Comunicado urgente.

"Amados hermanos y hermanas. Sea con ustedes las bendiciones y la paz de Dios nuestro Señor Jesucristo.

"Deseamos informarles que quinientos delegados de las iglesias cristianas bautista, que viajaron a Moscú el 16 de mayo de 1966 con el objeto de intervenir ante los organismos centrales del poder, se dirigieron a la Casa del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética Socialista, pidiendo ser recibidos y escuchados.

"Entregamos una petición que iba dirigida al Secretario General, Brezhnev".

Se dice también en el Manifiesto que estos quinientos representantes permanecieron todo el día ante el edificio. Era la primera demostración anti-comunista llevada a cabo en Moscú, y fue hecha por la delegación de la Iglesia Subterránea. Al atardecer presentaron una segunda petición a Brezhnev en la cual se quejaban de que un cierto "camarada" Stroganov rehusó transmitir la petición a Brezhnev y los amenazó.

Los quinientos delegados permanecieron en la calle toda la noche. A cada rato pasaban automóviles, con el fin de salpicarlos de barro y lodo y para insultarlos. A pesar de la lluvia y los insultos, permanecieron en su lugar frente al edificio del partido comunista hasta el amanecer.

Al día siguiente, los quinientos delegados fueron invitados a entrar al edificio, para entrevistarse con algunas autoridades comunistas de menor jerarquía, pero, "sabiendo que otros creyentes que habían sido invitados por las autoridades a entrar en algún edificio, a menudo eran golpeados si no había testigos presentes, al delegación rechazó de plano la invitación y continuaron aguardando hasta ser recibidos por Brezhnev".

Entonces sucedió lo inevitable.

A las 13.45 llegaron veintiocho autobuses llenos de poli cías que iniciaron una brutal represión contra los creyentes. "Formamos un círculo tomados de las manos, y empezamos a cantar el himno: "Los mejores días de nuestras vidas son los días en que podemos cargar la cruz." Los hombres de la policía secreta empezaron a golpear a viejos y jóvenes, sin piedad. Sacaban a los hombres de la fila y los golpeaban en ¡a cara y la cabeza y luego los tiraban a la calzada. A algunos hermanos los arrastraron por los cabellos para meterlos en los autobuses. Si alguno trataba de escaparse era golpeado hasta quedar sin sentido. Después que los vehículos estuvieron repletos de cristianos, se dirigieron a un lugar desconocido. Los cantos de nuestros hermanos y hermanas se escuchaban desde los autobuses. Todo esto sucedió ante la vista de una multitud de personas."

Ahora continúa algo más hermoso. Después que los quinientos fueron arrestados y seguramente torturados, el hermano G. Vins y otro dirigente, el hermano Horev (los reales pastores del rebaño de Cristo), todavía tuvieron el valor de llegar hasta el Comité Central del Partido Comunista—tal como después del arresto de Juan el Bautista, Jesús empezó su predicación pública en el mismo lugar y con las mismas palabras por las cuales Juan el Bautista fue arrestado: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca" (Mateo 4:17).

Vins y Horev solicitaron saber dónde se encontraba la delegación que había sido arrestada, y demandaron se les pusiera en libertad. Estos dos valientes cristianos desaparecieron del mundo. Después supimos que habían sido llevados a la cárcel Lefortovslda.

¿Estaban atemorizados estos cristianos de la Iglesia Subterránea? ¡No!, inmediatamente, y arriesgando su libertad, otros hermanos se pusieron en campaña para publicar este manifiesto que tenemos frente a nosotros, que cuenta la historia de lo sucedido, expresando, que "porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en Él, sino que también padezcáis por Él" (Fil.1:29). Exhortan a los hermanos "a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto hemos venido puestos" (1a. Tes.3:3). También citan Hebreos 12:2 piden a los creyentes "que pongan los ojos en Jesús, el autor y consumador de le fe, el cual, por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio."

La Iglesia Subterránea ha combatido abiertamente el envenenamiento ateo de la juventud en Rostov, Moscú y en toda Rusia. Están combatiendo contra el veneno comunista y contra los dirigentes traidores de la Iglesia Oficial, de quienes dicen en uno de sus manifiestos secretos: "En nuestros días Satanás dicta y la "iglesia" acepta todas las decisiones que son contrarias a los mandamientos de Dios" (citado en Pravda UkraM, 4 de octubre de 1966).

Praoda Vostoka dio publicidad al juicio seguido contra los hermanos Alexei Neverov, Boris Garmashov y Axen Zubov, que organizaron grupos para escuchar el Evangelio transmitido desde una emisora norteamericana. Captaban estos mensajes en cintas magnetofónicas que luego circulaban entre los fieles. También fueron acusados de organizar reuniones secretas de evangelización, bajo la forma de "excursiones" y "círculos artísticos". Así trabaja la Iglesia Subterránea, tal como trabajaba la Iglesia Primitiva en las catacumbas de Roma.

Sooietskaia Moldavia, 15 de septiembre de 1966, se queja también de que la Iglesia Subterránea imprime folletos en mimeógrafo, para ser distribuidos. Se congregan en los lugares públicos!—aunque la ley los prohíbe—y salen a dar testimonio de Cristo.

Este mismo diario dice que en un tren que iba de Reni a Chisinau, tres jóvenes y cuatro niñas cantaron un himno cristiano llamado "Dediquemos nuestra juventud a Cristo". El reportero dijo estar asqueado que estos creyentes de predican "en las calles, en las estaciones, en trenes, autobuses incluso en edificios públicos." Esto es otra demostración de cómo la Iglesia Subterránea trabaja hoy en Rusia.

Cuando en el juicio de estos cristianos se anunció la sentencia por el crimen de cantar himnos cristianos, ellos cayeron de rodillas, diciendo: "Nos entregamos en las manos de Dios. Te agradecemos, Señor, que Tú nos haya permitido sufrir por esta fe." Luego el público, guiado por el "fanático" hermano Madan, comenzó a cantar en la sala del Tribunal el himno por el cual sus hermanos acababan de ser sentenciados a prisión y torturas.

¡El primero de mayo, los cristianos de Copceag y Zaharovka, aldeas que carecen de iglesias, organizaron en forma secreta un servicio en el bosque!

También organizaron reuniones disimuladas como "fiestas de cumpleaños" (Muchas familias cristianas compuestas por cuatro o cinco miembros, celebran hasta treinta y cinco cumpleaños por año para encubrir reuniones secretas).

