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LA GLORIA DE DIOS

 

CL: A veces creo que es inútil hablar contigo. Me cansa mucho hablar con alguien que no hace inmediatamente las cosas que debe hacer y las cuales son urgentes. Todo sería tan fácil y tan diferente de otro modo, ¿no es así realmente?

CS: ¿Estás hablando de mí? ¿Estás cansándote de mí? ¡A mí me gusta tanto oírte! ¡Por favor, no me abandones! ¿Que será de mí? Yo sé que crees que no te oigo, pero a mí me gusta oírte.

CL: Eso, te gusta oír. Jesús no le dio muchas oportunidades a quienes resisten la verdad dentro de él de ese modo – gustando de oír sin cumplir. Un día desearás ser cambiado y no encontrarás como hacerlo, porque sólo a través de la gracia conseguimos cambiar. La Biblia dice que la gracia pasa por nosotros. ¡O nosotros vamos con ella, acompañándola en su ritmo, o ella pasa por nosotros! Sabemos que, para quedarnos atrás de alguien, no necesitamos quedarnos parados: Basta que andemos más despacio que la persona. Necesitas coger la oportunidad con las dos manos. Pero, hasta ahora, me parece que usas las dos manos para rechazar lo que te gusta quedarte a oír. Te quedaste con vicio de oír sin practicar. “Este pueblo me glorifica con sus labios, pero su corazón está muy lejos de mí”. En la verdad, por que glorifican con los labios es que se alejan, por eso están lejos.

CS: Pero,¡yo quiero glorificar Dios! Yo canto en la iglesia, me divierto con el pueblo de Dios y todo más. Nosotros hasta almorzamos y cenamos juntos, tenemos fiestas en la iglesia y no dejamos de congregarnos de esa manera.

CL: No es de ese modo que alguien podrá glorificar a Dios.

CS: ¿De que modo?

CL: “¿Comamos y bebamos, que mañana moriremos?” ¿Eso es modo de glorificar a Dios, usando Su nombre, sus ordenanzas como razón y como disculpa para llenar el estómago mientras el corazón clama por el Juicio de los cielos? Deberían ceder al clamor del corazón allá en vuestra iglesia y no al clamor del estómago.

CS: Pero, nosotros somos hermanos que nos reunimos para fraternizar a la vuelta de la Palabra de Dios.

CL: ¡Yo creo que es más fraternizar a la vuelta de la mesa! ¡Y no tengo dudas que sean hermanos haciendo eso! En cuanto a eso no dudo, pues, si no fueran de la misma especie no fraternizarían. Si no hubiera fiestas, los hermanos también se quedarían en casa – por ser hermanos.

CS: ¿Estás intentando agredirme de nuevo?

CL: No, estoy hablando la verdad.

CS: Pero, el modo en que hablas, me hiere.

CL: Y ¿cómo crees que Dios se siente cuando usas a Dios para comer y pecar? Jesús confrontó a aquellos que lo seguían a causa del pan y de igual manera serán condenados todos aquellos que “Lo siguen” a causa de la confraternidad.

CS: Y ¿eso no glorifica a Dios, cuando cantamos y loamos su nombre? ¡Hasta oramos antes de comer!

CL: ¿Y orar a Dios antes de comer es motivo de regocijo? ¿Eso no es una cosa normal? ¡Yo oro antes de andar en mi auto! Pero no lo hago porque eso glorifica a Dios, pero antes porque es es la necesidad que tengo que Dios esté presente siempre que entro en una carretera. No estoy consciente de que oro, pero antes que Dios me oiga y va a estar conmigo. Si siento en el aire que Dios no va a salir conmigo, mi auto tampoco saldrá de allí. ¿Porque razón andaré sin Dios?

CS: No estoy para ver cual es la diferencia. ¡Disculpa, pero me siento demasiado ofendido para que pueda ver la diferencia! Aún estoy pensando en la forma como ofendiste a mis hermanos de allá de la iglesia. No puedes ofender a las personas de ese modo sutil, sino ellas no te escucharán.

