(Introducción)(Dial.1)(Dial.2)(Dial.3)(Dial.4)(Dial.5)(Dial.6)(Dial.7)(Dial.8)(Dial.9)DIÁLOGO 10

(Dial.11)(Dial.12)(Dial.13)(Dial.14)(Dial.15)(Dial.16)(Dial.17)(Dial.18)(Dial.19)(Dial.20)

 

 

SOBRE EL CIELO Y EL INFIERNO.

 

CS: ¿Porque razón estoy sintiendo una cierta paz?

CL: ¿Nunca oíste hablar en el Cielo? ¿Que el reino de los Cielos llegó?

CS: Oí sí. Jesús decía “He ahí el reino de los cielos. Arrepiéntanse”.

CL: Allá existe ese tipo de paz. Y si llegó acá, es natural que las personas consigan probarla para que verifiquen que no es mentira.

CS: Pero, ¡yo no me he limpiado aún! ¿Porque siento esta paz si no me he limpiado? Aún me siento sucio.

CL: Lo que estás sintiendo es para la paz de espíritu que reina en el cielo, como el olor de una deliciosa comida, es la deliciosa comida cuando tienes mucha hambre – es sólo el olor de esa paz aún. Y sientes paz porque estás oyendo la verdad y estás siendo atraído para que te limpies. Muchos se contentan con poco, sin embargo, porque ese “casi-nada” es mucho más de lo que alguna vez soñaron que haya y acaban quedándose allí mismo, perdidos entre la vida y la muerte – muriendo en la puerta de la vida.

CS: Y ¿cómo puedo comer y alcanzar esa paz por entero? Debe ser muy exquisito entrar en esa paz, en ese descanso.

CL: En la verdad, es exquisito sí. Por eso la Biblia habla de “entrar en el descanso” y también “por tanto queda un reposo para el pueblo de Dios”, Heb.4:9. Este capítulo de Hebreos es el más serio aviso para las personas como tú, los cuales sólo quieren entrar llevando sus pecados con ellos. Colocan condiciones a la vida, como si la vida dependiera de ellos y no ellos de la vida.

CS: Pero, ¿yo no quiero entrar?

CL: Puedes entrar, sí. Por eso la paz te llama y te está atrayendo a ella para que entres en las condiciones de ella. Pero, en la verdad, es una invitación sutil para que limpies tu vida y para que dejes tus pecados para siempre.

CS: No estoy entendiendo adonde quieres llegar.

CL: El olor atrae a quien está sucio, porque si no tuvieran una percepción real del reino de los cielos, nadie tendrá ganas de entrar por la puerta, arreglarían maneras de imaginar un tipo de cielo que sólo existe en la cabeza de ellos – aquel donde sus pecados se endosan. Es más una tentativa de entrar en la fantasía – o de permanecer en ella. Ese olor atrae a quien aún está perdido. Jesús aún dijo: “Y yo, si fuera levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”, Juan 12:32. Él está cumpliendo aquello que prometió. Pero los perdidos se pueden engañar con eso, creyendo que no están perdidos porque el olor del reino de los cielos los hace imaginar cosas.

CS: Y Jesús ¿sólo nos atrae de ese modo?

CL: No, pues el asunto es demasiado serio y por esa razón Él usa todo lo que puede y debe. A veces usa el olor del infierno también para hacer que las personas sientan un poco de la miseria y del desprecio que irán a sentir por allá. Eso también puede resultar. El secreto es hacer que las personas lo vean a Él, pero siempre usando percepciones de la verdad y de una realidad que las personas fácilmente ignoran.

CS: Pero, ¡si Jesús me da un olor del infierno quedaré paralizado de miedo! ¡No pensaré en arrepentirme!

CL: ¡Eso es lo que tú piensas! Jesús sabe lo que hace cuando te da a probar cualquier cosa que ha reservado para todos los habitantes de la tierra. Y, tanto el cielo como el infierno, existen y están aguardando para que reciban a quien va hacia allá. Dios habla y muestra la verdad y nadie debe ignorar ese hecho sintiendo miedo.

CS: Pero... ¿Jesús no puede darme sólo el olor del cielo para que no me asuste?

CL: En la verdad, ¡tú no quieres cambiar y por esa razón pides que Él no te hable y no te muestre la verdad para poder continuar como estás!

