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PENSAMIENTOS EN EL LECHO DE SU MUERTE
JOHN BUNYAN
SOBRE EL PECADO
Ningún pecado contra Dios puede ser considerado pequeño porque es siempre un acto contra el Creador del Cielo y de la Tierra. Pero si un pecador consigue, en su imaginación, inventar un dios menor, inmediatamente se entrega a pecados menores también.
Pecado es el gran mal y arma de bloqueo para toda nuestra felicidad, toda la miseria de todo el hombre, tanto aquí cuanto después. Retire todo el pecado de la vida del hombre y nada más lo podrá herir, pues la muerte espiritual, la muerte carnal y la muerte eterna son su único salario.
Pecado y el hombre para el pecado, serán siempre los únicos objetos de la ira de Dios. ¡Qué dramático debe ser el caso de quien permanece en pecado! ¡Quién puede soportar un poco de la ira bien encendida de Dios!
Cualquier pecado hace la gracia de Dios una cosa opaca y sin valor. Es la única cosa que desafía cualquier justicia eterna Suya, viola toda su misericordia, agota toda su paciencia, mina todo su poder en nuestras vidas y deshace todo su amor por nosotros.
Tenga siempre el cuidado de nunca darse la libertad de pecar, pues un pecado lleva siempre al otro. Después inmediatamente llega al punto de ser costumbre enfermiza, llegando a ser natural pecar.
Comenzando a pecar, es colocar cualquier cimiento para una continuidad en cualquier pecado. Este continuar es la única madre de la costumbre de pecar y la consecuente falta de pudor la gran tragedia que le irá a ocurrir.
Aquella Muerte de Cristo nos permite el mayor de todos los descubrimientos sobre nosotros mismos, de las condiciones en que fuimos hallados y de cómo nada nos podría valer sino su Muerte por nosotros y también el descubrimiento más clarificador sobre la terrible hazaña que es nuestro pecado. ¡Cómo su naturaleza hizo perecer el propio Creador del mundo! Si el pecado es de hecho una cosa tan asustadora y horrible, que llegó a traspasar el lado y corazón del Hijo del Hombre, ¿cómo puede un pecador aún soportar sus pecados?
SOBRE EL ARREPENTIMIENTO Y EL VIVIR PARA CRISTO
El fin de toda la aflicción es el descubrimiento de nuestros pecados, desde que nos lleven a los pies del Salvador. Vamos entonces, como el hijo pródigo, a volver a nuestro Padre. Inmediatamente hallaremos paz y descanso para nuestra alma también.
Alguien en este mundo entero que sea considerado el peor de todos los pecadores, puede, por la gracia en la penitencia del arrepentimiento, hacerse tan bueno como los mejores.
Ser verdaderamente sensible a la proximidad del pecado, es estar triste porque se hiere profundamente a nuestro Dios y Creador. Somos más afligidos por nosotros mismos que por Él porque Lo estamos lastimando.
Tus intenciones cuando te arrepientes, tanto cuanto la negligencia en desfavor de tu propia salvación, serán siempre un marco y una confirmación contra ti en el Juicio Final!
Cualquier arrepentimiento real y honesto, carga consigo una retórica divina, la cual persuade a Cristo a perdonar montañas de pecados acometidos contra Él.
Nunca diga a sí mismo que mañana se arrepentirá, pues es su deber hacerlo hoy
El evangelio de la gracia de Cristo y de su salvación, estará siempre por encima de todas las otras doctrinas, pero no deja de ser la más peligrosa de todas, en caso sea recibida por hombres desprovistos de esa misma gracia. Si esta que no fuera sostenida con una necesidad absoluta de un Salvador real, nunca es gracia. Los tales hombres y mujeres que tienen sólo la noción de todo aquello que es esta gracia de Dios, digo que serán siempre los más miserables y abominables de toda la raza humana. Porque saben a través de su razón mucho más que los paganos de la tierra, esta será su única porción: en el fin atraparán más azotes que todos.
SOBRE EL ORAR
Antes de que entres en tu cuarto para orar, pregunta antes a ti mismo esta pregunta: ¿Para qué, con que finalidad, mi alma, entras aquí en este santo lugar? ¿Viniste hacia aquí para tener una conversación con Él? ¿Estará Él presente también? ¿Es tu congoja liviana, tu pensamiento así liviano? ¿No estás lidiando con la salud de todo tu espíritu? ¿Que palabras usarás para que haya misericordia de ti?