CL: Y ¿cómo es que voy a explicar la diferencia sin hablar de ellas? Porque, ¡si hablo de ellas, te ofendes y no me oyes más por esa razón! ¿Existe alguna manera de vosotros los hipócritas que oigan la verdad? Alguna manera, alguna receta que vosotros mismos suscriban para que alguien os pueda decir la verdad? ¿Los fingidos y aprovechadores de Dios oyen de buen grado si hablamos de algún modo especial? ¿Me puedes decir?

CS: ¡A veces no necesitamos que nos hablen! ¿Porque no te quedas callado? ¿Es preciso ofender?

CL: Yo creo que es una verdad el hecho de que no necesitaran que os hablen de estas cosas. ¡Por eso es que Jesús, muchas veces, no se da al trabajo de responder a los hipócritas!

CS: ¿Cómo así?

CL: Los hipócritas reclaman siempre porque Dios ni les responde cuando claman. “¿Por qué dicen, ayunamos y no hiciste caso; humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?” Isaías 58:3. Yo creo que, una de las razones, es porque no necesitan que les digan la verdad, pues, para ser  hipócritas necesitan ya tener conocimiento de la verdad. No existirá fingido o pretencioso sin que haya aquel conocimiento de la verdad y de la conducta correcta. Para que alguien haga teatro, necesita conocer muy bien todo el guión. Sólo alguien con profundo conocimiento de las Escrituras conseguirá ser un buen hipócrita.

CS: Me estás confundiendo. ¿Cómo así?

CL: La hipocresía y la mentira es un esfuerzo contra algo de que se tiene percepción. Y si se esfuerza, es porque se esfuerza contra algo. Una persona, cuando sube, se esfuerza contra una subida. Toda la hipocresía se esfuerza contra la verdad que conoce. Nadie se esfuerza contra una cosa que no ve o que no enfrenta. Si los hipócritas no tuvieran conocimiento de la verdad, no serían hipócritas. Por eso es que Jesús os dijo: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos vuestro pecado permanece”, Juan 9:41.

CS: Pero, yo no me hallo hipócrita.

CL: Claro que no. Todo el esfuerzo del hipócrita es parecer otra cosa y creer que es aquello que debería ser. Y se esfuerzan tanto en ese camino de error que parecen ser otra cosa hasta para ellos mismos, quedándose sin la posibilidad de que consigan creer que son hipócritas. Si no se reflejan en la Biblia y si no creyeran que son hipócritas sólo porque Jesús así lo dice, si antes prefirieran ofenderse, nunca se salvarán. “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque, si no creéis que yo soy en vuestros pecados moriréis”, Juan 8:24”. “… No se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová.” Jeremías 3:4,10.

CS: Pero, ¿cómo es que un hipócrita puede cantar para Dios y orar a Él? ¡Yo oro Dios y canto! Y más: me gustan los himnos, los amo y los encuentro agradables!

CL: ¡Sería bueno que el agradable fueras tú y no solamente los himnos! Si encubrir es el negocio y el arte de cualquier hipócrita, podrán hasta cantar más y mejor que cualquier santo, porque la alabanza se hace un engaño perfecto y vuelca la cobertura ideal para cualquiera que se quiera esconder. Y, también, usan el hecho de cantar para Dios como razón para sentirse ofendidos y que se hagan resentidos cuando alguien les habla la verdad con intenciones buenas y nobles. Buscan y encuentran el modo de justificación para nunca más oír. Ningún hipócrita vive sin fabricar una justificación que le parezca válida. Y, “dar gloria Dios”, será siempre una de las razones que invocan para mantener su conducta abstracta.

CS: ¿Tú no cantas para Dios?

CL: Yo canto para Dios, sí. ¿Estás desviando la conversación hablando de mí ahora, queriendo encontrar los errores que no tengo? No necesitas hacer eso, pues, siempre que tenga algún error seré el primero en querer hablar de él.