Ni la prisión ni la tortura pueden amedrentar a los miembros de la Iglesia Subterránea. Tal como sucedió con los pri meros cristianos, la persecución sólo aumentó su dedicación.

Pravda Ukraini, del 4 de octubre de 1966, dijo del hermano Prokofiev — uno de los dirigentes de la Iglesia Subterránea rusa—que ya ha cumplido tres sentencias de cárcel y que, apenas recobre la libertad, comienza a organizar nuevas escuelas dominicales secretas. Shora ha sido arrestado de nuevo.

El escribió en un manifiesto secreto: "Al someterse a las ordenanzas humanas (se refiere a las leyes comunistas), la iglesia oficial ha perdido la bendición de Dios."

Cuando escuchen hablar de un hermano condenado a pena de cárcel, no piensen que en las prisiones rusas se vive igual que en las prisiones occidentales. Estar preso en ellas significa hambre, tortura y lavado de cerebro.

Nauka i Reügia (Ciencia y Religión), No. 9, de 1966, advierte que los cristianos imprimen literatura evangélica en el interior de las tapas de Ogoniok—revista parecida a Look O Time. Además reparten libros en cuya portada se puede ver Ana Karenina, novela de León Tolstoi, y dentro de ella hay ¡una porción de la Biblia!

También, para sus himnos usan la melodía de " La Internacional", pero sus versos alaban ¡a Cristo! (Kazakstanskaia Pravda, 30 de junio de 1966).

En una carta secreta publicada en Kulunda (Siberia), los cristianos dicen que los dirigentes oficiales de los "bautistas", "han destruido la iglesia y sus verdaderos servidores en el mundo, de la misma manera que los sumos sacerdotes, escribas y fariseos entregaron a Jesús a Pilato". Sin embargo, ¡la fiel Iglesia Subterránea sigue adelante!

¡La novia de Cristo continúa sirviéndole! Los mismos comunistas admiten que tengo razón cuando sostengo que la Iglesia Subterránea atrae comunistas a Cristo. ¡Pueden ser ganados!

Bakinskii Rabochi. (El Obrero de Bakú), 27 de abril de 1966, reprodujo una carta de Tañía Ciugunova (miembro de la Liga Juvenil Comunista) que fue ganado para Cristo. La carta fue confiscada por las autoridades comunistas:

"Querida tía Nadia, te envío las bendiciones de nuestro amado Señor. Tía Nadia, ¡cuánto me ama! No somos nada delante de El. Tía Nadia, creo que tú entiendes estas palabras: 'Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen'."

La confiscación de esta carta significó el arresto del hermano Peter Serebrennikov, quien fue el instrumento de la con versión de Tania y otros jóvenes comunistas. El periódico comunista cita de uno de sus sermones: "Nosotros debemos creer en nuestro Salvador, como los primeros cristianos lo hicieron. Para nosotros, la ley principal es la Biblia. No reconocemos otra cosa. Debemos apurarnos para salvar a los hombres del pecado, especialmente a la juventud." Cuando se le informó que la ley soviética prohíbe hablar de Cristo a la juventud, respondió: "Para nosotros solamente a la Biblia es la ley"—, respuesta muy normal donde una cruel dictadura atea gobierna el país.

Luego, el diario comunista describe un "cuadro salvaje": "Los jóvenes y las niñas cantan himnos espirituales. Reciben el bautismo ritual y cumplen con las peligrosas y traidoras enseñanzas de amar a nuestros enemigos."

Bakinskii Rabochi dice que muchos jóvenes y señoritas que pasan por miembros de la Liga de Jóvenes Comunistas, son en realidad, ¡cristianos! Concluye el artículo con las siguientes palabras: "Qué poco poder tendrá la escuela comunista, qué aburrida y falta de luz... si delante de las propias narices de los indiferentes educadores, los pastores conquistan a sus discípulos."

Kazakstanskaia Pravda, 30 de junio de 1966, se horrorizó al descubrir que el mejor alumno, que tenía las más altas notas y calificaciones, ¡era un muchacho cristiano!

Khgizkaia Pravda, 17 de enero de 1966, cita un párrafo de un panfleto cristiano, dirigido a las madres cristianas: "Unamos nuestros esfuerzos y oraciones para poder dedicar a Dios la vida de nuestros hijos, desde la cuna misma. ¡Salvemos a nuestros hijos de la influencia mundana!" Estos esfuerzos se han visto coronados por el éxito. Los mismos diarios comunistas lo testifican. El cristianismo avanza y progresa entre la juventud.

Un diario de Celiabinsk, Rusia, describe cómo una señorita de la Liga de Jóvenes Comunistas, llamada Nina, se hizo cristiana al asistir a una reunión secreta.

Sovietskaia Justitia, No. 9, 1966, describe una reunión semejante: "Se reúnen a medianoche. Escondidos, temerosos, desconfiando aun de sus propias sombras, acudía la gente de todas partes. Los hermanos reunidos llegaron a una pieza oscura, de techo bajo. Había tantos que no era posible arrodillarse. Debido a la falta de aire se apagó la llama de la antigua lámpara de gas. El sudor corría por todos los rostros. Uno de los hermanos vigilaba en la calle, por si llegaba la policía." Sin embargo, Nina dijo que en una reunión igual, había sido recibida con abrazos, ternura y atenciones. "Ellos tienen, como yo tengo ahora, una fe grande e iluminadora—una fe en Dios—El nos protege. ¡No importa que los kommosols que me conocen, pasen cerca de mí, en la calle, sin querer reconocerme. ¡No importa que me desprecian y que me lancen a la cara, cual bofetada, el término "bautista"! ¡Que lo hagan, no los necesito!".

Así también, otros jóvenes comunistas, como ella, han tomado la decisión de servir a Cristo hasta el fin.

Kazakstanskaia Pravda, del 19 de agosto de 1967, describe el juicio de los hermanos Klassen, Bondar y Teleghin. No se nos dice cuál fue la sentencia que se les dio, pero sí cuál había sido su "crimen". Habían enseñado a niños acerca de Cristo.

Sovietskaia Kirghzia del 15 de junio de 1967, se queja de que los cristianos "provocan la aplicación de medidas administrativas contra ellos." Así las inocentes autoridades comunistas, siendo continuamente provocadas por estos obstinados cristianos a arrestarlos, acaban de hacerlo con otro grupo de ellos. Su "crimen" fue tener una imprenta ilegal y seis aparatos para encuadernar libros, con los cuales imprimían literatura cristiana.

