LAS PERSONAS USAN MAL SU TIEMPO DE VIDA

 

“El yugo de mis rebeliones está ligado en su mano”, Lam.1:14

Los pueblos pecan, las personas se lamentan mucho después de que han pecado y todo parece que continúa igual y que la culpa es de Dios, aún cuando Dios explicó que todo pecado tiene su salario, el cual cobra siempre – nada conmueve a quien parece que no quisiera parar de transgredir la ley de los cielos.

Existe un yugo sobre los pueblos, el cual aún no fue atado sobre sus cuellos pecaminosos. Por esa razón continúan diciendo: “¿Cómo lo sabe Dios? Y: Hay conocimiento en el Altísimo?” Sal.73:11. Saben mal que les está para ser dado tiempo de arrepentimiento, el cual estos usan para enorgullecerse aún más maquinando preguntas que no les debería pasar por la cabeza, como si nada diferente de su día a día les fuera a acontecer. Dios está dando tiempo para que las personas se convenzan que sus obras y corazones tendrán que ser transformados. Pero, los hombres usan ese tiempo para pensar y que se convenzan que Dios no existe y que si nadie se interpuso en su camino hasta allí, inmediatamente pueden continuar pecando, o aún mejorando en sus muchos pecados. Existe un yugo sobre ellos de hecho (porque sienten que están errados y en peligro) lo cual aún no está atado en ellos. Por estar suelto, inmediatamente piensan aquello que no deberían estar pensando – que dominan el yugo a su modo. Pero, cuando Dios los ate, no habrá vuelta de esa atadura.

De estos Israelitas fue escrito: “aunque Noé, Daniel y Job estuvieran en medio de ella, vivo yo, dice el Señor Dios, ellos no librarían ni hijo ni hija, tan solamente librarían sus propias vidas por su justicia”, Ez.14:20.

Hay que evitar este punto sin vuelta, cuando nuestro yugo nos fuera atado, cuando ni la oración de un justo puede más en sus efectos. ¡Sólo que nadie sabrá cuando eso va a acontecer – o si ya aconteció! Existen los tales, los cuales su pecado no tiene vuelta, aquellos que prosperan pensando que Dios anda con ellos, prosperan para que ya no piensen en volver para todos los caminos sanos del evangelio: los tales lugares escurridizos de los cuáles el Sal.73 nos habla. Si un creyente pide dinero en la iglesia, cuando Jesús dijo claramente que “No os proveeréis de oro, ni de plata, ni de cobre, en vuestros cinturones; ni de alforja para el camino”, Mat.10: 9,10, inmediatamente siente que la bendición de Dios le es retirada si no roba pidiendo los diezmos. Pero, Dios quiere que estos se sientan bien, pensando que Dios está del lado de ellos para que no tuvieran cómo y porque se arrepientan.

En cuanto Dios, Él sabe que puede y tiene como destruir momentáneamente a quién en Él de Él escarnece. Porque sabe que la vanidad de todo el hombre es vana, su fuerza inútil, su garganta profunda y llena de palabrería fácil, inmediatamente opta por esperar a ver si alguien ve que tiene un yugo sobre sí, el cual nunca y en circunstancia alguna debería hallar normal. Incluso los que son creyentes, después de que entren en una iglesia, creen que andar bajo yugos es normal procedimiento en toda la tierra. Luego, hasta crean unos cuantos más, inventan unas ciertas doctrinas las cuales les dicen eso aún, las cuales también les garantizan siempre que nada de más les irá a ocurrir desde que se mantengan leyendo la Biblia de forma legalista y deudora, para que tengan como dejar pasar el tiempo que le es vital para el arrepentimiento en el cual deberían estar buscando la verdad y la vida, algo que los creyentes hallan erradamente que ya tienen bastante; unos se colocan bajo el yugo de la “circuncisión”, (velos en las mujeres, prohibiciones a nivel de cortes de cabello, etc.); otros en las muchas formas de bautizar, de predicar, de cantar en la iglesia para que el aplauso sea visto como glorias a Dios. Si todo esto fuera útil, nunca llevaría a las personas a que desvíen su mirada, obscurecido por la doctrina, del yugo que sobre sí pesa inmensamente – sólo que aún por atar. Este era el mal de Israel: creía que era escogido y que nada malo le ocurriría, es decir, “Por cuanto dices: Rico soy, y estoy enriquecido y de nada tengo falta; y no sabes que eres un desgraciado y miserable y pobre y ciego y desnudo”, Apoc.3:17. Miren lo que dijo Dios de una cierta mujer: “y le di tiempo para que se arrepintiera; y ella no quiere arrepentirse”, Apoc.2:21. Mientras le era concedido tiempo de arrepentimiento, ella lo aprovechaba para pecar aún más, pensando que nada de más le sucedía a causa de la prosperidad en sus muchos pecados; inmediatamente asumía que podía continuar haciendo todo aquello que hacía, ¡dando una mala interpretación a ella misma en cuánto al verdadero estado de las cosas! ¡Ella hasta se hizo profetisa, predicando la Palabra! La misericordia de Dios en dar tiempo a quién nada puede contra Él, a que se arrepientan inmediatamente, es antes usada para el pecado. ¡Imagínese el pecado del hombre a quién Dios da tiempo para arrepentirse y este es usado aún para negociar, trabajar sin descanso e implicar con todo aquello que le corre mal, viniendo eso de Dios aún! Su tiempo de muerte puede hasta haber sido aplazado un poco, como fue hecho con El Rey Ezequías, 2 Reyes 20:5. Pero no nota y en vez de entender y buscar aquella verdad de los hechos por la fe, inmediatamente usurpa ese tiempo para gloriarse y agrandar su pecado aún más – bajo las narices humeantes de toda la ira escondida de Dios! El pecador usa mal ese tiempo que nunca sabe que le es prestado, olvidándose ostensivamente que toda la labor bajo esta vida a la luz de la eternidad nada significa. “¿Por qué gastáis el dinero en aquello que no es pan? ¿Y el producto de vuestro trabajo en aquello que no puede satisfacer? Oídme atentamente y comed lo que es bueno y deleitaos con la gordura. Inclinad vuestros oídos y venid a mí; oíd, y vuestra alma vivirá; porque con vosotros haré un pacto perpetuo, dándoos las firmes beneficencias prometidas a David”, Is.55:2,3.

“Ea ahora, los que decís: Vamos hoy y mañana a tal ciudad, y estaremos allá un año y compraremos mercadería, y ganaremos; y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y después se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto, o aquello. Mas ahora gloriáis en vuestras soberbias. Toda gloria semejante es mala. El pecado pues está todavía en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace”, Santiago 4.13-17.

Antes que el yugo de todas nuestras transgresiones nos sea atado para siempre, escojamos hacer como Daniel, de quién nos es dicho: “Entonces me dijo: No temas, Daniel; porque desde el primer día en que aplicaste tu corazón a comprender y a humillarte ante tu Dios, son oídas tus palabras y a causa de tus palabras yo vine”, Dan.10:12. Vamos a humillar nuestro corazón antes que el yugo sea atado. Amén.

José Mateus
zemateus@msn.com