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LA LUCHA CONTRA EL PECADO

 

CS: Esto cambia todas mis ideas. Yo pensaba que tendríamos que luchar contra nuestros pecados - aunque yo nunca luché contra ellos, porque cultivo el pecado. Pero esa es la idea que tengo de lo que debería hacer y que me desmotiva sólo de pensar en hacerla. Antes aún de comenzar a luchar ya me siento sin motivación para hacerlo. ¿Será que era porque no dará resultado?

CL: Eso acontece con todos los que andan lejos de Dios, porque una conciencia que no se limpia con la sangre de Cristo y que se intenta limpiar de otra manera, se queda en ese estado. Todo lo que quisiera cumplir, desear de la manera correcta, se queda siempre por terminar o por comenzar. Esa es la principal consecuencia de que vivamos lejos de Dios, lejos de Quien opera dentro de nosotros el querer y el hacer. Pero aún tiene otra cosa que es muy grave, además de esa.

CS: ¿Cuál es?

CL: Es que, cuando vivimos lejos de Dios nos quedamos con un tipo de programa en nosotros. Nosotros somos como un disco de un computador que sólo opera mediante lo que está grabado e instalado en él. En el mundo de la desmotivación, de la inactividad con relación a las cosas correctas, aprendemos a pensar de una cierta manera y acabamos considerando que las cosas importantes son imposibles de conseguir. Es así que ese disco piensa y reacciona. Y se hace difícil para nosotros comenzar y terminar cuando comenzamos a hacer una cosa - aún siendo difícil comenzar. Cuando nos volvemos hacia Dios, todo se hace diferente y conseguimos comenzar y terminar las cosas si nunca pensáramos del modo antiguo. Pero entramos en el Reino de Dios con los programas antiguos - aquellos que creen que no necesitamos terminar o comenzar aquello que está correcto.

CS: Entiendo. Y ¿qué debemos hacer para que no fuéramos así de ese modo?

CL: Nada más que cambiar de ideas después de que limpiemos todo lo que nos ensució o ensucia aún. Pablo dijo “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, Romanos 12:1,2. Que no supiéramos que ella es fácil de cumplir y agradable, es una de las consecuencias de que vivamos lejos de Dios durante mucho tiempo.

CS: Y ¿no es preciso luchar para que venzamos después de que nos limpiemos con la sangre de Cristo?

CL: Bien… una cosa es que luchemos contra nuestros pecados en el territorio del pecado o a través de sus armas y de sus modos, es decir, usando sus programas y maneras de pensar y actuar. Otra cosa es que luchemos contra el pecado en el territorio de la luz o con las armas nuevas. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios, para la destrucción de fortalezas”, 2 Corintios10 :4. La mejor manera de perder una batalla o una guerra será usando aquello que favorece a los enemigos, aquello que intentamos vencer, porque usamos aquello que aprendemos a usar de la manera errada.

CS: Entiendo ahora. Pero ¿luchamos o no luchamos?

CL: Luchamos sí, pero más confiados y más tranquilos con aquella sonrisa de quien sabe que va a vencer o que ahora puede vencer. Lo más difícil no será que venzamos, pero que sí abandonemos las armas de las tinieblas y no enfrentar nuestros pecados a través de ellas, porque sólo a ellas nos habituamos. Esa será la parte más difícil de nuestra vivencia, pues estamos habituados a lo que aprendemos a ser y a hacer. Lo más difícil no será que venzamos o que seamos más que vencedores. Lo más difícil será que entreguemos nuestras armas cuando somos atacados.

CS: Y ¿cómo debemos comenzar, por donde debemos iniciar esa lucha santa? Porque me parece que se trata de una lucha santa, ¿no es así?

CL: En primer lugar, debemos saber que no vamos a vencer el amor que tenemos por la música que Dios odia dentro del ambiente de ella, en las discotecas y en las fiestas donde ella reina. Tenemos que salir del territorio del enemigo y entrar - penetrar en el fondo mismo - en el territorio de Dios. En segundo lugar, debemos aprender la milicia de la luz. Y el principal triunfo de la luz es exponer todo y ser claro, ahora reconociendo, ahora hablando, mirando de frente para todo, nunca encubriendo - todo dependiendo de la necesidad de cada momento.

CS: Para cada ocasión existe una arma entonces.

CL: Es eso mismo, sí. Me quitasteis las palabras de la boca. En este mundo de Dios, aún teniendo hábitos, no somos mecanizados. En el otro mundo, cuando hacíamos apenas, nuestra defensa era esconder o ignorar lo que hicimos – para que entonces creyéramos que no hicimos nada mal, pues esa es sólo más una forma de encubrir. Pero en este mundo de Dios, aquí dentro del reino de Él, es que expongamos para que todo pecado muera porque es expuesto a la luz. Muchos intentan hacer creer que las tinieblas no existen y olvidan que para que eso acontezca basta colocar en la luz. Aunque nos vengan a acusar porque nos exponemos, ¿quién estará contra nosotros si Dios es por nosotros? No necesitamos temer nada de aquello que el hombre pueda pensar o hallar. En la mayoría de los casos el mundo de fuera va a acusar sólo porque rechaza hacer lo mismo y se siente en la necesidad de defenderse, acusando. Ellos no están contra nosotros, sólo contra los que se defienden como pueden y usando las armas de las tinieblas. Una de las armas que no necesitamos usar dentro de la luz, es la defensa. En la luz es Dios que nos defiende.