Pravda, del 21 de febrero de 1968—informa que miles de mujeres y muchachas fueron descubiertas usando cintas y cinturones sobre los cuales había impresos versículos bíblicos y oraciones. Las autoridades investigaron y descubrieron que la persona responsable de lanzar esta nueva moda (que yo recomendaría también en el occidente) era nada menos que un miembro cristiano de la policía comunista, el hermano Stasiuk de Liubertz. El periódico luego anuncia su arresto.

Las respuestas que dan los cristianos de la Iglesia Subterránea, cuando deben prestar declaraciones en las cortes comunistas, son de clara inspiración divina. Un juez preguntó: "¿Por qué Ud. intentaba atraer gente a su secta, que está prohibida?" Una hermana cristiana le respondió: "Nuestra meta es ganar el mundo entero para Cristo."

"Su religión es anti-científica", increpó el juez, en otra prueba, a una señorita acusada — una estudiante — a lo que ella respondió: "¿Sabe Ud. más sobre ciencia que Einstein y Newton? Ellos eran creyentes. Nuestro universo lleva el nombre de Einstein. En el colegio me han enseñado que se llama Universo Einsteniano. Einstein escribe: 'Si pudiera purificar al judaísmo de los profetas y el cristianismo como lo enseñó Jesús de lo que siguió después, especial­mente el clericalismo, tendríamos una religión que salvaría al mundo de toda perversidad social. Es sagrado deber de todo hombre predicar esta religión hasta lograr el triunfo'. Y recuerde Ud., por otra parte, a nuestro gran filósofo Pavlov… ¿no dicen nuestros propios libros que él era cristiano? Aun Marx, en el Prefacio a su libro “El Capital”', dijo: “El cristianismo, especialmente, el protestantismo, es la religión ideal para reformar los caracteres que han sido destruidos por el pecado'. Mi carácter fue destruido por el pecado. Marx me enseñó a convertirme en cristiana, para recobrarlo. ¿Cómo pueden ustedes, los marxistas, juzgarme por esto?" Es fácil comprender por qué el juez no supo qué contestar.

A esta misma acusación de tener una religión anticientífica, otro cristiano contestó a sus jueces: "Estoy seguro que usted no es tan gran científico que pueda compararse a Simpson, descubridor del cloroformo y muchas otras medicinas. El, cuando se le preguntó cuál era su mayor descubrimiento, contestó: “No fue el cloroformo. Mi mayor descubrimiento fue reconocer que soy pecador y que podía ser salvo por la gracia de Dios." La vida, el sacrificio personal y la sangre que están dispuestos a derramar por su fe, es el mejor argumento que puede presentar la Iglesia Subterránea para defender su fe. Forma lo que el renombrado misionero en África, Alberto Schweizer, llamó "la sagrada cofradía de los que llevan el estigma del dolor." Cofradía a la que pertenecía Jesús, Varón de dolores. La Iglesia Subterránea está unida a su Salvador por un lazo de amor, y ese mismo lazo une a los miembros de la iglesia. No hay fuerza en el mundo que pueda derrotarlos.

En una carta, que fue enviada de contrabando, la Iglesia Subterránea sostiene: "No oramos para poder ser mejores cristianos, sino para ser la única clase de cristianos válidos ante Dios; cristianos igual a Cristo, esto es, cristianos capaces de cargar la cruz, por la gloria de Dios."

Con la sapiencia de las serpientes, de acuerdo a las enseñanzas de Jesús, los cristianos se niegan a dar los nombres de sus dirigentes, cuando se les interroga al respecto.

Pravda Vostoka ( La Verdad del Este), 15 de enero de 1968, nos cuenta cómo la acusada María Sevciuk, al serle preguntado quién la había convertido, contestó: "Dios me atrajo hacia su congregación." A otra pregunta, "¿Quién es su dirigente?", contestó: "No tenemos ningún dirigente humano."

Se le preguntó a un grupo de niños: "¿Quién les enseñó a que renunciaran a los Pioneros y se sacaran la corbata roja?" Respondieron: "Lo hemos hecho por nuestra propia voluntad; nadie nos ha enseñado."

Aunque en algunos lugares es posible ver la "cima" del témpano, en otros lugares, los cristianos practican el auto-bautismo, para evitar el encarcelamiento de sus dirigentes. En algunas partes se bautiza en los ríos. Tanto el bautizado como el bautizador llevan máscaras en sus rostros, para evitar ser fotografiados.

Uchüelskaia Gazeta, del 30 de enero de 1964, describe una conferencia atea, en la aldea de Veronin, del distrito Volnecino-Korkü Tan pronto terminó de hablar el conferencista, "los creyentes rebatieron sus enseñanzas, con palabras y preguntas capciosas", a las que el hombre no supo responder. Les preguntaron: "¿De dónde sacan, ustedes los comunistas, los principios morales de que tanto hacen alarde—pero que no practican, tales como "no robar y no matar"?" A renglón seguido le demostraron que tales enseñanzas se encuentran en la Biblia, tan despreciada por los comunistas. El conferencista se turbó, y la reunión terminó con una clara victoria para los cristianos.

 

Crece la persecución hacia la iglesia subterránea

 

Los cristianos de la Iglesia Subterránea hoy sufren más que nunca. En la Rusia de hoy se persigue a todas las religiones. Para los cristianos es muy doloroso saber de las opresiones a que se someten en los países comunistas a los judíos. No obstante, el objetivo principal del ataque es la Iglesia Subterránea. La Prensa Soviética habla de una ola de arrestos en masa, con los consiguientes juicios y sentencias condenatorias. En cierto lugar, ochenta y dos cristianos fueron internados en un manicomio. Veinticuatro de ellos murieron a los pocos días, por "exceso de oraciones." ¿Desde cuándo las oraciones matan? ¿Pueden Uds. imaginarse los padecimientos que debieron soportar?

El pero sufrimiento a que se les somete es que si se les sorprende enseñando a sus hijos sobre Cristo, éstos le son quitados para toda la vida, y no tienen, siquiera, el derecho de visitarlos.

