LA VIDA DIFÍCIL DE UN ESCLAVO EN LIBERTAD

 “¿Puede alguno quebrar el hierro, el hierro del norte y el bronce?”, Jer.15:12

(6)“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados y que rompáis todo yugo?  ¿No es que partas tu pan con el hambriento y a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo, lo cubras y no te escondas de tu hermano? (7) Entonces nacerá tu luz como el alba y tu salvación se dejará ver pronto e irá tu justicia delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia (8) Entonces invocarás y te oirá Jehová, clamarás y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo el dedo amenazador y el hablar vanidad”, Is.58:6-9.

Imaginemos un esclavo libre. Imaginemos las dificultades que enfrentará en una vida desconocida, en un ambiente donde todo es deseado pero desconocido; donde todo opera de forma distinta, por otros medios, sin lugar para la obligación, dependiendo en todo de la espontaneidad de una voluntad propia súbitamente libre para ser puesta en práctica, pero, nunca en pro del mal que su amargura anterior siempre halló ser la libertad: aquel tipo de libertad de su anterior dueño. Luego, experimentar la libertad de Cristo es difícil para sí, mientras más difícil será teniendo cómo única referencia una libertad inhumana para la cual, en la verdad, nunca fue llamado. Reconozcamos que, para muchos esclavos, las leyes de la verdadera libertad nada de bueno tendrán para que ellos continúen teniendo la cabeza y el corazón de esclavo dentro de una realidad de libertad. Por eso Pablo dice "Renovaos en vuestras mentes", Rom12:1,2. Porque estamos libres, necesitamos ser renovados en nuestras mentes.

Es así con las personas a quién Cristo libera de todo pecado, pues esas personas nunca vivieron sin su pecado en libertad y con un dueño más exigente que el pecado, un Dueño que pide total obediencia a un ser libre y en total libertad. El dueño anterior exigía eso a un esclavo que no tenía otra opción para su vida y era malo. Convengamos que la obediencia de esclavo no será la misma cosa que la obediencia de un ser libre a un buen dueño. El tipo de sumisión es diferente. Por esa razón, cualquier esclavo tendrá grandes dificultades de adaptación, pues todo lo que él rechaza de corazón es la sumisión - él odia la sumisión y eso es todo lo que Cristo pide, pues el dueño de su vida es distinto del anterior. Un esclavo confunde lo que aprende con lo que era antes, pues la sumisión en libertad a un Dueño excelente no tiene nada que ver con aquel tipo de sumisión en la que se encontraba sujeto anteriormente. Nosotros fuimos creados para que seamos como ovejas y por esa razón los dominadores de este siglo se aprovechan tan fácilmente de seres como nosotros.

Tal vez su antiguo dueño haya torturado al esclavo que usted es o fue al punto de hacerle unos agujeros enormes en las orejas para identificación (como se hace con el ganado), los cuales, ahora, cuando se mire en el espejo, lo hacen vivir la vida antigua a través de sus recuerdos – no le es fácil evitar pensar y meditar en el asunto, pues, en vez de esos enormes agujeros cicatrizados que le traigan al recuerdo su estado de libertad actual y su agradecimiento, antes lo hacen olvidar su estado actual y recordar su vida antigua. En vez de la alegría que le debía traer esa ocurrencia, se encariña al recuerdo en forma de tristeza. Debería ser común que las personas salten con el recuerdo de ya no están bajo el yugo de la esclavitud cuando se miran al espejo. Pero no es eso lo que acontece. Por un motivo o por otro, las cosas no siempre funcionan dentro de la voluntad de Dios: “alegraos siempre” no les dice nada aún, pues los recuerdos entierran su libertad. Los recuerdos antiguos están aún enraizadas, las nuevas muy frescas, los hábitos creados antiguamente aún están en la conciencia de la persona y los nuevos poco deseados. De ahí que leamos en Luc.5:39: “Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo, porque dice: El añejo es mejor”.

Tal vez la persona haya nacido esclava, sin saber que tipo de vida existe fuera de la esclavitud: la única referencia que tiene de la “libertad” es la de su dueño airado. El esclavo aprendió a golpear porque era golpeado. El pecado era exigente y por eso el esclavo exige de las personas y no sabe pedir. Una de las razones porque Cristo dice "Pedid" es precisamente esa: debemos aprender a pedir y a dejar de exigir. Si un esclavo no exige, luego no pide con certitud e con firmeza – solo esta seguro si exige. Nosotros exigimos de personas malas o siendo malos, pero pedimos a personas buenas si somos transformados.

Podemos dejar de exigir sin pedir nada del modo cierto también. Pero así nunca aprenderemos los modos del mundo libre de Cristo. Todo esclavo cree que libertad es aquella que veía en su dueño. Luego, experimentar la libertad de Cristo es difícil para sí, mientras más difícil será teniendo cómo única referencia una libertad inhumana para la cual, en la verdad, nunca fue llamado.

