EVANGELISMO DEFECTUOSO

 Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, (...) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”, Mat.28:19-20

Las personas dan poca atención tanto a lo que Jesús habló, cuanto a lo que Él pretende alcanzar a través de Sus palabras. La mayoría ni siquiera cree que Él quiere decir aquello que dice, pues cuando leen La Biblia se quedan bastante felices porque la leyeron y porque se quedaron a conocer mejor que antes o mejor que muchas veces. Parece que alcanzan su objetivo conociendo la Biblia. Y tal persona se queda sólo apta a ser escupida para fuera de la boca de Dios y nada más. Los que lean La Biblia se quedan creyendo que hicieron mucho. En la verdad, ellos confunden las palabras de Jesús que dicen “enseñándolos a observar todas las cosas que yo os he mandado”, con “enseñándoles todas las cosas”. Jesús nunca envió a alguien para enseñar (o aprender) las cosas, pero antes para enseñar cómo y con que armas se deben armar para cumplir las cosas que Él manda. Mandar hacer también es fácil, pero enseñar cómo conseguir hacer es otra obra que ningún pastor evangélico actual es capaz de hacer conforme debería saber hacerlo de forma natural.

En la verdad, las iglesias hoy se limitan a discutir doctrina y a enseñar sobre las cosas que creen que Cristo les dijo y enseñó – nada más. Cruel para Dios es presenciar personas que entran en competición y disputa sobre los conocimientos que obtienen a través de la Biblia o de los seminarios, como si bastara que sepan lo que la Biblia dice y afirma o lo que ellos puedan creer que ella dice y afirma. Después, salen haciendo discípulos iguales a ellos mismos, los cuales confían en la carne de forma práctica mientras afirman que confían en Jesús. “Por eso, el Señor dijo: Pues que este pueblo se aproxima de mí con su boca y con sus labios me honra, pero ha alejado para lejos de mí su corazón y su temor para conmigo consiste en mandamientos de hombres, aprendidos de memoria”, Is.29:13. Y lo peor de todo es cuando los mandamientos de Dios se hicieron mandamientos de hombres. Enseñar a hacer o crear las condiciones para activarse el saber y el conseguir hacer, no es la misma cosa que enseñar sobre las cosas que Jesús habló. Una cosa es su contenido práctico; otra es la forma y los medios al disponer de quienes va a cumplir lo que sabe que aprendió.

Si intentamos cumplir las cosas que Cristo nos enseña, daremos en locos si no usáramos las armas y los medios de Él. Y si no las cumpliéramos seremos condenados sin dolor – seguramente. La disputa dentro de los medios de la inteligencia llamada espiritual de hoy, la ficción teatral y la imitación que existe en torno a los conocimientos sobre la Biblia, ejemplifican sólo que Dios se encuentra absolutamente ausente de quien clama en Su nombre y hasta de los propios alrededores de los que se auto-denominan de creyentes. Acaban discutiendo que tenemos que cumplir cierto número de reglas (de un lado de la barricada) y del otro se afirma a pies juntos que no debe ni se puede cumplir siendo que Cristo ya cumplió por nosotros y para los tales hasta parece que ofensa intentamos cumplir, como si estuviéramos competiendo con Dios por el podio en términos de santidad como si con eso estuviéramos declarándonos más santos que Él.

Hacen parecer y trasparecer que ser santo es crimen, es competir con Dios. ¡Hubiera más gente santa como Dios es santo! “Sed vosotros, pues, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial”, Mat.5:48. Esto que Jesús aquí afirma en este versículo ni siquiera es una opción para nosotros – es simplemente la única salida. Espero que muchos se den cuenta de eso.

Ambos lados de aquellos que discuten están errados y discuten las mismas cosas de la forma que mejor les conviene asumirla. En la verdad, quien no cumple y no consigue vivir la Vida del Hijo del Hombre dentro de sí, terminará siendo condenado. Quién intenta vivir sin ser por y a través de Cristo, dará en loco y será considerado fanático o anormal porque se hará en una anormalidad, seguramente. Es simplemente una locura intentar cumplir sin Cristo y que no fuéramos enseñados a cumplir y como conseguirlo hacer.

También es gran locura intentar dejar de cumplir sólo porque creemos en Cristo y que no nos es posible cumplir. De hecho, creo que hasta es mayor locura no intentar cumplir. Pero, los que intentan cumplir creyendo que andan con Cristo sin el estar, darán en locos desamparados, en desesperados, más tarde o más temperano – es sólo una cuestión de tiempo hasta que eso venga a acontecer. Y que crean que Cristo anda con ellos no los irá a ayudar en nada.