La Unión Soviética firmó la Declaración de las Naciones Unidas contra "la discriminación en materia de educación", que estipula: "Los padres deben tener el derecho de asegurar la educación moral y religiosa de sus hijos de acuerdo a sus propias convicciones." El traidor Karev, dirigente de la Unión Bautista Oficial en la Unión Soviética, hablando de lo antedicho, aseguró que en Rusia esto es una realidad … ¡y los ingenuos lo creen!—Ahora, escuchen lo que dice la Prensa Soviética.

Sowjetskaia Bussia, del 4 de junio de 1963, relata el caso de la bautista Markrinkowa, a quien le quitaron sus seis hijos porque les enseñó la fe cristiana y les prohibió usar la corbata roja de los Pioneros.

Cuando escuchó la sentencia, dijo solamente: "Sufro por la fe." Es su obligación pagar por el mantenimiento de los niños que le fueron quitados. Ahora son paulatinamente envenenados con la doctrina atea. ¡Madres cristianas, imaginen so agonía!

Uctiebkaia Gazeta nos cuenta que lo mismo le sucedió a Ignatii Mullin y a su esposa. El juez le ordenó que abandonara su fe. Les dijo: "Escojan entre Dios y su hija. ¿Escogen a Dios?" El padre respondió: "No renunciaré a mi fe."

Pablo dice: "Todas las cosas obran para bien…" He visto a niños que fueron criados como cristianos, arrebatados a sus padres y colocados en escuelas comunistas. ¡En vez de convertirse en ateos, esos niños enseñaban su fe a los demás! La Biblia dice que, quien ama a sus hijos más que a El, no es digno de Él. Estas palabras tienen gran significado detrás de la Cortina de Hierro.

Traten de estar una semana sin ver a sus hijos, y entonces conocerán los sufrimientos de nuestros hermanos en Rusia.

Sería injusto hablar solamente de la Iglesia Subterránea Protestante. Los cristianos ortodoxos en la Rusia de hoy están totalmente cambiados. Millones de ellos han estado en la cárcel. Allí no tenían rosarios, crucifijos, imágenes, incienso ni velas. Los laicos no contaban, ni siquiera con un sacerdote ordenado. Los sacerdotes no tenían sotanas, pan de trigo ni vino de consagrar. No poseían santos, óleos, ni libros de oraciones preparadas para leer. Por todo esto, descubrieron cómo prescindir de esos objetos, dirigiéndose directamente a Dios por medio de la oración. Empezaron a orar y Dios les envió su Espíritu Santo. Un auténtico despertar espiritual, muy parecido al cristianismo fundamental, está invadiendo a los ortodoxos en Rusia.

Sucede así en Rusia, al igual que en los países satélites. Hay una Iglesia Subterránea Ortodoxa, que en realidad es evangélica, fundamental y que está muy cerca de Dios, manteniendo solamente por la fuerza de la costumbre un poco del ritual ortodoxo. Esta Iglesia Ortodoxa Subterránea también ha dado grandes mártires. ¿Quién podría decir dónde se encuentra ahora el anciano arzobispo Yermogen, de Kalgua?, El osó protestar contra la pérfida colaboración entre el Patriarcado y el gobierno comunista ateo.

¡Cincuenta años de gobierno comunista! Y la prensa rusa está llena de comentarios sobre la Iglesia Subterránea y de sus triunfos. Pasa a través de indecibles injusticias, no obstante, permanece fiel … ¡y crece!

Nosotros los rumanos hemos sembrado la semilla con nuestro trabajo subterráneo dentro del ejército ruso. Así también lo han hecho otros dentro de la misma Rusia y en países invadidos por ellos. ¡La semilla ha dado fruto!

¡El mundo comunista puede ser ganado para Cristo! Los comunistas pueden convertirse en cristianos. También pueden convertir y liberar a los que son oprimidos por ellos, si nosotros vamos en su ayuda.

La prueba de que estoy en lo cierto es el auge que ha tomado la Iglesia Subterránea dentro de la Unión Soviética, en China y en casi todos los países comunistas.

Para mostrar a ustedes el noble comportamiento de nuestros hermanos cristianos bajo circunstancias terribles, cito a continuación algunas cartas enviadas desde Rusia. Las últimas nos llegaron desde prisiones de aquel país.

 

Cómo Varia, una joven comunista, encuentra a Cristo, testifica y llega a ser condenada a trabajos forzados

 

Las primeras tres cartas son de María, la joven cristiana que llevó a Varia a Cristo.

 

PRIMERA CARTA:

"... sigo viviendo aquí. Todos me quieren mucho. También soy amiga de un miembro de la célula local del Komsomol (Liga Juvenil Comunista). Ella me dijo: 'No comprendo la clase de persona que eres. Aquí muchos te insultan y te dañan, pero todavía, tú los amas'. Le contesté que Dios nos ha enseñado a amar a todos; no sólo a los amigos, sino también a los enemigos. Tiempo atrás, esta joven me hizo mucho daño, pero oré por ella de manera especial. Cuando me preguntó si acaso también la amaba a ella, la abracé y las dos nos pusimos a llorar. Ahora oramos juntas.

"Por favor, ora por ella. Su nombre es Varia.

Cuando escuchas a aquellos que ruidosamente niegan a Dios, parece que realmente lo creen. No obstante, la vida muestra que muchos de ellos, aunque blasfeman con sus labios, en sus corazones sienten una angustia tan grande que puedes oír los lamentos de sus corazones... Esos hombres buscan algo, y desean cubrir su vacío interior con su impiedad.

Tu hermana en Cristo, María."

 

SEGUNDA CARTA:

"En mi carta anterior te escribí acerca de Varia, la joven atea. Ahora me apresuro a contarte a ti y a mis amados, de nuestra' gran alegría: Varía recibió a Jesús como su Salvador personal, testificando públicamente ante todos.

"Cuando creyó en Cristo y supo de la dicha de la salvación, ella al mismo tiempo sintió gran pena. Le dolía haber propagado que no había Dios. Ahora está decidida a expiar su culpa.

"Cuando fuimos Junto con Varia a la reunión atea, aunque le advertí el peligro de la indiscreción, fue inútil. Varia insistió en ir y yo la acompañé, para tratar de evitar un incidente. Después que se cantó el himno comunista (ella no participó en el canto), avanzó hasta colocarse delante de la asamblea. Con mucho valor y sentimiento testificó ante todos los allí reunidos, declarando que Cristo era su Salvador, y al mismo tiempo pidió perdón a sus camaradas por haber tenido cerrados sus ojos espirituales hasta ese momento, y no ver que ella misma iba a la perdición y estaba conduciendo a otros a ese mismo destino. Les pidió que renunciaran a sus vidas pecadoras y que acudieran a Cristo.