Tal vez tenga ganancia, un cierto rencor a la idea de tener alguien como rey de su vida debido al hecho de desear tanto ser libre y de él mismo ser rey porque vio y ambicionó aquella libertad de su antiguo dueño y señor. Era lo que acontecía con los Israelitas que deseaban el Egipto, su única referencia de libertad. Ahora, dentro de las normas de un nuevo rey humano y bondadoso en todo, todo cuanto un esclavo desea o sabe desear es ser dueño de sí mismo. Conozco un satanista que se convirtió, el cual antes de convertirse ni la luz del sol podía ver – andaba sólo de noche como los vampiros. Así que se atrapó libre de sus pecados y temores, porque Dios lo liberó después de haberlos confesado uno a uno, este hombre experimentó una libertad que ya ni sabía cómo era vivirla.

En la verdad, era todo lo que deseaba: verse libre de su dueño anterior, del diablo. Así que se atrapó en libertad, la aprovechó para ir a vivir la vida del mundo que no consiguió vivir hasta allí. De igual manera sé de alguien (una chica) paralizada de los pies a la cabeza, que, al verse milagrosamente sanada en secreto y fuera de un culto, se lanzó a una vida mundana con todo lo que tenía. Su Libertador fue olvidado poco tiempo después de liberarse de su enfermedad. Ninguno de estos se salió como Pablo que se volvió con todo lo que tenía para vivir para su nuevo Dueño dentro de la libertad que experimentó a partir de un cierto momento.

La libertad es siempre cosa extraña para un esclavo. Antes tenía su comida, a la cual se habituó; ahora tiene un campo para trabajar del cual puede usufructuar pero nunca será suyo – es una dádiva. Nada de anormal será entonces ver que, cuando las personas se quedan en libertad, creen que nunca vendrán a ser esclavos de sí mismos. El peor de los dueños de los esclavos en una libertad real, son siempre los que usan de ella – tanto para sí mismos como para los otros a su alrededor.

Existen, pues, grandes dilemas por resolver en esclavos libres, los cuales son en todos problemas nuevos y sin referencias por las cuáles se pueda regir, guiar o referenciar. Una víctima sólo sabe o ser víctima por experiencia propia, o victimar debido a aquello que imaginó ser su tipo y concepto de libertad. Un esclavo cuando hace algo de bueno, se halla siempre mejor que todos los otros, pues, nunca le pasó por la cabeza que ser como Dios, es nuestro estado normal de vida desde nuestra creación original. De ahí que ser bueno en todo, ser perfecto, nunca le llama la atención continuamente, pues, debido al deseo de servirse a si mismo, sólo cuando consigue algo como retorno de su "bondad" o "fidelidad" se dedica a una vida de moralidad. Muchos hacen bien sólo porque quieren ir para el cielo.

Él consigue algunos resultados prácticos de sí mismo para sí mismo – de lo que habla con jactancia oportunamente. Su motivación deriva siempre de algo egoísta, o entonces nada alcanza de hecho. También piensa y cree que Cristo vino a bendecirlo en ese tipo de vida, como si Cristo fuera a liberar de un pecado para entregar la criatura libre a un dueño más exigente aún. Pero debemos saber que podemos hacer las mismas cosas por Dios y que seamos egoístas ni debe servir de motivo para que no hiciéramos lo que está correcto. “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (14) Porque toda la ley en esa sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, sea él quien que sea, sea este benefactor o sólo beneficiado. Gal.5:13-14

Reconozcamos que un esclavo no sabrá vivir muy bien sin ser en las catacumbas de la esclavitud – nunca aprendió a vivir de otra manera. Él no sabe lo que es vivir en un palacio sin congratularse, como algo normal de una vida nueva. Él necesita cambiar su mente, su forma de pensar y de encuadrar las cosas de Dios dentro de sí. Poder vivir sin las parrillas, sin las corrientes en sus pies y manos, sin vivir sólo para sus amigos co-torturados porque viven de la misma opresión, es de hecho cosa inconcebible para sí – ni su propio organismo estará adaptado a tal vida liviana, pues, o no hace nada cuando no le es exigido, o hace todo por la fuerza. Sólo conoce esas dos opciones. Hacer algo grandioso por la gracia, le es algo enteramente inconcebible – estar parado, sí, ya hallaría ser gracia. Tales esclavos nunca saben lo que será trabajar arduamente a no ser por la propia fuerza cuando les es exigido. En la libertad no se exige, pues que allí tenemos la oportunidad  de ser como Dios es.