Todo lo que se enseña hoy (y hablo de aquel evangelismo que es actualmente el mejor que se halla en esta tierra seca, vaga y sin verdad) es el hombre a confiar en sí mismo mientras afirma que confía en Cristo. Las personas son llamadas para vivir de la carne cuando Cristo las llama para la muerte de la carne, para un tipo de muerte que no tiene rival ni igual en esta tierra. Las muertes que conocemos dejan cadáveres para tras, olor, cuevas, esqueletos, pero Cristo nos llama para un tipo de muerte que no deja ni el recuerdo de nosotros mismos en lado ninguno y mucho menos en nosotros mismos, aquel recuerdo de como éramos o llegamos a ser lejos de Él.

Simplemente dejamos de existir de forma real – esto si Cristo se pueda hacer realmente real en nosotros, pues eso no es cosa así tan fácil de que ocurra. Cabe a sí luchar, no sólo para hacerse en aquello que Cristo pide de sí (pues de otro modo Él no se sentirá bien en la propia casa - usted - que compró con Su sangre), pero antes de obtener a Cristo en persona de tal forma que podamos decir (siendo verdad y no sólo palabras decoradas que nos parecen bonitas), “Yo ya no vivo, pero Cristo vive en mí”. ¡Que eso sea real, una constatación de verdad y no sólo la Palabra de Dios que conocemos y la cual deseamos que sea cierto siempre que la confesamos no siendo!

Cristo nos llamó para que muramos antes de que vivamos. Cristo también murió antes de poder resucitar. ¿Será que tenemos conciencia de eso? Cristo no nos llamó para que seamos alegres, pero antes para contristarnos sobre nuestros pecados y males que hicimos a los otros y a nosotros mismos y eso todo contra Dios y alegrarnos en la santidad. Cristo también nunca nos llamó para que permanezcamos contristados sobre nuestros pecados, pero para que muramos de forma real. Ningún muerto es una persona triste – no tiene como serlo. Cuando Jesús nos invita a que tomemos nuestra cruz y a que sigamos adelante, deberíamos saber automáticamente y de forma que no deja ninguna duda, cual la realidad de la muerte para la cual iremos a pasar en caso que pasemos por ella. En esa muerte ni existe tristeza ni alegría, ni provecho de la carne, pues quien está muerto dejó de existir para siempre y eso de forma real. Todos sabían que quien tomar una cruz en el tiempo de los romanos, era condenado que iba a morir y se hallaba andando para su propia muerte – no iba a llevar la cruz para siempre, sino hasta morir.

Es una pena que las personas sean enseñadas que mueren para el pecado así que aceptan a Cristo, que necesitan cargar su cruz toda la vida, cuando deberían intentar saber si realmente tomaron su cruz para la muerte que irá a ocurrir así que se encontraran con Cristo de forma real. Y por esa razón ni llegan a tomar conciencia de la realidad del tipo de muerte que les cabría recibir en caso fueran fieles a la doctrina que Cristo enseñó y la cual Él aún efectiva, consolida y cumple dentro de los parámetros de Él y eso dentro de nosotros de forma real. “Yo vine a cumplir…”, Mat.5:17. Él vino a cumplir dentro de nosotros, por nosotros, para nosotros, Él siendo nosotros por nosotros si ya no viviéremos y Él, de hecho, viviera en nosotros y eso que no fuera ficción o mero deseo aún y nunca realidad. Porque las personas creen que murieron y creen en eso firmemente sin que sea verdad, acaban por hacer la fe en ficción, pues sus afirmaciones son fantasías. Y por esa razón, principalmente por ella, así que mueren, comienzan a tener la misma actitud de creer que es fantasía y acaban creyendo que aún ni murieron y que aún son esclavos y siervos de sus pecados.

Cualquier persona que crea que la fantasía es real, creerá que la realidad es fantasía también. Por eso, rechazan todo evangelio que es real y se hace concreto, viviente, simple y el cual se puede complicar fácilmente por ser simple. Cabe a sí colocar su ser al disponer de Cristo de forma que Él lo acepte para que la realidad acontezca sin ser por la fuerza, por la violencia o por la ficción – es decir, cosa real – y usted dejará simplemente de existir para vivir la vida interior que conoció ahora y, desde ese momento, (desde que real también), estará apto a conocer y a cumplir la vida nueva. “He ahí que todo se hizo nuevo…” mismo cuando usted permanece por un tiempo en la misma oficina, en la misma casa o en el mismo País. Lo que tiene que cambiar es usted y no las circunstancias, las cuales Dios cambia y providencia a su tiempo.

