RAZONES QUE IMPIDEN QUE LAS ORACIONES QUE SEAN OÍDAS
Cuando usted se desmotiva porque una oración no fue oída, en vez de aceptar la reprehensión silenciosa de Dios contra sí (en la verdad es a su favor), puede tener la certeza que existía la opción de motivarse y de aconsejarse con Dios para descubrir cuál es la razón, el motivo, porque Dios no oyó. En vez de quedarse con “falta de fe", debería ganar más ánimo antes de pensar en desistir, pues, Dios le puede explicar porque no oyó su pedido. Lo peor es que, siempre que las personas desisten, desisten de todo y no sólo de aquella cosa u oración que tienen en manos. Desistir es, muchas veces, una forma de chantaje contra Dios. Las personas no desisten del asunto por lo cual están orando, pero de todo el resto cuando algo corre mal. Es por esa razón que Dios nos dice para que oremos sin cesar, es decir, orar sin desistir al medio del camino para que podamos parar de orar sobre los asuntos que Dios nos atendió. Así, podemos quedarnos sólo en la expectativa de que, en cualquier momento, se concretizará aquello que Dios nos prometió.
Si se rechaza a investigar cuáles son las razones porque una oración no fue oída entre muchas que fueron, sea por descuido, pereza, falta de atención, desmotivación u otra cosa cualquiera, puede tener la certeza que Dios impedirá Su oído del oír futuramente en otras oraciones que podrán ser Su voluntad. Los rechazos de Dios no siempre tendrán que ver con su voluntad sobre las cosas que oramos (las cuales son Su voluntad casi siempre). En la verdad, si una oración no llega a ser oída, no debemos colocar el asunto de lado y creer que la voluntad de Dios es otra – principalmente si es algo que puede ser su voluntad. Por esa razón, debemos investigar porque razón las oraciones no fueron atendidas. Y, si es verdad que Dios nos deja de oír cuando no investigamos cuáles son las razones que llevan a Dios a no oírnos para que actuemos enseguida en conformidad con la revelación que tuvimos, podemos tener la certeza que, cuando investiguemos y que hallemos las razones por las cuáles Dios no nos oyó, Dios se motiva a oírnos cada vez más.
Una de las razones que pueden impedir a Dios de oírnos, es que creamos que las revelaciones son siempre e incuestionablemente sobre cosas que impresionan, sobre el mundo y las personas allá de fuera. En la verdad, la gran mayoría de las revelaciones de Dios es sobre el estado de nuestro corazón, su contenido y lo que Él piensa de todo que existe allá, del modo que Él las ve. También hace la revelación de cómo y porque liberarnos de todo tipo de pecados.
Las relaciones pueden ser una razón directa para los impedimentos en la oración sobre cualquiera otro asunto, aún los que no están directamente relacionados con las oraciones que hacemos.
Los pecados de las personas por quienes oramos, pueden impedir nuestras oraciones por ellos.
Nuestros pecados pueden venir a impedir las oraciones que hacemos por quienes es santo y puro delante de Dios – ¿se da cuenta puede impedir que la voluntad de Dios sea hecha en otra vida? El tipo de relación que tiene con personas, con sus familiares, puede fácilmente impedir cualquier tipo de oración que hace a Dios. “Igualmente vosotros, maridos, (dad) honra a la mujer, como vaso más frágil y como siendo ellas herederas con vosotros de la gracia de la vida, para que no sean impedidas vuestras (otras) oraciones”, 1Ped. 3:7.
Si damos fruto y si ese fruto no permanece por sí mismo, para siempre, Dios rechazara a oír ciertas oraciones de nuestra parte. “… Para que (…) vuestro fruto permanezca, a fin de que todo cuanto que pidáis al Padre en mi nombre, Él lo conceda”, Juan 15:16. Deberemos sólo poder diferenciar lo que Dios entiende por fruto y aquello que podamos entender por fruto, aquello que Dios sabe que es adelanto en dirección al Cielo que es eterno y aquello que creemos que es éxito porque vivimos en la tierra aún. Fruto que fructifica pero no permanece, impide que futuras oraciones sean oídas.
Si no fuéramos con la intención de dar frutos para Dios exclusivamente, Dios no nos oirá en las oraciones. “… Para que vayáis y deis frutos (…) a fin de que todo cuanto que pidáis al Padre en mi nombre, Él lo conceda”, Juan 15:16.