CS: ¿Será que eso es verdad?

CL: ¿Yo no te hablé que tienes tendencias a dudar de la verdad? Eso acontece con todos aquellos que, en la verdad, no quieren seguir la verdad de forma práctica. Sólo quieren meditar en ella, soñar con ella, engañándose a sí mismos porque conocen la verdad. Después, dicen que viven para Dios pero se acurrucan en los brazos de una esperanza falsa.

 

 

 

Pero, sólo queda más claro que quieres evitar aquello que encuentras una humillación – humillación de buscar y hallar tus compañeros ofendidos de pecado para que te retrates delante de ellos y delante de Dios, reponiendo la verdad del perdón de Dios delante de las personas de forma práctica. El mundo tiene que ver que tu conciencia está siendo limpia, tal cual él veía tu conciencia ensuciarse. Es ojo por ojo y diente por diente.

CS: ¡Es verdad!  A mi no me gustaría devolver lo que robé. Una de las personas conoce a mi madre y sería un gran dolor para ella, sólo de pensar que yo había robado “bombones” en la tienda de él. Sería humillante y vergonzoso para ambos, tanto para mí como para ella.

CL: Pero, no hay que dejar pasar nada a nadie. Nadie debe esconder una ciudad iluminada encima de un monte, Jesús dijo. Pero, las personas gastan fortunas intentando esconder esa ciudad. Algunos intentan esconder para que los otros no vean, mientras otros intentan esconder de ellos mismos, para que ellos no vean porque están del lado de fuera de ella.

CS: Me dejas hacerte una pregunta honesta: ¿existe manera de evitar eso que me hablaste?

CL: ¿De evitar limpiarte? No existe, no. Pero, la verdad es que estás usando el descontento que imaginas que esa persona sentirá para que no hacer aquello que sabes que no debes evitar.

CS: ¿Cómo así?

CL: No creo que el descontento de esa persona o de tu mamá sea el motivo para no ir a pagar lo que robaste. Tiene todo a ver contigo y encuentras disculpas a través de aquello que los otros sienten (o imaginas que irán a sentir), para que no hacer saber lo que tendrás que hacer. Pero, de todas maneras, todas las personas sabrán de todo a la corta o a la larga, pues el justo Juicio de Dios manifestará todo que hiciste y dejaste de hacer.

CS: ¿Todas las personas irán a ver todo que hice hasta hoy? ¡Que vergüenza tendré! Pero ¿Dios puede hacerme eso a mí?

CL: Todos verán tus obras antiguas. Dios es luz y la luz revela todo lo que está escondido y en la oscuridad. Y Dios no mira el descontento de nadie en esos momentos. Lo mejor será que seamos nosotros los que provoquemos ese juicio ahora.

CS: ¿Porqué? ¡Que cosa! ¿Decir a todo el mundo lo que he escondido con tanto esfuerzo? ¿Porque haría una cosa de esas, dejando ver a toda la gente  lo malo de mis pecados?

CL: Porque si nos juzgamos ahora y que nos colocamos en la plaza pública, no seremos condenados por nadie – ni ahora ni después. ¿Te acuerdas de aquella mujer que querían apedrear? ¡No fue condenada con Jesús de cerca! Y, además, eso no es ninguna vergüenza, pues es un acto muy noble. Sin embargo, si no sentiste vergüenza cuando robaste, tampoco debes sentir vergüenza de restituir. Tiene que ser ojo por ojo y diente por diente. La justicia de Dios exige que sea hecho así. Jesús aún dijo “buscad primero el Reino de Dios y su justicia”. Quién no tuvo vergüenza de robar, nunca podrá tener vergüenza de hacer una cosa decente como restituir lo que robó y reponer la verdad sobre su persona delante de los otros a quienes mintió y encubrió. Eso es justicia hecha.

CS: ¿Porque razón todo sobra para mí? ¿Soy una alma apenada, no soy?

CL: También eso es un refugio, un tipo de fuga escapatoria. Cuando tienes compasión de ti, estás pidiendo a Dios que te mire como tú miras hacia ti mismo – a través de ojos que usan la mentira para medir lo que creen que ven. Tú intentas todo para no comenzar a ser justo y, así, Dios no te podrá justificar. Y justificar a alguien es hacer a alguien justo y no disculparlo de cumplir toda la justicia.

