INTRODUCCIÓN

Nosotros sabemos que tenemos conciencia. Nuestra conciencia es aquello que nos hace darnos cuenta de las cosas y la forma en que nos damos cuenta de ellas. Nuestra conciencia es un registro de datos que no podemos impedir que se registren - podemos sólo negar, esconder, ignorar y no reconocer aquello que se quedó registrado y nada más que eso. Yo creo que los libros que serán abiertos y donde están escritas las obras de los hombres, son sus conciencias y sus propios registros de datos. Vamos a ver si estoy errado cuando el día llegue. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”, Apocalipsis 20:12.

La conciencia también se afila y se entrena. Pero, la conciencia también reacciona del modo que aprendió a reaccionar, ya sea escondiendo (hasta de si mismo), ya sea revelando y manifestando. Los hábitos hacen su manera de actuar, interaccionar y de reaccionar. La conciencia no tiene como evitar quedarse consciente de lo que le pasa. Tiene, eso sí, forma y medios de reaccionar y de controlar como actúa o reacciona, pero nunca tendrá como evitar tomar conciencia de cualquier cosa que pase dentro o fuera de la persona.

Existen personas que quieren que les hagamos bien o mal, se quedan siempre defendiéndose de aquello que son, como si estuvieran bajo amenaza continua. Tengo un familiar que dice que si no roba no llega a lado ninguno. Cuando va a trabajar, ya sea con una persona honesta o no, va armado para no ser robado. Eso condiciona y lesiona todo su trabajo, pues está concentrado en otra cosa: en no ser robado y en robar de vuelta hasta aquello que nadie le robó. Yo siempre afirmé que el desconfiado es ladrón - aunque no robe.

Sabemos que, quien roba, desconfía del ladrón, pues tiene conciencia única y la conciencia única es lesionada y usada para estar consciente de que se roba en su mundo. Automáticamente, al pensar en robo, reacciona defendiéndose y justificándose también. Quien tiene la capacidad de robar, entra inmediatamente en una onda de justificarse porque se acusa y teme ser acusado y, también, se prepara para protegerse porque tiene conciencia del robo y de que roba. Es muy fácil ver cuáles son los pecados de las personas, si miramos con atención las cosas de las cuales se defienden (y que acusan a los otros o de lo que dicen que los otros serían capaces) y de lo que se intentan justificar.

Pero, además de la conversación que la conciencia tiene o consigue tener, (siendo la conciencia la capacidad de que estamos conscientes de lo que pasa y de aquello que vivimos, experimentamos, deseamos y hacemos, entre otras cosas), ella aprende a actuar y a reaccionar mediante lo que halla y piensa. Pero, esas reacciones son hábitos que fueron formados, son patrones de comportamiento y muchas veces son terquedades. Quiero decir que nadie tiene como evitar registrar todo lo que le pasa dentro y fuera de sí. Pero, la conciencia aprende solamente a actuar o a reaccionar mediante los intereses que tiene o no tiene, puede tener o puede que no tuviera. Si sus intereses son egoístas y condicionados por hábitos, reaccionará de una forma; si ella fuera egoísta, pero no está condicionada, reaccionará de otras formas. Lo mismo se podrá decir en caso de ella no ser egoísta y ser condicionada y también en caso de ni ser egoísta ni condicionada.

Existen hábitos muy malos para una conciencia, como existen hábitos buenos y otros sólo menos buenos. Hablaremos o ejemplificaremos aquí los hábitos que un cierto tipo de conciencia creó y que se instaló dentro del mundo religioso y evangélico. Vamos a tener en mente será siempre ineludible que estemos conscientes de una cosa cuando ocurre en nosotros. Y tengamos en mente, también, que estemos conscientes de una tentación cuando el diablo se infiltra en nuestro dominio, nunca será lo mismo que una conciencia de que pecamos, porque no pecamos - solo fuimos tentados.

Una toma de conciencia de una tentación puede llevarme a la toma de conciencia aún mayor de que no pequé, tanto que me puede llevar a pecar. Podemos hacer lo opuesto de la tentación o que nos sujetamos a ella. No siempre las tentaciones son cosas malas que nos acontecen, pues será de ese modo que nuestra fe es purificada y fortificada, para que no sea fingida y forzada; siendo nosotros probados por el fuego de ellas como el oro se purifica por el fuego también. Cuando el oro se calienta mucho, las impurezas suben y el oro es separado de ellas para siempre. Así que, también, nuestra fe es purificada para siempre y separada de las impurezas que la ponen fingida y sin simplicidad.