CS: No puedes juzgar a los otros y hacerte mejor que ellos.

CL: Pero yo no “me hago” de nada; ¿aún no entendiste? Y, también es verdad que no puedo juzgar. Pero, tampoco puedo sentarme en la rueda de los escarnecedores contigo. ¿Cómo veré quién es escarnecedor si no soy objetivo y coherente, si no consigo distinguir un hipócrita de los demás? Los hipócritas hasta hacen mi conducta muy difícil y mi camino muy angosto porque necesito ver quién es escarnecedor sin engañarme. No puedo juzgar, pero también necesito discernir y hablar. El camino se estrecha de los dos lados. No puedo olvidar que Jesús dijo: “¡Generación de víboras!¿Cómo podéis vosotros hablar lo bueno, siendo malos? ” Mateo12:34. Y una de las promesas de Dios fue precisamente que “Entonces os volveréis y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”, Malaquías 3:18. Si es difícil distinguir, es porque son en todo parecidos en lo exterior.

CS: ¡No puedes usar esas palabras de Jesús para ofender a las personas!

CL: Y tú no puedes usarlas para encubrirte y para refugiarte mejor, defendiéndote contra mí. Y, además de todo, todos se salvan oyendo y aceptando la verdad en el momento en que la oyen, sea esa verdad sobre nosotros o sobre Dios. Y, ¿como diré la verdad a un hipócrita, si no puedo usar la palabra “hipócrita” cuando me refiero a él hablando con él? Mi intención no es ofender, pero la tuya es encontrar motivo para que nunca oírme. Tu intención es creer que estoy errado – no es buscar y aceptar sólo la verdad.

CS: ¿Vamos a cambiar de conversación? No sé como comenzamos a hablar sobre el hecho de que me consideres hipócrita sin que yo hubiera concordado debatir ese tema contigo. Creo que las personas de tu secta son muy metidas en las vidas de los otros. ¡Entran sin que alguien les abra la puerta!

CL: Está correcto. Durante un incendio, nadie toca la campanilla para pedir permiso para salvar del fuego. Y no encuentro normal cuando alguien se queja de estar siendo despertado de su sueño cuando su casa está desmoronando encima de él. Pero, si así lo quieres... Estábamos hablando de la honra de Dios.

CS: ¡Es eso lo que más me irrita en ti! Cambias de tema, no peleas y ni cambiaste de opinión a mi respeto en todo este tiempo.

CL: ¿Necesitas cambiar mi opinión por qué? ¿Te falta convicción? ¿Necesitas de mi opinión para que te convenzas mejor, para que te sientas más garantizado? ¿Si yo no cambio, te sientes menos seguro? Siendo así, tu seguridad sólo puede ser falsa y tu inseguridad sólo puede ser verdadera y real.

CS: Yo no sé explicar: entiendo todo lo que me dices, pero parece que no entiendo. Sólo me siento agredido por ti todo el tiempo.

CL: Es así. Jesús también preguntó a las personas como tú: “¿Porque no entendéis mi lenguaje? Oyendo, no entenderéis…”

CS: La cuestión es que no entiendo como es que cantar a Dios es pecado e hipocresía, si estoy cantando Dios.

CL: Déjame explicar de nuevo. ¡Pero, no te ofendas!

CS: Está bien, voy a intentar. ¡Pero no es fácil!

CL: Damos gloria Dios a través de una vida, a través de aquello que es cuando no imponemos nuestro propio comportamiento. Es decir, nosotros somos la propia vida de Dios destacándose, somos el propio escaparate de la naturaleza de Dios de forma real y damos gloria a Él de ese modo, ya sea cantando a través de esa naturaleza, sea muriendo o viviendo, sea trabajando o descansando.

CS: Y ¿cual es la diferencia?