CS: Pero, ¡yo tengo vergüenza y eso me da compasión de mí! ¿Dios no me va a entender?

CL: Las cosas en el cielo no funcionan de ese modo. Por eso, si quieres ir hacia el cielo, necesitas comenzar a vivir aquí en la tierra como se vive en el cielo. El olor de esa paz que pruebas, pero que aun no posees, depende de tu obediencia continua.

CS: Pero, en el cielo no hay pecado y, como allá no confiesan pecado, yo puedo quedarme sin confesar también, ¿no crees? ¿No es en la tierra como en el cielo?

CL: Estás usando la verdad a tu modo ahora, para servirte. En el cielo existe justicia, sí. Y, aquí, necesitas practicar esa justicia para ser justo y aprender el modo de allá antes de ir hacia allá. Tiene que ser el cielo aquí en la tierra, es verdad, conforme Jesús nos enseñó a pedir. Lo que existe en el cielo es justicia, todo allá funciona de forma justa. Y, si hubiera pecado allá, habría justicia también con relación a ese mismo pecado. Aquí necesita haber justicia. “Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza y la equidad no pudo venir”, Is.59:14 .

CS: Pero, ¿la justicia no es lo que condena y atrapa al ladrón?

CL: La justicia atrapa y condena, sí. Pero la justicia del cielo es más que eso, pues puede hacer justo a quién es injusto, si el injusto entrara en contacto con la justicia. La justicia de Dios no condena a quién es justo,  antes lo promueve y ayuda.

Por eso necesitamos ser justificados. Si anduviéramos dentro de Cristo, seremos justificados, pues Su presencia nos transforma cada paso que damos dentro de Él.

CS: ¡Entonces nuestras ideas andan muy intercambiadas! Aquí, cuando pensamos en justicia, pensamos en tribunal, vigilias, ladrones y jueces.

CL: Es verdad. Pero, también habrá un tribunal y un día del juicio para todos nosotros. Y habrá las respectivas recompensas de cada uno. Pero, como la justicia del cielo nunca se queda inerte y no deja de existir, trata de rehabilitar pecadores dando tiempo y medios para que ellos se hagan justos comenzando por dentro y confirmando por fuera de ellos la obra de Dios. Pero, la justicia divina exigirá siempre ojo por ojo y diente por diente de todos nosotros. Y nos recompensará mediante aquello que rechazamos hacernos, o no aceptamos ser hechos a través de esa justicia que entra en nosotros – o que no entró en nosotros porque nunca la aceptamos. Y muchos no la aceptaran solamente porque afirmaban que ya la tenían.

CS: Pero, ¿no existe otra palabra en nuestro vocabulario para describir mejor esa “justicia”? Es que estoy quedando confundido.

CL: La Biblia habla que la justicia entra en quien se está haciendo justo. Es una justicia interior que se desborda para toda nuestra vida exterior a partir del interior. Ella entra en nosotros y nosotros en ella. La Biblia habla claramente de que recojamos esa justicia por encima de todas las cosas, es decir, buscando y encontrando el modo de que seamos justos a través de Cristo, andando dentro de Él continuamente. Como Cristo es justo, debemos ser también nosotros, es decir, del mismo modo y usando las mismas armas.

CS: ¿Y eso resulta? ¿Y que es la justicia final?

CL: ¡Claro que resulta! Cristo no iba a prometer una cosa que no consiguiera cumplir inmediatamente. Cristo dijo “Yo vine a cumplir”, Mat.5:17. No podemos mirar a Cristo a través de los ojos que tenemos, porque andamos habituados a ver quién no cumple. En cuanto a la justicia final, un día Dios nos dará la recompensa exacta y en exacta medida y proporción de aquello que dejamos de aceptar o de aquello que rechazamos. Si rechazáramos vida eterna, tendremos muerte eterna. Será ojo por ojo también en ese aspecto.

CS: Pero, ¿eso es justo? ¡Yo ni conozco la verdad!

CL: Y esa paz que estás “sintiendo” ¿no es tomar conocimiento de la verdad? ¿Será que eres tan ignorante al punto de que te pierdas así a causa de la terquedad?