Siempre que usted ora por su hijo enfermo, su padre pecador, su madre desamparada, su hermano loco, su deseo que es puro (entre otras cosas), puede tener la certeza que caso tenga en cuenta como usted gustaría que tales cosas fueran oídas porque se halla en la necesidad de ser oído y no porque se halla en la necesidad que Dios sea glorificado al atender inmediatamente, Dios desistirá de oírlo después que la primera palabra salga de su boca – aunque ore hasta al fin y crea que por la fe de locos conseguirá convencer Dios de Su rechazo silencioso. Su silencio puede ser una indicación y no un rechazo en oírlo en otras circunstancias de limpieza de corazón - puede servir de motivación a limpiarse delante de Él inmediatamente allí y alcanzar la oración sobre la cosa que le molesta el corazón. Por eso, no llore, pero antes ría porque no fue atendido, pues ahora tiene asunto para conversar con Dios y sus oraciones ya no necesitan ser repeticiones como las de los gentiles que hablan con imágenes sordas que ni se mueven por ellas – ni a su favor.
Nuestras oraciones también son impedidas cuando:
Oramos “Señor, salva a mi Padre de su enfermedad” y tenemos alguien a morir espiritualmente en el umbral de nuestra puerta.
Pedimos: “Señor, convénceme que estoy errado” cuando ya tenemos en mente lo que vamos a hacer.
Pedimos toda la sabiduría a Dios para enseñar a los otros cuando nosotros mismos no nos regulamos por las leyes de toda la santidad.
Cuando pedimos sabiduría y no aceptamos que la sabiduría de los otros nos enseñe.
Pedimos para que seamos justos, pero no pagamos el precio de la justicia dentro de nosotros, del precio para que seamos justos
Pides por santidad sólo porque quieres ser visto como alguien puro y no para que Dios sea visto en ti como puro.
Pides a Dios para ser como nada cuando Dios quiere que seas el responsable por su obra de la manera que Él te indique.
Pides a Dios para convertir gente y tú nunca te conviertes a ti mismo de la irritabilidad, promiscuidad, impaciencia y de la ignorancia inmediatamente, de un golpe.
Cuando pides poder y sabiduría, terminas tus oraciones diciendo: “Señor, hace eso por nosotros” o entonces, terminas diciendo “En Nombre de Jesús” teniendo sólo tus cosas en mente y, en la verdad, estás siendo visto como un hipócrita que sabe usar bien sus palabras.
Pides a Dios para quitarte tu pecado, pero nunca haces nada para terminar con él inmediatamente, sabiendo que Dios bendecirá tus pasos también y no sólo tus pedidos a Él.
Oras llorando o riendo, clamando o susurrando, pero eres un buen actor y nada más consigues que ser fingido hasta para ti mismo.
Tú oras por alguien que te robó o te mintió, sin embargo nunca vas a restituir lo que tú robaste años atrás o reponer la verdad donde mentiste.
Pides perdón sólo porque andas con miedo de lo que las personas piensan de ti y nunca tomas en cuenta cuánto avergüenzas a Dios a través de tus pecados. Dios no está preocupado con aquello que las personas puedan pensar de ti - Él ve tu pecado solamente.
Pides a Dios para perdonarte tu ira, quitarla de ti y, aún así, nunca quieres dar el brazo a torcer en la discusión de un simple argumento, quiere tengas razón o no. ¿Cuál es la cosa que importa: que tengas razón, o que tengas el espíritu correcto?
Pides a Dios que te perdone tus pecados, sin embargo te excusas siempre mencionarlos uno a uno porque crees que será una pérdida de tiempo.
Pides que Dios que suscite hombres de fe cuando tú no crees abiertamente. Quien sabe el hombre de fe deberías ser tú.
Pides a Dios que sople con vientos de avivamiento y tú estás seco por dentro. Si no estuvieras dentro de la voluntad de Dios, ¿cómo estará la voluntad de Dios a tu alrededor?
Pides para ser grande y no como Jesús que nunca recibió nada de vuelta de ningún hombre, que no tenía donde recostar su cabeza dentro de un mundo que creó - aquel Jesús que miró hacia los ojos de la muerte sólo porque era la voluntad del Padre. Debemos pedir y recibir la voluntad de Dios, sea ella grande o pequeña.
Pides a Dios darte alegría del perdón y no confiesas tus pecados todos uno a uno, tanto a las personas como Dios.
Pides por un avivamiento y nunca estás en la disposición de predicar de la forma como Jesús lo hizo sin añadir o retirar una palabra.
Cuando usted ora y no verifica si Dios atiende sus oraciones, cuando sus oraciones son un culto y no una conversación concreta con un Dios real y las cuales traen resultados inmediatos, usted es un necio - de aquellos necios que también creen que Dios puede no atender de forma real y concreta, inmediatamente allí. Por esa razón, también, se queda a la merced de aquel tipo de fe que está errado y que miente hasta para sí mismo ante evidencias. En la verdad, usted tiene miedo de encarar la realidad, pues cree que Dios no tiene solución real para sí. No tenga miedo de desistir de ser necio. Amén.
José Mateus
zemateus@msn.com