Para que tu preparación para este solemne momento sea completa, considérate nada menos que polvo y cenizas de pecado, y que Él, el grandioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, se viste con luz inigualable, como si de un manto se tratara. ¿Qué eres? Un vil pecador, Él un Dios sin mácula; ¿Qué eres? Poco más que un gusano que se arrastra, Él su Omnipotente Creador.
En todas tus solemnes oraciones, nunca te olvides de Serle agradecido por sus muchas y grandes misericordias.
Cuando, entonces orares, es preferible que tu corazón deje de tener palabras, de que tus palabras dejen de tener corazón.
Tu oración eliminará tu pecado por completo, poniéndole fin, o entonces tu pecado será el fin de tu oración.
El Espíritu de oración es más precioso que muchos tesoros de oro y plata.
Ora mucho, cuantas veces desees, pues tu oración es un escudo real, un olor suave y una afrenta a Satanás
SOBRE EL AMOR AL MUNDO
Nada tiene como impedir a una alma de poder aproximarse de Cristo, con excepción de un amor fútil por las cosas que el mundo ofrece. Y hasta que una alma esté enteramente libre de tal monstruosidad, nunca podrá tener en ella misma, un gran amor por Dios.
¿Qué serán las honras y las delicias de las riquezas en este mundo comparándolas con las riquezas que obtendremos de Cristo, con la corona de la Vida?
Nunca ames el mundo, pues el amor al mundo es una oruga roedora de toda la vida con Cristo. +++++
Despreciar el mundo es el camino para el Cielo brillar en nosotros mismos. Y bienaventurados serán todos aquellos que consiguen tener una conversación a solas con Dios.
¿Que tontería mayor podrá existir que trabajar por la carne que se pudre, dejando de lado con eso el maná de la Vida Eterna?
O Dios o el mundo - uno de los dos tendrá necesariamente que salir despreciado en una vida, cuando esta se desvanece en el lecho de su muerte, pues esa será su gran prueba.
Recogiendo tu vida, a ti mismo en este mundo, tu propio interés, es estar perdido para siempre. Y ser humilde es exaltación excelente.
Todo aquel que se deleita con las realezas de este gran mundo, piensa muy poco, pues un día quien admiró, será testigo veloz contra sí.
SOBRE LA AFLICCIÓN
Nada tiene como hacer a la aflicción tan insoportable como una montaña de pecado: para que pueda estar apto a soportarla, asegúrese que depone las armas de todo pecado en sí y sean cuáles sean las aflicciones que le vengan a atormentar, cualquier montaña le será cosa facilísima de transponer.
El Señor tiene como usar el dolor de la tribulación para tener cómo separar el trigo de la paja que cargó el trigo hasta allí.
Si por casualidad tiene como soportar la vara de la aflicción, la que Dios impuso sobre sí, acuérdese siempre de esta verdad: usted es afligido para que mejore su corazón.
La escuela de la Cruz es la escuela de la luz; ella descubre la vanidad de ser del mundo, exponiéndola, desenmascara su vil forma de ser, su impiedad profunda y nos permite ver más de la mente de Dios. ¡Desde las tinieblas de la aflicción nos puede llegar luz milagrosamente!
Es en aquellos momentos de mayor aflicción cuando se nos revelan muchas cosas acerca del real amor de Dios.
¿Será que de corazón acabamos por renunciar a todos los placeres inherentes a este vil mundo? Entonces poco tenemos que temer sobre la aflicción, pues nunca nos hará tropezar. Lo que hace a un cierto estado de aflicción insoportable, será tan sólo los placeres de esta vida mundana a la cual nunca tiene como venir a soportar lo que nos puede permitir la posibilidad de que nos separemos de ella de hecho.
SOBRE EL SUFRIMIENTO
No será cualquier tipo de sufrimiento que hace a un mártir, sino sólo el sufrir porque se es verdadero y se está en plena conformidad con la Palabra de Dios. Esto es, no sólo sufrir de forma justa, pero por la justicia; no sólo por la verdad, pero por amor a la verdad; nunca sólo por la palabra de Dios, pero de acuerdo con ella: dar testimonio, con aquella santidad, humildad, en el mismo espíritu de mansedumbre que la propia Palabra de Dios requiere de nosotros.