CS: Pero, continúo encontrando eso demasiado injusto para mí. Nadie merece eso.

CL: Para quien es condenado parecerá siempre injusto. Ningún terrorista cree que la justicia sea justa. Pero, la justicia de Dios no deja de ser justa sólo porque existen opiniones que contrarían y discuerdan de ella por motivos personales. Lo que es justo, es justo. No importa a quien toca la justicia. Y nosotros debemos entregarnos a la justicia. Y, un terrorista que se cree correcto, aún tendrá que reconocer que está errado y entregarse a la justicia de quien encontraba estar errado, o que era inexistente o injusto para con él. ¡Tienes un camino largo a recorrer! ¡Es mejor que comiences inmediatamente!

CS: Pero, ¿cómo es que el infierno puede ser justo? ¡Me quedo desmotivado y no quiero comenzar inmediatamente no!

CL: Eso es más una disculpa para morir para siempre que arreglaste, ¿no fue? ¡El pecador será siempre inteligente para arreglar la manera de escapar de la muerte del pecado, con Cristo!

CS: Y tampoco entiendo muy bien una cosa: si es muerte eterna, ¿cómo es que habrá infierno aún? ¿O morimos o sufrimos eternamente no es así? ¡Mi pobre cabeza! Estoy tan contrariado que no quiero continuar hablando sobre esto. Pero, intentaré.

CL: Quien desiste, resiste. Quienquiera desistir, muestra  cuánto insiste en no cambiar. Prefiere echar todo a perder, por encima de ser transformado. Y, quien desiste no es sincero porque usa eso como chantaje sobre Dios. Si las cosas corrieran del modo de él, no pensaría en desistir. Todos creen que, quien desiste, es un débil. En la verdad, es un “fuerte” usando su ultimo recurso, su ultima arma, su fuerza final, su último argumento contra Dios para no cambiar.

CS: Está sobrando para mí de nuevo, ¿no es? ¡Pensaba que Dios iba a tener compasión de mí ahora que todo se hizo muy difícil para mí!

CL: Dios no tiene compasión de las personas que desisten. No puede tener. En la verdad, el chantaje de quien desiste (o amenaza desistir), aumenta la ira de Dios para con él.  A las personas les gusta imaginar que Dios se está compadeciendo de ellas mientras Su ira, en la verdad, está aumentando. Es un engaño, pura ilusión apoderándose  del corazón que ve a Dios cómo Él no es. La Biblia dice así en los Salmos: “¡Dios está enojado con los pecadores todos los días!”  Salmo 7:11.

CS: ¿Qué es lo que eso quiere decir?

CL: Dios se queda más airado con quien desiste de lo que ya estaba cuando no hacia nada. Nadie se quedará impune haciendo chantaje contra Dios usando la propia vida para hacer a Dios cambiar de ideas. ¡Una “huelga de hambre”, o huelga “de vida” no resulta con Dios! Quien desiste, en la verdad, está luchando hasta a la muerte por un amor.

CS: ¿Por cual amor es que lucha? ¿Por el amor de su vida?

CL: Por el amor que tiene por sí mismo. Dios hace de todo para que el pecador muera y el pecador hace de todo para no morir con Cristo. Por eso hace “huelga de vida”. Pero, sólo quien muere, vivirá y quien que quiera ganar su vida, la perderá. El pecador hace de todo para amarse del modo errado y aún quiere que Dios acepte eso y lo ame del mismo modo que él se ama. La gana de desistir en alguien es la medida exacta de amor propio que esa persona defiende y quiere mantener a cualquier costo. Es una ilusión enorme del pecador pensar que Dios va a tener compasión de él  como él tiene por sí mismo. Aquello que sentimos y amamos de nosotros mismos no siempre refleja aquello que Dios siente y busca de nosotros. No nos podemos olvidar que nos amamos a nosotros mismos solamente. Y ese amor que tenemos por nosotros mismos debería ser amor por Dios.

CS: Pero yo no puedo concordar con el infierno. Sólo concuerdo con el cielo. Quiero mucho ir hacia allá.

CL: Pero, no será por eso que el infierno deja de ser justo.

CS: ¿Cómo es que el infierno puede ser justo?

