Para oír la voz de Dios: 

  1. Baja el volumen del mundo o desconecta tu amor y tu motor por él. Nosotros sólo oímos a quien amamos y si amamos al mundo no conseguiremos oír a Dios - aunque Él hable.

  2. ¡Vuélvete oveja en vez de intentar descifrar la voz – oveja es quien oye y no quien es astuta! Juan 10:4,5.

  3. Nunca quieras que Dios te hable conforme a lo que quieres oír, sino conforme a la verdad. Si Dios habla conforme a lo que te gusta oír, no te enorgullezcas porque fuiste transformado; si no te gusta oír, ¡necesitas ser transformado además de que necesitas obedecer todo lo que oíste del modo que lo oíste! No te des por satisfecho porque oíste –transfórmate inmediatamente.

  4. En vez de intentar callar al mundo, simplemente no lo ames porque el mundo nunca se callará mientras hubiera sol y luna.

  5. Ama a Dios en vez de intentar hacerlo hablar. Dios habla fácil, tanto cuanto se calla fácilmente también.

  6. Dios es real y no es mítico – ten eso en cuenta cuando lo quisieras oír.

  7. Barullo no es la voz que Dios oye ni la que usa para hablar, 1 Reyes 19:12.

  8. Un corazón limpio, con todos los pecados confesados y abandonados uno por uno, ve siempre a Dios, oye sólo a Dios, Mat.5:8.

  9. La voz de Dios no es milagro por acontecer, es algo normal – pero, ¡que puedas oír la voz es una consecuencia de lo que eres!

  10. Dios habla para que obedezcas, no para que te alegres con eso.

  11. Dios habla para que vivas o hagas vivir y no para que te enorgullezcas a cuestas de Él.

  12. Nunca te manifiestes si oyes a Dios como si fuera algo extraordinario o un milagro. Si lo haces sólo muestra que no quieres obedecer lo que impones a los otros. Intenta antes ver si te habla a ti o a través de ti y no te atrevas a añadir a la Palabra de Dios sea ella para ti o no, Prov.30:6.

  13. Dios habla la verdad que muchos no quieren oír – tal vez ni tú. Por eso es que debemos ser verdaderos antes de que podamos oír bien y de buen grado, sin murmuraciones. Toma también en cuenta que, cuando somos transformados, reaccionamos de otro modo ante la voz de Dios – no más del modo violento de antiguamente, como alguien que se necesita obligar para hacer y tomar así el Reino de Dios por la violencia.

  14. Espera enemistad del mundo si eres amigo de Dios y Él te hable – hasta de tu corazón, si fueras mundano.

  15. Espera que los lobos aparezcan si eres oveja y no te asustes y no rechaces ser oveja por miedo de errar o de ser comido. Miedo de errar es disculpa para no tener que hacer.

  16. Oye el Pastor y no el lobo siempre que el lobo se queda ululando o imitando el Pastor. Porque si el lobo ya no te asustar, puede aún impedir de oír Quién te habla fielmente y sólo a Él, extorsionando tu atención y quitándola de la sintonía espontánea, natural y voluntariosa que debe ser.

  17. No te impresiones con nada, a no ser con Dios callado.

  18. No puedes tener un espíritu de contradicción o una voluntad de cumplir tu cosa, ni de cumplir las cosas de Dios a tu modo o en tu tiempo. Dios es demasiado suave en Su hablar y la obstinación no se da con la obediencia que es suave y persistente. Recuerda la mansedumbre, fruto del Espíritu. La obediencia no se cansa, va más lejos que todo y persiste hasta al fin porque es suave – no existe nada que persevere tanto como ese tipo de obediencia. No temas parar de ser violento, con miedo de no conseguir ser perseverante de este modo.

  19. Siempre que Dios te hable, tendrás que ir hasta al fin con Él, del modo leve de Él y aún con todo lo que Él te hable.

  20. Dios no es de piedra, ni para oír ni para hablar. Entonces, “Ved, pues, como oís”, Luc.8:18: si oyes sólo cuando se grita o si oyes cuando se susurra en tu oído, 1 Sam.9:15. Baja el volumen de todas las cosas para que tengas como oírlo a El. 

Esas son algunas de las condiciones y algunas de las circunstancias en que se oye a Dios hablando.

 

José Mateus
zemateus@msn.com