MIL HOJAS

 

Por José Mateus

 

Mil hojas se cayeron en este Otoño, mil personas murieron sin que yo supiera;

Pero mis amigos llegaron y los traté bien, los que acá estaban traté aún mejor;

No pido nada de mis amigos y enemigos, sólo que acepten Quién me envía a ellos;

Será que ellos me entienden?

 

Nunca vi nieve, pero creo que es siempre suave en su caer , bella pero fría.

Es verdad que es Él quien “da la nieve como lana”, Sal. 147:16.

Pero, si mis palabras también vienen de Dios, ¿como se caen ellas y donde? ¿Calientan ellas?

Nada impide la nieve de caer , nadie impide el Invierno de venir;

Pero, mis palabras… ¿porqué las deberán impedir?

Iré a hablar como la nieve que nadie puede impedir, iré a cantar porque soy verdadero y simple;

¿Mi Dios, hablarás por mí, hablarás por Ti?

No quiero muchas palabras, pues sólo las quiero verdaderas y que sean como la nieve que nadie puede impedir.

 

Cuando Dios me hizo, mi deseo nació: quiero ser verdadero aún habiendo pasado tiempos a mentir;

¿Como ser verdadero sin la Verdad viviendo en mí?

Lo Busqué entonces sin saber a quien buscaba, pero hallé sabiendo a quien hallaba, mentí aún por el habito de mentir,

Pero inmediatamente vi que Quién me veía lloraba, pues si busqué y hallé con tanto esfuerzo

¿Porque mentiría aún para agradar a quién no me ama de verdad?

Sentí entonces Su presencia asegurándome que en la verdad nunca me rechazarán cuando sea verdadero

Y en caso me rechacen, nada harán, pues mi Dios estará conmigo porque Él es y ve como soy.

 

Quiero hablar como la nieve, en silencio pero siendo notado.

Quiero ser verdadero y desinteresado, pues tengo todo aún cuando no tengo nada.

Si piensan que soy pobre, ahora pues, piensen otra vez y nunca mientan más.

Dios me habló en secreto que rico soy, pues si no ves que es verdad, ¿cómo serás verdadero?

 

Ahora que ya no sé expresar todo cuanto mi alma me enseña,

Tengo por blanco vivir sin explicar, coger sin más sembrar.

Mi Dios, ¿cuánto tiempo tardarás aún a cumplir todas tus palabras, las que pusisteis en mis labios?

 

Pobre no soy, rico no estoy porque viviente soy en un cuerpo mortal,

Pero mi riqueza más invisible es aquella que más veo – ¿cómo la podré aún negar?

Así viviré uno, dos, mil años, eternamente, pues nada soy y por eso todo espero.

Sé que no me cansaré, pues ya esperé y ya pasé la peor parte y no estoy cansado,

Sé que aquello que Dios me dice sobre ser renovado cuando espero

Es siempre cierto porque lo he experimentado.

Ahora díganme: ¿porque fingiré que Dios me es real aún?

 

Mi deseo ahora es realidad que vivo: soy verdadero y hasta parece que nunca mentí,

Pues la verdad no sólo me da vida nueva, pero también me hace pensar que nunca fui falso.

Mira: ¿Cómo consigues vivir aún sin mi Dios?

Aquí entre nosotros (pero dice a todos): Dios es fiel,

Pero no creo sólo porque me dijeron la verdad, siendo que hice cuestión en a probar por mí. Viene, me mira; ¿será que ves mi Creador también para además de mí?

Si fuera condenado por ser de bien, ¿hallarías bastante prueba en mí también?

 

Ahora que el Invierno comenzó aquí, aquí aún seré cálido para ti,

Pues sin Dios tiemblas y por descontado te aproximarás de mí;

Pero… ¿cuándo tendrás fuego en ti mismo, aunque todo sea blanco y helado fuera?

Así, claro que me elogiarás, pero mi deseo es que lo hagas a mi Creador en vez de a mí,

¿Cuándo, como lo conseguirás?

 

Aun así me escucha, pues quiero ser como la nieve, sólo que caliente.

Nada más necesitas, no busques elocuencia.

Canta sí pero de corazón, pues si te elogian, no hallaron tu Creador en ti.

Ve que hablas con Él, que haces todo para Él,

Si cantas para uno, para mil o para ninguno

Que no halles diferencia en la multitud siempre que Jesús se sienta entre ella.

Busca a ver si Lo hallas por allá, deleitándose y oyendo: quien sabe ni oirás el aplauso

Cuando Su aprobación fuera blanda como la nieve, cuando Su perfume se esparciere por tu causa,

Porque partiste tu florero perdiendo tu amor por aquello que guardaste sólo para Él,

Inmediatamente serás importante sólo para él: ¿consigues vivir sólo con eso?

 

Ven, vamos a ver a Jesús también, pues no necesitamos de ir a Jerusalén como los magos;

Quién Lo vio nunca más permaneció igual.

¿Que buscas y deseas las cosas bonitas que son suaves también, calientes como Dios?

Ven, anda inmediatamente, vamos a cantar juntos,

Pero que no sea sólo en una misma melodía,

Pues si el corazón es igual cantaremos sin maestro de carne, sin pauta

Pero alegres de corazón, sabiendo que somos verdaderos.

Si somos iguales cantaremos juntos, pues seremos bravos como la nieve, blandos como Dios.

 

José Mateus
zemateus@msn.com