CL: Si rechazas la vida eterna, tendrás muerte eterna; si rechazas la alegría del cielo, tendrás el vacío del infierno en igual proporción de aquello que rechazaste o no aceptaste. La belleza del cielo, el tiempo que él dura, la paz y la alegría serán directamente proporcionales al vacío dentro de las personas en el infierno, al tiempo que irán a quedarse muriendo sin que mueran. Si tuvieras mil kilos de alegría en el cielo, tendrás los mismos mil kilos de agonía en el infierno – todo proporcional y equivalente a aquello que rechazaste indirectamente o directamente. Cristo dijo que “su gusano no morirá”. Todo será proporcional y equivalente, “ojo por ojo y diente por diente”.

CS: ¿Cómo es que rechazo indirectamente?

CL: Tú quieres ir hacia el cielo y quieres andar en tu pecado. Indirectamente, rechazas el cielo y aceptas morir para siempre por tontería. Sólo que, aceptas morir para siempre de ojos cerrados, con la ilusión del cielo en tu cabeza y otra realidad adelante. Y cierras los ojos para que no veas.

CS: Pero, si es muerte eterna, ¿cómo es que iremos a sufrir se morimos para siempre? ¿Cómo es que un muerto sufre?

CL: La Biblia no dice que moriremos para siempre – dice que estaremos siempre muriendo. En Cristo estaremos siempre viviendo (a través de Él). En el infierno, quien fuere hacia allá, estará siempre muriendo también. También allá, recogerán la muerte y nunca la hallarán. Esa será la justa, precisa pena y recompensa para quien desiste de la vida eterna porque no desiste de pecar o de su propia vida.

CS: ¡Es demasiado para que yo acepte!

CL: Yo sé que es. Pero, no existe descuento para quien no concuerda. Y, aunque no aceptes eso, por lo menos acepta limpiarte. Lo esencial será concordar con aquello que es esencial y prioritario ahora. Cuanto al resto, Dios no irá a cambiar de ideas. Aunque dejen de existir pecadores y demonios, el infierno nunca dejará de existir. Pero, si los pecadores cambiaran, la ideas de Dios acerca de ellos cambiarán también porque se convirtieron y aceptaron ser transformados de bueno grado. “Si no se convirtiere, él afilará su espada: Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado”,  Salmo 7:12. Y sería bueno que el infierno se quedara vacío. Pero nunca dejará de existir sólo porque los pecadores no concuerdan con él por razones obvias.

CS: No sé porque aún me quedo aquí oyéndote y perdiendo mi tiempo para asustarme. ¡Lo que más me asusta es que hablas como si eso fuera realmente a acontecer, no un día, pero ahora!

CL: ¡Pero eso va a acontecer! Y da gracias a Dios que consigues tener una percepción del cielo y un olor del infierno o del cielo. Cuando anheles de paz, un vacío dentro de ti, acuérdate siempre que eso es sólo el olor de algo que va a acontecer que es muy real y mucho mayor que todo lo que puedas imaginar, sentir su olor. Leemos en la Biblia, también, que, cuando Dios nos creó, colocó dentro de nosotros la percepción de la eternidad. Dice así: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”, Ecl.3:11.Por eso es que sientes esa paz cuando no te limpiaste aún. Por esa razón es que las personas, aunque que vivan y miren la muerte de frente todos los días, nunca asumen que un día van a morir: porque tienen dentro de ellos la idea de la eternidad, la idea de que fueron hechos para vivir para siempre. Todos creen que sólo los otros morirán. Aún sabiendo que eso es mentira, viven como si su propia vida fuera un hecho garantizado, una realidad que no necesita ser contestada, un derecho natural. Pero, debemos aprender a leer y a obedecer las señales de los tiempos. ¡Y, para muchos, sería mejor ir a funerales todos los días, para ver si aprenden la verdad de una vez por todas! “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”, Ecl. 7:2.

(Introducción)(Dial.1)(Dial.2)(Dial.3)(Dial.4)(Dial.5)(Dial.6)(Dial.7)(Dial.8)(Dial.9)DIÁLOGO 10

(Dial.11)(Dial.12)(Dial.13)(Dial.14)(Dial.15)(Dial.16)(Dial.17)(Dial.18)(Dial.19)(Dial.20)