CL: ¿No ves? Las personas dicen que aceptan a Jesús cuando es Jesús que tiene que aceptarlas; hacen que las reglas puedan gestionar y administrar su comportamiento, en vez de ser la naturaleza de su comportamiento a prescindir de las reglas por que se hayan hecho innecesarias y superfluas; ellos no son vida, ni las personas y ni sus mandamientos y reglas; pero, antes se hacen muerte queriendo vivir, pecado deseando ser acepto e invitado de Dios (Dios que es Vida pura). Pero, la muerte no puede ser vida, como color negro no puede ser blanco y viceversa.

CS: ¿Cuando yo me limpie entenderé todo eso con esa claridad? ¡Es que parece que esas palabras salen de ti tan fácilmente! Me impresiono mucho con la facilidad con que esas palabras fluyen de dentro de ti. Parecen ríos saliendo sin que nada que exista pueda impedirlas. Parece que tienes como una fuente en tu vientre. ¡Da la impresión de que es algo simple de ver y de entender! ¿Cómo y cuando eso puede acontecer conmigo?

CL: Tú quieres entrar en el aprisco de las ovejas sin entrar por la puerta. Sólo cuando nos limpiamos es que las verdades se hacen claras y, aquello que es simple y fácil de entender, se hace nuestra propia naturaleza y comprensión. ¡Pero, hasta allá, entenderás sin percibir, morirás sin vivir, olerás sin probar, probarás sin conseguir comer – y eso a la puerta de la vida, a la salida de la muerte!

CS: ¡Parece todo tan simple!

CL: ¡Y es! Pablo hablaba muchas veces “en la simplicidad que hay en Cristo”. ¿Nunca oíste hablar?

CS: Y ¿porque es tan complicado y difícil para mí?

CL: ¡Porque eres hipócrita, ahora más! Sólo cuando nos limpiamos con Dios y con las personas, ya sea en privado o en público, sabremos porque razón una vida santa es la vida más normal de una criatura creada conforme a la imagen de Dios. Quién que no fuera simple con esa vida, es hipócrita. Quién fue transformado y creado de nuevo por dentro, entenderá cual es la vida capaz de glorificar Dios – aún cuando no se encuentre cantando. Yo tengo la convicción en mi corazón que hasta un mudo consigue glorificar Dios si esta Vida que Dios da fluir libremente de su ser y en su ser, sin pecado que manche la salida del agua pura que Cristo es. ¡Y un mudo no canta!

CS: ¡Hablas como si todo ese simbolismo fuera cosa real! ¡Me asustas con esa realidad!

CL: Y es real. A pesar del simbolismo de las palabras por faltar el vocabulario necesario para describir lo que realmente acontece dentro de nosotros cuando Cristo entra (¡cuando no es “aceptar” que Él entró sólo!), es la cosa más real y más bella del universo. No existe nada semejante en toda la creación de Dios. Es coger o soltar. El precio es una limpieza integral, minuciosa y eficaz en nuestras almas, de un solo modo : en la sangre pura y purificador de Jesús y el consecuente abandono de todo pecado. Después de eso, quien buscará hallará, y quien pide vida en abundancia recibirá cuando menos espere. (Y no sólo espera porque estaba habituado a nunca recibir porque su vida estaba sucia cuando pedía. Se habituó a no recibir pidiendo. No podemos mantener los hábitos y las expectativas de hipócrita después de que nos hayamos limpiado de todo. Jesús dijo: “No os hagáis pues semejantes a ellos...” Mateo 6:8,17).

CS: Entiendo.

CL: Y cada paso que damos en esa dirección, es un acto, una dádiva que da glorias Dios. Jesús aún dijo: “El que TIENE mis mandamientos y los guarda...” Juan 14:21. Antes de intentar guardarlos, hay que tenerlos dentro de nosotros. Y eso es guardando todo lo que tenemos, que damos gloria Dios. No podemos guardar una cosa que no somos, es decir, que no tenemos en nosotros, como tampoco debemos dejar de guardar una cosa que ya existe en nosotros – no por la fuerza ni por la violencia – la cual fue operada por el Espíritu de Jesús desde dentro de lo más profundo de nuestro ser, hasta la parte más superficial de todos nosotros.

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