Los pedidos de Jesús son mandamientos y Él habla de otro modo porque no es ruin. Pero, porque Él es bueno y habla de otro modo, eso no significa que sus palabras no sean mandamientos exigentes. De ahí que creamos las bocas del mundo y de las iglesias actuales condenen a los creyentes que consiguen dar todo de todo a su único Señor y Salvador POR ÉL, a través de su poder. Convengamos que, si damos todo para Cristo, no damos nada a una iglesia desviada y por eso hablan, porque no reciben de nosotros. Eso no será aceptable para el cuerpo eclesiástico de los engañados. Ellos piden que sea dado a ellos y dar a ellos es dar Dios, dicen. Convengamos, también, que la verdadera gracia puede ser algo desconocida tanto por Calvinistas cuánto lo será para los Arminianos. Sólo porque los Calvinistas hablan mucho de la gracia para que se queden quietos, no quiere decir que eso no sea la forma de ser de un esclavo, su adaptación pecaminosa a la idea de la libertad. Porque no la experimentan hablan bastante y llegan a condenar a quién la experimenta de hecho. Los Calvinistas se quedan quietos y los Arminianos usan de la propia fuerza. ¿Cuál de los dos merecerá mayor condenación? ¿Cuál de los dos no actúa como esclavo, aunque sea de hecho libre?

Uno de los motivos de este mensaje es para que aquellos que son creyentes sucios no teman que se consideren separados de Cristo porque así se pueden arrepentir de todo; y, también, aquellos que están en Cristo ni por sombras teman considerarse verdaderamente muertos para el pecado. ¿No será mayoritariamente por esa razón que las personas conciben doctrinas para que esclarezcan por conveniencia como es imposible vivir una vida de amor aquí en la tierra? (Tito 2:11-13) Cuando veo la situación actual de TODAS las iglesias sin excepción, reconozco que en su gran mayoría son esclavos que hablen de libertad: o saltan y saltan con sus corrientes en sus pies, o baten palmas estando presos por los pulsos aún y hacen mucho barullo y alarido sólo para que crean que son libres o que Cristo bendecirá su propia vida. Los de fuera ven sus corrientes y los escuchan cuando dicen que están libres. Sólo los propios creen en los propios. Por esa razón es que la iglesia se hizo condominio cerrado y cada uno lucha por si, pues los propios se aíslan y refutan todo aquello que les pueda quitar de su mundo de sueño.

"Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio", Prov.18:1. Y quien se junta a los errados, aún juzgándolos, necesita aprender a vivir en libertad. Todo cuanto hacen y predican actualmente, por muchos teólogos y sabios que sean, es un punto de vista de esclavo que comenzó a hallarse en el derecho de hablar sobre la libertad que no tiene – o porque la experimenta en parte sólo, o porque no la consigue experimentar conforme es su antojo. Las personas hablan mucho de aquello que desean y hablan como si ya fuera una realidad en sus vidas. Llaman eso fe. Por esas razones hablan de boca llena y de corazón vacío en una realidad de mentira.

Viven como si Dios no fuera real y su incredulidad los lleva a rechazar la bondad cuando es algo real porque no están acostumbrados con el modo práctico de vivir de Dios. Su vida es una contradicción. Por esa razón, los Pentecostales mienten para sí mismos y las iglesias tradicionales rechazan la idea de hablar de milagros porque ellos (los pentecostales) mienten. Pero, en la verdad, el problema nunca fueron los milagros, pero los corazones de los hombres. Nosotros no fuimos llamados para cambiar las Escrituras rechazando los muchos milagros que nos exponen, pero sí para cambiar los corazones de los hombres. Si los errados hablan de milagros, ¿porque razón rechazaré a Dios o Su realidad? ¿Son los milagros que están errados o sólo quienes hablan de ellos de boca llena engañando y siendo engañados?

¿No quiere sentir inquieto y perdido? ¿Será que los hombres de Nínive se salvarían si no se sintieran perdidos? ¿Está su evangelio basado en las Palabras de Cristo o en sus interpretaciones de ellas? ¿Que decir de las palabras “VERDADERAMENTE libres”, venidas de Alguien que nos dijo  que nunca añadiéramos nada al sí y al no de Él? ¿La palabra “Libres” no bastaría venido de quien vino? ¿Y las palabras de Pablo también? ¿Que decir de ellas? “Más que vencedores”, o aún, “Así también vosotros consideraos como VERDADERAMENTE muertos para el pecado”, "renovaos en vuestras mentes", “pero vivos para Dios, en Cristo Jesús. (12) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que obedezcáis en sus concupiscencias; (13) ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad; pero presentaos Dios, como redimidos de entre los muertos y vuestros miembros Dios, como instrumentos de justicia”, Rom.6:11-13.

Creo que me es innecesario añadir más palabras. “El que tiene oídos que oiga” entonces.

 

José Mateus
zemateus@msn.com