Las personas hoy son llamadas para dentro de las iglesias para que confíen en ellas mismas diciendo que confían en Cristo. Importante para los tales llamados, es la confianza que pueden usufructuar – no importa en quien desde que se sientan confiados y digan que confían en Cristo. A mí me gustaría que hubiera más desconfiados, aquellos que desconfían profundamente de ellos mismos cuando se hacen creyentes, los cuales desconfían de la carne que puede imitar todo lo que viene en la Biblia y los cuales pudieran confiar en seguida en Cristo que hace la diferencia de forma real y práctica y llega donde ningún hombre puede llegar dentro de sí. Por esa razón, Dios dijo para que no hiciéramos ninguna semejanza de las cosas que existen. En la verdad, o se es confiado o se confía en Cristo. Pablo afirmó que no confiaba en la carne, ni en la de él que era santificada y tampoco en la de otros. Pero que no confiáramos en nosotros, no es razón para que no confiáramos en Cristo para Él conseguir todo aquello que pueda ser posible o imposible a cualquier hombre alcanzar sobre esta tierra. No confiar y confiar debe estar presente en el mismo corazón, debe cohabitar en él.

El mandamiento de Cristo es enseñar cómo poder venir a observar y a cumplir todas las cosas que Él mandó. Es importante aprender esas cosas, pero, después de eso, tenemos que ser verdaderos al punto de aprender el modo de poder venir a cumplir de forma natural a través de la entrega a Cristo de todas las cosas concretas y halladas en nosotros, una a una y no de forma general y no sólo a través de aquella fuerza que existe en nosotros de forma competitiva y oscura y eso hasta que esas mismas cosas dejen de existir por Cristo (y que no sea mera ficción sólo o creencia que dejó de existir) para que algo que Él es pueda tomar su lugar en todas las actitudes porque nacen de una fuente nueva y segura. Si Cristo es amor, usted se hará todo lo que Él es y no tendrá como evitar que eso acontezca porque Él vive dentro de sí y nadie más. Resta, entonces, que usted quiera ser amor tal cual Él es y no el suyo, como también lo desee alcanzar del modo de Él y no de suyo.

 “Así en la tierra como en el cielo” es lo que Jesús desea que acontezca tan breve cuanto posible. Y Jesús no desea que se consiga “una semejanza de las cosas que existen en el cielo”, pero antes la propia realidad de las mismas. Moisés dijo que eran “Los días del cielo aquí en la tierra”. Vea si consigue que se haga real en sí, dentro de sí, por sí, pues como las cosas son hechas allá, deben que pueda ser conseguidas acá también – sin ser por imitación o por “la fe” fingida que muchos instigan a tener. ¡Y ay de quien no las consiga siendo creyente, teniendo todo a su disposición para el conseguir ahora! ¡Existe mayor esperanza para aquellos sobre quien las plagas de Apocalipsis cayeron que para los creyentes que no consiguen cumplir! Los lugares más calientes del infierno están reservados para creyente que no vive en Dios o por Dios. Cautélese, pues fue Cristo aún quién lo afirmó.

Existe un cierto tipo de muerte para la cual Cristo nos llamó y de ella nunca podemos volver nuestro rostro. ¡Cristo volvió Su rostro para Jerusalén, para ir a morir ese tipo de muerte y ya no lo volvió para otro lado – ni en Getsemaní! “Porque el que es muerto, al pecado murió una vez; y el que vive, a Dios vive (…) Así, también vosotros, pensad que vosotros de cierto sois muertos al pecado (…) Para que el pecado no se enseñoree de vosotros (si la entrega fuera endosada por Cristo y que sea real), (…) y libres del pecado, fuisteis hechos siervos de la justicia”, Rom.6:10,11,14,18. Pero, eso tiene que ser real y no sólo una afirmación de su parte, unilateral, de aquellas afirmaciones “por la fe” que fácilmente se pregonan por ahí. Ese tipo de fe va a llenar muchos de los lugares del infierno, porque enseñan las personas que aquello que Cristo da, no puede hacerse real.

El precio a pagar, siendo nuestra entrega a Cristo real, es que seamos libres de todo el pecado y no sólo que seamos libres. Que así pudiéramos vivir para Él a través de Él, siendo Él el opuesto del pecado y no Alguien que lo acepta porque erramos y ahora creemos. Es que, podemos desear luchar para que esa entrega hasta sea real para que seamos alegres, para que seamos bien dispuestos, para que seamos ricos o bien tratados por los otros y nada de eso es la realidad para la cual Cristo nos llamó a conseguir, aquella que Él nos hace conseguir. ¿Ya vio algún muerto desear ser bien tratado, o quejarse sobre algo? Es por esa razón que existe mucha gente decepcionada con Dios pues nunca llegaron a morir para el mundo y sus cosas y sus formas, pues esperan la cosa errada de la parte de Él y Él los decepciona conscientemente. ¡La intención de Él es realmente decepcionar a tales necios que buscan a Dios para ser felices! Y que quiera ser feliz es una de las obras de la carne – uno de sus anhelos – y ninguna carne consigue ser feliz para siempre.

Pero, el espíritu en el Espíritu tiene todo aquello que no busca. Enseñar a las personas a conseguir estas cosas, ser ejemplo de como se consigue es evangelismo que no es defectuoso. “… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”, Mat.28:19-20. Amén.

José Mateus
zemateus@msn.com