CONSTRUYENDO Y HACIENDO CON DIOS

 

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.  El que no permanece en mí, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden”, Juan 15:5-6

 

Nosotros fácilmente pasamos por encima de los versículos de la Biblia porque los hallamos bonitos. Pero tengamos la entera certeza que la Biblia no fue escrita para ser bonita y sí para pasarnos la verdad sobre muchas cosas. Fácilmente se leen y se cantan versículos como “He aquí como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora; así nuestros ojos esperan al SEÑOR nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros”, Sal.123:2; o aún, “Señor (…); porque también obraste en nosotros todas nuestras obras”, Is.26:12; “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron; ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese otro tanto por el que en él espera”, Is.64:4. Podría retirar muchos versículos que hablan la misma cosa del mismo modo.

Cuando Jesús nos dice, “sin Mí nada podéis hacer”, Él no quiere decir que no tengamos capacidades de emprender sin Él, pero antes que no debemos hacer sin Él como seres obedientes que somos para que no nos quedáramos resecos y dignos de que seamos lanzados en el fuego para ser quemados para siempre. Lo que determinará nuestras obras será el tipo de persona que las pudo hacer. También quiere decir que los discípulos habían acabado de llegar a un punto que ya no podían hacer algo sin Él.

Las personas creen que deben trabajar con Dios para que el trabajo sea bendecido. Pero, en la verdad, no es Dios que es instrumental aquí – es el trabajo. Nosotros trabajamos con Dios para que aprendamos a lidiar con Él de forma continua – algo que se perdió para siempre algún tiempo después de la Creación. Nuestras obras no se mantienen eternamente, pero la Persona con quien hicimos o hacemos esas mismas obras permanecerá con nosotros para siempre. El trabajo, todo lo que hacemos y pensamos, debe tener un único objetivo: enseñar a lidiar con Dios. Ahí podremos afirmar, también, que “El Señor perfeccionará lo que me dice respecto. Tu benignidad, oh Señor, dura para siempre; no abandones las obras de tus manos”, Sal.138:8.

Jesús nos dijo así: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no coge, derrama (esparce)”, Mat.12:30, Luc.11:23. Aquí deducimos que podemos ser hallados haciendo la cosa correcta, pero no a través de Él. Si hiciéramos el cielo (la voluntad de Dios) sin Dios, es obra que se hace fútil e inútil inmediatamente a la partida. Lo mismo se puede afirmar sobre un matrimonio, hogar, negocio, obra o evangelismo – todas las cosas que se pueden hacer y emprender sin la presencia factual de Dios en nosotros por nosotros y a través de cualquiera de nosotros.

Pero, porque es así, porque las cosas funcionan bien a través de Dios sólo, debemos tomar en cuenta que los humanos tienen sus prioridades torcidas y mal aprendidas dentro de ellos. Debido a esas doctrinas de prosperidad que hasta ni son tan actuáis así, todos acabarán creyendo que debemos trabajar y operar por Dios a causa de la obra que estamos haciendo. Por mucho que esa misma obra necesite salir perfecta de nuestras manos y motivación, por muy bien que la podamos y debamos emprender, debemos tomar en cuenta que la obra es y será siempre instrumental y no Dios. Si hacemos con Dios y por Dios, aprendemos a convivir con Él como Él es. Amén.

 

José Mateus
zemateus@msn.com