Es cosa muy rara que suframos por los motivos correctos y manteniendo el espíritu vergado sólo a Dios contra su enemigo: el pecado; pecado en doctrina, en adoración, pecado en la vida y en cualquier tipo de conversación.
No será el diablo, ni los hombres de este mundo que conseguirán extinguir la justicia de dentro de ti, o el amor por ella - sólo tu propia mano. Sólo se separa esa justicia de ti por tu propia actuación. Aquel que sufre en pro de ser justo, o por un amor completo a la justicia interior, no tiene como ser tentado a intercambiar esa justicia por alguna otra cosa, porque el bienestar del mundo dependen de ella.
Siempre pensé que la nata de los Creyentes son hechos en la peor de las eras: cuanto peor fuera el momento, mayor y mejor será el Creyente. Y continúo pensando que una de las razones porque no somos hechos mejores, será porque Dios ya no nos purga y no nos prueba como hacía. Noé y Lot, ¿quién era más santo que ellos durante los tiempos de sus aflicciones? Y ¿quién habrá más vil y más fútil que aquel en su prosperidad?
SOBRE LA MUERTE Y EL JUICIO
Tal como el diablo opera por todos los medios para mantenernos fuera de todas las cosas que puedan ser catalogadas de buenas, de igual manera opera para alejar de los pensamientos, tanto cuanto puede, todo sobre una vida en otro mundo después de la muerte. Él bien sabe que si mantiene a los hombres alejados de pensar en la muerte, ellos sentirán más voluntad de pecar.
Nada nos hará más serios en aquella labor de operar nuestra propia salvación, que una frecuente meditación sobre nuestra muerte. Nada tendrá mayor influencia sobre nuestros corazones, retirándonos de las futilidades y al mismo tiempo inspirando el nacimiento de antojos sobre la santidad.
Oh pecador, ¿en que condición te hallarás caído cuando abandonaras este mundo? Si partieras sin que estés convertido, habría sido que mejor hubieras sido aplastado así cuando naciste. Habría sido mejor haberte tirado de un lado o de otro y ser dividido en dos partes; mejor te sería que hayas nacido perro, una serpiente, una rana, que nacer hombre y que mueras sin haberte arrepentido y me darás toda la razón cuando allá llegaras.
Un hombre sería tenido como necio en caso que se atreviera a desafiar y a tratar mal a un Juez antes de ser juzgado por él. Y el Juicio de Dios tendrá tanto más peso que uno de esos, pues de él dependerá toda nuestra felicidad y miseria eternas. ¿Y aún así nos atrevimos a desafiarlo?
La única manera de que escapemos de aquel Juicio horrible, es que pasemos ciertas sentencias de juicio sobre nosotros correctamente mientras estamos aquí en la tierra. Así cuando suene aquella trompeta, la cual convocará a los muertos para comparecer delante del trono de Dios para ser juzgados, los justos se apresurarán a salir de sus sepulturas alegremente, para que encontrarse con su Redentor en las nubes. ¡Pero los otros clamarán a las montañas para que caigan sobre ellos, para encubrirlos de la vista de aquel Juez feroz! Vamos entonces a posar en el tiempo que nos resta y a decidir a cual de los dos queremos ir.
SOBRE LAS ALEGRÍAS DE LOS CIELOS
Nada existe de bueno en este mundo con excepción de lo que ya está contaminado y mezclado con lo malo y lo ruin. La honra sorprende con la perplejidad, la riqueza con insensatez y todos los placeres arruinan la salud. Pero sólo en los cielos hallaremos bendiciones sin par, de tal modo puro que nada tendrá que las puedan hacer sufrir y teniendo todo en ellas para hacerlas dulces e incomparables.
¿Quién en este mundo podrá concebir las inexpresables, inconcebibles alegrías que se hallará allá? Sólo aquellos que ya las experimentaron. Señor, ayúdanos a dar tal valor a ellas, que nos podamos preparar para recibirlas y tengamos que alegrarnos con la pérdida resumida de todos los placeres inherentes a la ilusión de los apetitos de aquí.