Todo pecador tiene una conciencia extrema de que es pecador y de que peca. Las tentaciones y privaciones (luchas), más tarde, sólo nos ayudarán a probar que estamos de hecho, limpios delante de Dios - limpios y no de ficción o por creencia solamente. Eso conseguimos a través de las pruebas y tentaciones. Y muriendo la conciencia del pecado, morirá también todo pecado a ella agregado. Fue lo que le pasó a Job. Sin embargo, para sus amigos Job se estaba justificando, cuando él sólo estaba reaccionando a una verdad y a un hecho que le era demasiado evidente. Y quien se justifica es pecador - por lo menos es uno de los muchos hábitos y características de pecadores. Nuestra conciencia tanto nos puede acusar como defender. Y Dios quiere que oigamos nuestra consciencia también nos puede defender y no sólo acusarnos, (Rom.2:15). Y Dios quiere que oigamos nuestra conciencia de todos modos. Job se “justificaba” porque realmente era justo y fue en ese hecho que sus amigos se basaran, pues es el pecador el que se defiende y se justifica. Sin embargo, Job era justo y lo sabía. “...Mas yo le conozco; y si dijere que no le conozco, seré como vosotros mentiroso; mas le conozco, y guardo su palabra”, Juan 8:55. Por poderosa que fuese la doctrina del sistema de entonces, Job no podría mentir sólo para satisfacerla. Job no pertenecía a la doctrina y sí a los hechos. Un santo que oye al diablo encontrará siempre que es pecador, un pecador encontrará siempre que es santo porque escucha al diablo y también y si propio.

Pero existen alturas en que el diablo usa verdades para acusarlos. Sólo cuando no las halla, usará todas las mentiras que pudiera usar en el más corto espacio de tiempo posible. Por ejemplo, una cosa es que un palomo pase por encima mío y yo tener la conciencia que él se alivió de algo que se cayó encima de mi cabeza cuando pasaba. Y no tendría como evitar tal cosa y ni de como no tomar conciencia de lo que pasó. Pero, eso no será la misma cosa que el palomo haga todos los días sus necesidades en mi cabeza porque lo dejé hacer nido allí. Y si yo frotara lo que el palomo hizo en mí (quiero que sea que lo haga una vez o todos los días), me sentiré más sucio do que ya estoy y me quedaré culpando al palomo y no a quien dejó que él hiciera el nido donde lo hizo.

 Intentaremos hablar sólo de como reacciona la conciencia y no de lo que estamos conscientes. Existe una reacción de la conciencia que es el ‘encubrir’ o justificar. Encubrir puede ser sinónimo de justificar, defender, atacar, desviar atenciones y muchas más cosas. Eso es el preciso opuesto de piso en la luz. Reconocer no es andar en la luz aún, pues podemos reconocer que hacemos una cosa para no aceptar abandonar esa cosa, queriendo con eso sólo recaudar atención, justificación y la tristeza de los otros. Pero, Job era justo y, poniendo en la luz su justicia, fue acusado de defenderse por sus amigos. Fue con eso que consiguieron la apertura para poder acusar a Job con el objetivo de aliviar el dolor que sentían por causa de él. Las personas también se alivian acusando.

Dentro de la conciencia existe siempre un diálogo escondido - aquello que la conciencia diría y no dice o no sabe decir. Es ese el diálogo que deseo exponer aquí, no la teoría de como una conciencia actúa o reacciona, pero antes lo que diría si ella se expresara de forma honesta, objetiva, imparcial y todo eso, también, de forma natural y espontánea aún. Haremos una conversación entre una conciencia limpia que reacciona a la acusación o a la mentira y una conciencia sucia que reacciona a las circunstancias de la conversación porque se siente acusada - y no porque sea acusada.

Los pecadores siéntense acusados y se justifican hasta de cosas mínimas e inexistentes, hasta de  imaginaciones simples. El pecador se defiende y acusa a otros por naturaleza, también casi por instinto. Los personajes de estas conversaciones que siguen son Conciencia Limpia (C_LIMPIA) y Conciencia Sucia (C_SUCIA).