"Todos permanecieron en silencio y nadie se atrevió a interrumpirla. Al terminar de hablar, cantó, con su maravillosa voz, el himno cristiano: 'No me avergüenzo de proclamar al Cristo que murió por defender Sus mandamientos y el poder de Su cruz".

"Después que terminó el himno … fue arrestada.

"Hoy estamos a 9 de mayo, no sabemos nada de ella, pero sí estamos seguros que Dios puede salvarla. ¡Oremos!

Tu María."

 

TERCERA CARTA:

"Ayer, 2 de agosto, pude conversar en la prisión, con nuestra querida Varia. Mi corazón sangra cuando pienso en ella. Es que es tan joven. Tiene solamente diecinueve años. Así también, como creyente en el Señor, es sólo un bebé espiritual. Pero ama al Señor de todo corazón y ha seguido el camino más difícil. La pobre niña está hambrienta. Cuando supimos que estaba en la cárcel, comenzamos a enviarle paquetes, pero sólo recibía un poco de lo que le enviábamos.

"Cuando la vi ayer, estaba delgada, pálida y arruinada. Sólo los ojos le brillaban con la paz de Dios y con una alegría extraterrena.

"Sí, mis amados, aquéllos que no han tenido la experiencia de la maravillosa paz de Cristo, no pueden entenderlo… pero, cuan felices son los que tienen esta paz. Para nosotros, que estamos en Cristo, no debiera haber ni sufrimientos ni frustraciones que nos detuvieran.

"A través de las rejas le pregunté: '¿Varia, no estás arrepentida de lo que hiciste?' 'No,' me contestó. “Y si me libertaran, volvería a ese lugar para hablarles del gran amor de Cristo. Estoy muy gozosa de haber sido elegida por el Señor, para sufrir en su Nombre”.

"Les ruego con todo fervor, oren por ella, en forma muy especial. Probablemente la enviarán a Siberia. Le han quitado sus ropas y demás pertenencias. Se ha quedado sin nada excepto lo puesto. No tiene familiares, y debemos proporcionarle las cosas más esenciales. Puse aparte la última remesa que me mandaron. Si fuese deportada, se lo entregaré. Creo que Dios le concederá fuerza y valor para soportar las penalidades futuras. ¡Que Dios la guarde!

Tu María."

 

CUARTA CARTA:

"Querida María: Por fin puedo escribirte. Llegamos sin novedad a.... Nuestro campamento queda a 10 millas de la ciudad. No puedo describir nuestra vida aquí, en fin, tú la conoces; solamente quiero contarte algo de mí misma. Le doy gracias a Dios por darme salud y por poder trabajar. Yo y la hermana "X" fuimos designadas para trabajar en el taller. Trabajamos con las máquinas. El trabajo es difícil y la salud de la hermana "X" es mala. Yo debo hacer el trabajo de las dos. Termino el mío y luego le ayudo. Trabajamos de doce a trece horas diarias. Nuestro alimento, al igual que el tuyo, es muy escaso. Pero no es sobre esto lo que deseo escribirte.

“Mi corazón alaba y da gracias al Señor, porque por intermedio tuyo me mostró el camino de la salvación. Ahora, estando en este camino, mi vida tiene un objetivo; sé a dónde voy y por quién sufro. Siento deseos de testificar a todo el mundo sobre la alegría de la salvación que tengo en mi corazón. '¿Quién nos separará del amor de Cristo?' ¡Nadie ni nada! Ni la cárcel, ni el sufrimiento. Los sufrimientos que Dios nos envía, sólo nos fortalecen más y más en nuestra fe en EL Mi corazón está tan rebozante de la gracia de Dios! En el trabajo me insultan y castigan, dándome trabajo extra, porque no puedo callar lo que el Señor ha hecho por mí. Me ha convertido en un nuevo ser; en una nueva criatura, a mí, que estaba en el camino de la perdición. ¿Puedo callar después de esto? ¡No, nunca! Mientras mis labios puedan formular palabras, testificaré por El a todos y contaré a todos su amor por mí.

"Camino al campamento nos encontramos con muchos hermanos y hermanas en Cristo. Qué extraño es, pero parece que el Espíritu Santo nos avisa cuando estamos delante de los hijos de Dios, apenas los vemos! No es necesario hablar, desde el primer momento nos conocemos.

"Cuando nos conducían a este lugar, una mujer, en una estación, nos dio comida y nos dijo dos palabras: "Dios vive'. "La primera noche que llegamos aquí (era muy tarde), nos llevaron a unos galpones bajo tierra. Saludamos a los que allí se encontraban, con las palabras: “La paz sea con vosotros'. Con mucha alegría de nuestra parte escuchamos salir de todos los rincones la respuesta: "Les recibimos en paz”… Desde ese instante, sentíamos que estábamos en familia. "Sí. Así era en realidad. Aquí hay muchas personas que tienen a Cristo en sus corazones, como su Salvador personal Más de la mitad de los presos son creyentes. Entre nosotros hay muy buenos cantantes y predicadores del Evangelio. En la noche, cuando nos reunimos después de la jornada de dura labor, qué hermoso resulta poder orar juntos, a los pies de nuestro Salvador. ¡En Cristo hay libertad en todo lugar! He aprendido aquí muchos hermosos himnos espirituales, y todos los días Dios me da más y más de Su Palabra. A los 19 años, por primera vez en mi vida, celebré el nacimiento de

Jesús. ¡Jamás olvidaré esa hermosa fiesta! Tuvimos que trabajar todo el día. No obstante, algunos de nuestros hermanos lograron llegar hasta el río. Rompieron el hielo y prepararon el lugar donde durante la noche—de acuerdo a la Palabra de Dios—siete hermanos y yo fuimos bautizados. ¡Oh, qué feliz soy y cómo me gustaría que tu, María, estuvieras con migo, para que así te pudiera dar amor, donde antes te daba odio, y así expiar en parte el daño que te hice! Pero Dios nos ha colocado a cada una en un lugar especial y debemos estar firmes donde Dios nos puso. Te ruego saludes a toda la familia de Dios. Dios recompensará tu trabajo entre ellos, como me ha recompensado a mí también. Lee Hebreos 12:1-3.