Como los cielos rebosarán y ecos de alegría así que allá llegar la prometida, la Esposa del Prometido, para ir a vivir con Él para siempre!
Cristo es el supremo deseo de las naciones, la alegría de los ángeles y el deleite del Padre; ¡cuán grande debe ser la consolación del alma que El poseer por la eternidad fuera!
¡OH! ¡Cuántas aclamaciones se verán cuando todos los muchos Hijos de Dios se encuentren en conjunto, sin nada más para temer sin las perturbaciones de los descendientes del anticristo y de los Cainistas!
No llegará el tiempo cuando los piadosos podrán preguntar a los impíos ¿cuáles provechos adquirieron de sus placeres? ¿Cuál confort de su grandeza? Y ¿qué frutos trajeron todas sus labores?
¡Si tiene curiosidad en saber todo sobre la verdadera esencia de la visión celestial, mi respuesta para ti será apenas que vivas una vida santa y te acerques bien cerca para ver!
SOBRE LOS TORMENTOS EN EL INFIERNO
Los cielos y la salvación no fueron más prometidos a todos los que son castos que el infierno y la condena fue a los que son impíos y será sentencia seguramente ejecutada sobre todos.
Así que una alma fuera condenada, puede inmediatamente allí decir adiós para siempre a todo confort y placer.
¿Quién conocerá todo el poder de la ira de Dios? ¡Nadie con excepción de los que fueran condenados!
La única compañía de todos los pecadores, será el diablo y sus demonios para siempre atormentados bajo una maldición.
¡El infierno sería un género de paraíso, en caso no fuera peor que el peor de los lugares de este mundo!
Tan distinguido cuanto será el dolor de la alegría, el tormento del descanso de alma y el terror de la paz, esa será la distancia entre los pecadores y los santos en el mundo venidero.
SOBRE EL DÍA DEL SEÑOR, SERMONES Y DÍAS DE LA SEMANA
Haya celo en santificar el día al Señor, pues si al guardar, este guardará su alma durante la semana/pois do modo que o guardar ou usar, desse modo será guardada a sua alma durante a semana.
Haga el día del Señor el día del mercado para su alma. Que pase el día entero en oraciones, súplicas, revisiones y meditaciones. Coloque a parte los asuntos del resto de la semana. Que el sermón que oyó sea ponderado y traducido en oración: ¿irá el Señor ofrecerte estos seis días y tú no le dedicarás uno por entero?
Dentro de su iglesia sea cuidadoso en servir a Dios. Allí está bajo vigilancia tanto de Dios, como de los hombres/Ali está sob os olhares de Deus e não dos olhares dos homens.
Puede oír muchos sermones con mucha frecuencia y puede ser oyente práctico/ouvinte que pratica o que ouviu. Pero nunca puede esperar que le sea explanado todo cuanto debe hacer a partir del púlpito/ explicado a partir do púlpito tudo aquilo que é sua obrigação fazer. Antes sea también un estudioso efectivo de la Palabra y lea buenos libros. Aquello que oyó puede venir a ser olvidado, pero todo cuanto aprendió, será retenido y guardado.
Nunca desdeñe ni se desvíe de la adoración pública de Dios/Nunca negue a adoração pública de Deus, pues Dios puede venir a negarlo a sí también, tanto en público como en privado.
Durante los días de la semana, siempre que se despierte, considere esto:
Usted morirá en breve;
Usted puede morir en aquel preciso momento;
Que acontecerá entonces a su alma. Ore mucho.
Más en la noche considere esto:
Si cometió pecados;
Con cual frecuencia oró durante el día;
En cuáles cosas su mente deambuló durante cada día;
Cuáles fueron sus quehaceres;
Cual fue su conversación;
Si conseguir traer a su atención todos los errores que cometió durante todo el día, nunca se atreva a dormir sin haberlos confesado a Dios y obtener la esperanza proveniente de un perdón real. Así, cada noche y cada mañana haga, sus cálculos en conjunto con El Dios Todopoderoso y todas sus deudas, por fim, disminuirán drásticamente.
10 DE SEPTIEMBRE DE 1688.