QUIERO SER SIMPLE DENTRO DE LA GRANDEZA

Por José Mateus 

No quiero que una única palabra de mis oraciones pase sin ser oída, nunca querré que una palabra mía salga sin ser cumplida; no quiero predicar un único sermón que no alcance, ni dar cualquier paso que no sea seguro. Deseo ser siempre hallado en Dios, moviéndome libremente en Él como si nada más conociera. No quiero ser como extraño delante de Él, sintiéndome incomodado cuando el mar rojo se abre, ni perturbado cuando me hallo dentro de sus llamas de santificación. Quiero ser fuerte como si hubiera sido siempre así (aún no habiéndolo sido) y deseo que al más leve toque yo me transforme para igual parecer a la de Él y de igual poder al suyo. No quiero ser como el ciego que ve pero no sabe para qué, ni como el sordo al cual se le abrieron los oídos y no sabe discernir los nuevos sonidos que oye.

¿De que me vale una palabra en oración que no sea prontamente oída, de que me vale hablar si Dios nunca cumple; de que me vale gastar mi aliento predicando si Dios no fuera visto, si la incertidumbre trasparece de mis palabras y caso parezca seguro y sea inseguro por falta de realidad y consumación de la Palabra? ¿Si nunca me siento en casa dentro de Él cuando Él es, si me manifiesto sorprendido cuando Dios hace algo, si me llamo incrédulo cuando el mar se abre o, cuando se cierra, se bailo como Miriam y no me siento como Moisés observando tranquilamente, porque razón pensaré que me hallo en condiciones de ir hacia el cielo donde todo es maravilloso?

¿Porqué razón querría dejar de ser ciego si pretendo continuar palpando las paredes? ¿Porqué dejaría de ser sordo si no pretendo entender y aceptar la verdad? Todo cuanto quiero es ser normal dentro de Dios, tener una relación simple con la grandeza del Señor, será que es pedir demasiado que quiera ser Su amigo así? Si fuera pedir demasiado, pediré aún así. Mira Señor, estoy pidiendo y no sólo para mí, pues prometiste que mi descendencia sería igual. Amén.