"Todos nuestros hermanos te saludan y se regocijan de que tu fe en Dios sea tan inquebrantable y que dentro de tus sufrimientos tengas sólo alabanzas para EL Si escribes a otros hermanos, dales nuestros saludos.

Tuya, Varia."

QUINTA CARTA:

"Querida María: Por fin encontré la oportunidad para escribirte unas pocas líneas. Te puedo contar, querida, que con la gracia de Dios, la hermana "X" y yo gozamos de buena salud y estamos bien. Ahora estamos en. . . . Nos mandan a. . . donde permaneceremos.

"Agradezco tu maternal preocupación por mí. Recibimos todo lo que nos enviaste. Te agradezco aún más el más valioso de tus regalos: la Biblia. Gracias a todos y cuando les escribas, te ruego les des las gracias por todo lo que han hecho por mí y les transmitas mis saludos.

"Desde que el Señor me reveló el misterio de Su sagrado amor, me considero la persona más feliz del mundo. Las persecuciones de que soy objeto las considero como una gracia especial.

"Estoy feliz porque desde los primeros días de mi conversión el Señor me encontró digna de sufrir por Él. Oren por mí, para que así pueda permanecer fiel al Señor hasta el fin.

"¡Que el Señor los proteja y les dé fuerzas para la sagrada batalla!

"La hermana "X" y yo los besamos a todos. Cuando estemos en ... tal vez tengamos oportunidad de escribirles de nuevo. No se preocupen por nosotros. Estamos felices y jubilosas porque nuestra recompensa en el cielo es grande. Mateo 5:11-12.

Tu Varia."

 

Esta es la última carta de Varia, la Jovencita comunista que encontró a Cristo; testificó por Él y fue condenada a trabajos forzados. No se supo más de ella, pero su gran amor y testimonio por Cristo, nos muestra la belleza espiritual de la leal y sufrida Iglesia Subterránea dentro de ese tercio del mundo que se encuentra bajo la dictadura comunista.

 

CAPITULO SIETE

 

COMO LOS CRISTIANOS DE OCCIDENTE PUEDEN AYUDAR

 

Mi mensaje para ustedes, de parte de la Iglesia Subterránea

 

He sido llamado "la voz de la Iglesia Subterránea". No me siento merecedor de ser llamado la voz de tan honorable parte del cuerpo de Cristo. Sin embargo, en tierras comunistas fui dirigente de una parte de la Iglesia Subterránea. Por un milagro pude soportar y sobrevivir catorce años de prisión y torturas, incluyendo dos años en una celda especial para los que se considera que están moribundos. Por otro milagro aun más grande, Dios inexplicablemente me sacó de la prisión y me hizo llegar al Occidente para hablar a los de la Iglesia Libre.

Hablo en nombre de mis hermanos, que yacen en innumerables e ignoradas tumbas. Hablo también por mis hermanos, que se reúnen en forma secreta en bosques, sótanos, desvanes y otros lugares semejantes.

La Iglesia Subterránea de Rumania acordó sacarme del país y enviar conmigo un mensaje a los cristianos libres del mundo. Por un milagro logré salir y pude llegar hasta aquí, para cumplir el encargo que me encomendaron los que permanecen allí trabajando, sufriendo, arriesgando sus vidas y muriendo en tierras comunistas.

El mensaje que traigo de la Iglesia Subterránea es:

"¡No nos abandonen!"

"¡No nos olviden!"

"¡No nos borren de sus mentes!”

"Dennos la herramientas que necesitamos. Estamos dispuestos a pagar el precio que signifique usarlas!"

Hablo en nombre de la Iglesia silenciada, la Iglesia Subterránea, la Iglesia "muda", que no tiene voz para gritar.

Escuchen las voces de sus hermanos y hermanas en tierras comunistas. Ellos no piden nada para huir, o para gozar de seguridad o una vida fácil. Piden solamente los medios para contrarrestar el progresivo envenenamiento de la juventud-la próxima generación—con ateísmo. Piden Biblias para poder sembrar con ellas la Palabra de Dios. ¿Cómo pueden sembrarla si no la tienen?

La Iglesia Subterránea se parece a un cirujano que iba en un tren. El tren chocó con otro y cientos de personas quedaron tendidas en el suelo, heridas y agonizantes. El cirujano se paseaba entre los moribundos diciendo: "¡Si sólo tuviera mis instrumentos... "¡Si sólo tuviera mis instrumentos!'' Por supuesto que con sus instrumentos quirúrgicos podría haber salvado muchas vidas. Tenía deseos... pero no tenía con qué intervenir. Esto mismo es lo que le sucede a la Iglesia Subterránea. Está tan dispuesta a darlo todo. ¡Está tan dispuesta a dar mártires! ¡Está pronta a arriesgar muchos, muchos años en prisiones comunistas! Sin embargo toda su buena voluntad no sirve de nada, si no tiene los medios para llevar a cabo su labor. El ruego de la fiel y valiente Iglesia Subterránea, a ustedes que son libres, es: "¡Dennos los medios —Nuevos Testamentos, Biblias, literatura, ayuda—y nosotros haremos el resto!"

Cómo pueden ayudar los cristianos libres

Todo cristiano libre nos puede prestar ayuda inmediata, en las siguientes formas:

Los ateos son personas que no reconocen los orígenes invisibles de sus vidas. No sienten el misterio de la vida ni del universo. La mejor forma en que los cristianos pueden ayudar es guiarse ellos mismos no por vista sino por fe, y llevando una vida de comunión con el Dios invisible.

Nos pueden ayudar viviendo una vida cristiana consistente, una vida de sacrificios. Nos pueden ayudar protestando públicamente cada vez que se persigue a los cristianos.

Los cristianos occidentales nos pueden ayudar pidiendo por la salvación de los comunistas. Orar por esto les puede parecer ingenuo. Nosotros orábamos por ellos y al día siguiente nos torturaban «peor que antes de orar. También la oración del Señor en Jerusalén fue ingenua, pues lo crucificaron después de la oración, pero pasados algunos días se golpeaban el pecho, y más de cinco mil se convirtieron en un día. Para los otros, tampoco se perdió la oración. Cualquier oración que no es aceptada por aquel por quien se intercede, vuelve a ti, envuelta en bendiciones y se convierte en maldición para el que no la aceptó. Cumpliendo la palabra de Cristo, yo y muchos otros cristianos orábamos continuamente por Hitler y sus hombres. Ahora estoy seguro que nuestras oraciones ayudaron a derrotarlo, tanto como las balas de los soldados aliados.

Debemos amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Los comunistas son nuestros semejantes tanto como son los demás.

Los comunistas son él resultado de nuestro incumplimiento de las palabras de Cristo, que dijo: "He venido para dar vida, y vida en abundancia." Todavía los cristianos no han dado vida abundante a todos. Han dado de lado a muchos que no han obtenido lo mejor de esta vida. Estos se han rebelado y constituyen el partido comunista. Ellos a menudo son víctimas de las Injusticias sociales. Ahora están amargados y son crueles. Tenemos que combatirlos. Pero los cristianos, aunque luchen contra un enemigo, lo comprenden y lo aman.

Somos culpables por el hecho que algunos sean comunistas. Somos culpables de negligencia en nuestra labor. Debemos expiarla amándolos (esto es algo completamente distinto a tener simpatía por ellos) y orar por ellos.

No soy tan ingenuo como para creer que sólo el amor puede solucionar el problema de los comunistas. No recomendaría a las autoridades de un Estado que, para solucionar el problema del gangsterismo usaran sólo amor. Tiene que haber una fuerza política, jueces y prisiones para los pandilleros; y no solamente pastores. Si los gangsters no se arrepienten, deber ir a prisión. Jamás usaría el término "amor cristiano" para contrarrestar la lucha política, económica o cultural contra el comunismo, sabiendo que no son más que bandidos en una escala internacional. Los gangsters cometen delitos, robando carteras; los comunistas roban países enteros. Sin embargo, el pastor y el cristiano individual tiene que hacer todo lo posible por convertir al comunista, cualquiera que sea su crimen, como también a sus inocentes víctimas. Tienen que orar por ellos con comprensión.

 

Urgentemente se necesitan Biblias, Nuevos Testamentos y Evangelios

 

En segundo lugar, los cristianos libres nos pueden ayudar enviando Biblias y porciones de ella. Existen medios para poder introducirlas en los países comunistas. Desde mi salida ya he mandado muchas que han llegado sin problemas. Ciertamente hay maneras de enviarlas si ustedes, los cristianos libres, las proveen para los hermanos de la Iglesia Subterránea. Cuando todavía estaba en Rumania, personalmente recibí muchas Biblias enviadas por ciertos medios. No faltan medios para mandarles, siempre que ustedes nos proporcionen con qué proveerlas.

Se necesitan con mucha urgencia. Miles de cristianos no han visto Biblias ni Evangelios en los últimos veinte a cincuenta años, ya sea en Rusia o en sus países satélites.

Dos aldeanos muy sucios llegaron un día a mi casa. Habían venido de su aldea con el fin de trabajar en las calles, limpiándolas de nieve. Pensaban trabajar durante todo el invierno, porque querían juntar el dinero necesario para comprar una Biblia vieja y raída, a fin de poder llevársela hasta su aldea. Como acababa de recibir Biblias desde los EE. UU., pude darles una nueva. No podían creer lo que sus ojos veían. Trataron de pagarme con el dinero que habían ganado. No acepté. Regresaron a su pueblo llevándose la Biblia. Algunos días después recibí una carta de sincera y rebosante alegría, agradeciéndome por las Escrituras. ¡Estaba firmada por treinta aldeanos! Habían cortado la Biblia cuidadosamente en treinta partes, que se intercambiaban entre ellos.

Es patético escuchar a un ruso, cuando pide aunque sea una sola página de la Biblia. Con ella alimenta su alma. Se sienten felices si pueden cambiar una vaca o una cabra por una Biblia. Un hombre que conocí, cambió su anillo nupcial por un raído Nuevo Testamento.

Nuestros niños jamás han visto una tarjeta de Navidad. Si tuvieran una, todos los niños de la aldea se juntarían y algún anciano podría explicarles algo del Niño Jesús y la Virgen María, y de allí seguiría con la historia de Cristo y la salva­ción. Todo esto... ¡saldría de una tarjeta de Navidad! Podemos enviarles Biblias, Nuevos Testamentos y literatura. Esta es una de las maneras en que ustedes pueden hacer algo.

En tercer lugar, tenemos que imprimir y enviar literatura especial para neutralizar el veneno ateo que se le da a la juventud, desde el kindergarten (o jardín de infantes) hasta la universidad, Los comunistas prepararon " La Guía del Ateo", que es la "Biblia" de los ateos. Se usan versiones elementales para los más pequeños, y a medida que éstos avanzan, se emplean versiones más adelantadas de esta misma Guía. Esta "Biblia" diabólica acompaña al joven a través de sus años de estudio, envenenando su alma con el ateísmo. El mundo cristiano jamás ha impreso un libro para contra­rrestar " La Guía del Ateo". Podemos y tenemos que imprimir uno, con la respuesta cristiana a tales enseñanzas ateas. Debemos hacerlo de inmediato, pues la Iglesia Subterránea no tiene material que entregar a la juventud que ha estudiado en este libro venenoso. La Iglesia Subterránea tiene las manos atadas mientras no tenga literatura especial y en los idiomas de los países dominados por el comunismo.

Nuestra juventud envenenada tiene que tener una respuesta—¡la respuesta de Dios—la respuesta cristiana— nuestra respuesta!—Esta es otra cosa en la cual pueden ayudamos, colaborando a proveer esta literatura como la respuesta a " La Guía del Ateo"—literatura ilustrada juvenil y Biblias para niños.

La cuarta cosa que tenemos que hacer es "unir las manos" con los miembros de la Iglesia Subterránea y darles los medios financieros para viajar y trasladarse con el Evangelio, evangelizando en forma personal. En este momento muchos están "inmovilizados" en sus casas por falta de fondos necesarios para pasajes en tren, en autobuses, y para gastos de alimentación mientras viajan. De esta manera están imposibilitados de llegar aun a las aldeas a unos treinta o cuarenta kilómetros de distancia, de donde los llaman para que asistan a las reuniones secretas. Dándoles algunos dólares al mes ( 10 a 20), podemos "desencadenarlos" para que puedan responder a quienes los reclaman desde ciudades y aldeas distantes a fin de que les lleven la Palabra de Dios.

Los antiguos pastores que han estado en la prisión por su fe, tienen un ardiente mensaje evangélico, tienen un gran amor por las almas perdidas, pero no tienen los medios para llevar el mensaje a ciudades y aldeas. Unos pocos dólares al mes les proporcionarían los medios.

Los laicos cristianos deben también ser ayudados. Siendo cristianos, apenas ganan lo suficiente para poder subsistir, y no les queda ni un centavo para viajar de aldea en aldea y de pueblo en pueblo llevando el Evangelio. Este es el "milagro'' que unos pocos dólares al mes harían por ellos.

Los pastores de la Iglesia Oficial, que también trabajan en secreto con gran riesgo, igualmente necesitan de fondos que se les deben proporcionar secretamente para estos propósitos. El "salario" que reciben del gobierno comunista es bajísimo. La buena voluntad de estos pastores que arriesgan su liber­tad al desobedecer las órdenes del gobierno comunista, predicando el evangelio a los niños, jóvenes y adultos, en reuniones secretas, no es suficiente. Deben tener los medios para poder proseguir su fructífera labor secreta.

Con 10 a 20 dólares mensuales ese miembro de la Iglesia Subterránea puede predicar el Evangelio en un sector más amplio y efectivo. Esta es otra de las maneras en que ustedes pueden ayudar.

También debemos transmitir el Evangelio por radio a los países comunistas. Por medio de estaciones en el mundo libre podemos alimentar espiritualmente a la Iglesia Subterránea que tanto necesita el Pan de Vida. Como el Gobierno comunista transmite su propaganda por onda corta, millones de rusos y los de otros pueblos esclavizados tienen radios que recibirían nuestras transmisiones. Las puertas están abiertas para que esta clase de transmisión llegue a los oprimidos. Debemos aprovecharla y propagarla. A toda costa la Iglesia Subterránea debe recibir el aumento espiritual que estas transmisiones le pueden proporcionar. Esta es otra manera de ayudar a la Iglesia Subterránea en los países comunistas.

 

La tragedia de las familias de los mártires cristianos

 

Debemos prestar ayuda a las familias de tos mártires cristianos. Cientos de miles están sufriendo en forma indescriptible y trágica. Cuando se arresta a un miembro de la Iglesia Subterránea, su familia comienza a vivir un terrible drama. El gobierno considera ilegal el prestarle ayuda. Esto lo hacen los comunistas con premeditación, para agudizar los sufrimientos de la esposa e hijos, que quedan abandonados. Cuando se encarcela a un cristiano, las más de las veces esto significa tortura y muerte, aunque él sufrimiento apenas empieza. Su fámula vive en continuo sufrimiento. Puedo decir con seguridad y entera franqueza que si las congregaciones de las iglesias cristianas en el mundo Ubre nos hubieran ayu dado a mi familia y a mí, nunca habríamos podido sobre vivir. Yo no habría podido llegar hasta ustedes para escribir estas palabras.

En estos momentos una nueva ola de terror y arrestos en masa, de cristianos, se ha desencadenado en Rusia y otros países satélites. Cada día aparecen nuevos mártires. Aunque van a su tumba, y de allí a recibir su recompensa, sus familias viven en horribles y trágicas condiciones. Podemos y tenemos que ayudarlas. Por supuesto, también debemos ayudar a los hambrientos habitantes de India y de África. Sin embargo, ¿quiénes son más merecedores de la ayuda cristiana que las familias de los mártires que han dado su vida por Cristo, o que han sido torturados en las prisiones comunistas por defender su fe?

Desde mi liberación, la Misión Cristiana Europea ha mandado ya mucha ayuda a las familias de los mártires cristianos. Pero lo que se ha hecho hasta ahora es poco, comparado con lo que podríamos hacer con la ayuda de ustedes, la de sus familias y la de sus amigos.

Como un miembro de la Iglesia Subterránea que ha sobre vivido y escapado, he traído para ustedes este mensaje, un ruego, una petición de los hermanos que han quedado allá.

Me han mandado aquí con un mensaje para ustedes. Por un milagro logré sobrevivir para entregarlo.

Les he contado la urgencia que existe de traer a Cristo al mundo comunista. También les he contado lo urgente que es enviar ayuda a las familias de los mártires cristianos. Les he mostrado la forma práctica en que ustedes pueden ayudar a la Iglesia Subterránea en su misión de propagar el Evangelio.

Cuando me golpearon en las plantas de los pies, mi lengua lloraba. ¿Por qué lloraba mi lengua? No había recibido los golpes. Lloraba porque lengua y pies son partes del mismo cuerpo, y ustedes, cristianos libres, forman parte de ese cuerpo de Cristo, que es flagelado en las prisiones comunistas, y que está dando ahora tantos mártires a Cristo.

¿No pueden sentir ustedes nuestro dolor?

¡Nuevamente ha resucitado la Iglesia Primitiva en toda su belleza, sacrificio y dedicación en todos los países comunistas!

Mientras nuestro Señor agonizaba en su oración en el Jardín de Getsemaní, Pedro, Santiago y Juan estaban a poca distancia del lugar donde se gestaba el más grande drama de la historia, pero estaban profundamente dormidos.

¿Qué parte le toca a usted en la ayuda a esta Iglesia Mártir?

Pregunte a su pastor y a su iglesia si acaso está haciendo algo para ayudar a sus hermanos y hermanas tras la Cortina de Hierro.

Tras las murallas de la Cortina de Hierro está aconteciendo de nuevo el drama, coraje, y martirio de la Iglesia Primitiva y la iglesia libre está dormida.

Nuestros hermanos allá, solos y sin ayuda de nadie, están librando las batallas más importantes del siglo veinte, comparable sólo con el heroísmo, valor y dedicación de la Iglesia Primitiva. Y la Iglesia Libre duerme apática y ciega ante esa lucha y agonía, tal como dormían Pedro, Santiago y Juan durante la agonía de nuestro Salvador.

¿Va usted a dormir, mientras que la Iglesia Subterránea, sus hermanos en Cristo, sufren y luchan solos por el Evangelio?

¿Escuchará Ud. nuestro mensaje:

"¡Recuérdennos, ayúdennos!"

"¡No nos abandonen!"

He cumplido con mi propósito de entregar el mensaje de la fiel y martirizada Iglesia Subterránea, en los países comunistas—de sus hermanos y hermanas que están sufriendo con el endeudado comunismo ateo.