CS: Pero, es difícil saber cuáles son las armas que no debemos usar, ¿no es cierto? Me parece muy complicado discernir todo así de ese modo simple, como niño lo haría sin comentar y sólo asumiendo. Odio no conseguir ser mejor que tú, pues me parece que estás mucho a la voluntad y con una paz que odio porque aún no la conseguí obtener.

CL: Otra de las armas de las tinieblas es usar el odio como fuerza o como motivación. Los mundanos asimilan ese modo muy fácilmente y hacen más y mejor cuando odian que cuando aman. Pero, en el mundo de Dios, somos resistentes porque somos tranquilos, mantenemos nuestro paso cuando todos creerían que vamos a desistir; y como no dependemos de la opinión pública para términos directrices y flechas apuntando nuestros caminos, todos se admiran con nuestro comportamiento - aunque sea un comportamiento normal y muy simple, se quedan admirados con él. Pablo habla mucho “en la simplicidad que hay en Cristo” dentro de nosotros, pero las personas sólo creen que vivir correcto es complicado. Pero, en la verdad, sólo es diferente. Por esa razón entran en trabajos y en situaciones que generan problemas complicados por que encuentran más fácil vivir de ese modo indomable y salvaje - sin raciocinio. Imaginemos un perezoso que se mete en trabajos porque no quiere trabajar. Es eso lo que acontece con los pecadores: porque no quieren tener problemas. La vida del pecador es una vida muy complicada y ellos la hallan fácil porque no conocen otro camino y hasta rechazan conocerlo.

CS: Me quedo cada vez más sorprendido con las cosas que estoy oyendo de ti.

CL: La sorpresa y la admiración por los otros también es una arma de las tinieblas, pues se admiran con los otros para no tener que arreglarse ellos mismos. Cuando no consiguen odiar, admiran. Las tinieblas tienen armas de defensa y de ataque. No debemos hacer uso de ninguna de ellas. Quien se admira es capaz de ser crítico también, como quién lisonjea puede fácilmente hablar mal de alguien. El corazón que lisonjea es el corazón que critica. No podemos confiar en quien nos lisonjea y no creer en quién nos critica sólo porque queremos que nos agraden y que nos lisonjeen. Los que lisonjean creen que aman y que son agradables; y Dios dijo que no hiciéramos ninguna semejanza de aquello que existe en el cielo porque allá se ama de verdad y lisonjear parece amor. Todas las semejanzas son mentira y son las puertas que nos cierran el acceso a la realidad de las cosas que intentamos imitar.

CS: ¿Será que voy a conseguir aprender todo esto, cambiar?

CL: Esa es más una arma de las tinieblas: creer que aquello que Dios dice que conseguiremos nos está vedado y que nos será imposible de alcanzar aquello que Dios prometió darnos y enseñarnos fácilmente y en su debido tiempo.

CS: Enseñarnos ¿cómo?

CL: Como se enseña a un niño. Cuando enseñamos a un niño, formamos al niño - no le damos clases como se dan lecciones en una escuela. Nuestra escuela es una escuela de la vida, andando continuamente con Dios para que mejor asimilemos la Vida que Él es. Más si Dios no fuera real, estudiamos teología, fingiremos y asimilaremos todo aquello que nuestra propia imaginación corrupta nos permite y nos coloca a la disposición. Dios no nos enseña dogmas, teoría y mandamientos - Él antes nos da el modo, la vida en que vivamos todo aquello que Él tiene en vista para que alcancemos cada día que pasa. Los hijos aprenden lo que saben porque conviven con los padres y aprenden el mal o el bien en la compañía de quien andan durante su fase de crecimiento.

CS: Pero yo creo que ya sé hacer muchas cosas de la manera correcta.

CL: Si eso fuera verdad, es muy bueno. Porque, otra de las armas de las tinieblas es que creamos que sabemos para que no tengamos que aprender y, por consecuencia, que creamos que no sabemos o que nunca aprenderemos aquellas cosas que ya sabemos - para que pensemos que no conocemos nuestro deber. Otra de las armas del lugar o de la vida donde nada se esclarece o de donde nada puede y debe quedarse claro (clarificado), es la confusión, la mistificación, la filosofía engañosa - todo para que no creamos que sabemos lo que sabemos y para que creamos saber todo aquello que aún necesitamos aprender o reaprender y replantear. Las personas se enorgullecen de todo lo que aprenden porque creen que la sabiduría es cosa inalcanzable. Pero, en el mundo de Dios, la ignorancia es lo que nos causa admiración y nunca la sabiduría. Allí, cerca de Dios, la falta de sabiduría nos causa angustia.

CS: Me quedé sin palabras porque de todo lo que digo recibo respuesta violenta de tu parte. Parece que tienes siempre una flecha apuntada para responder a todo lo que digo.

CL: Esa es otra arma de las tinieblas: que creamos que estamos siendo acusados. Es por esa razón que el diablo coloca personas en nuestro camino que nos apoyan y nos defienden siempre que nos sentimos acusados por la verdad. Sería muy bueno que encontremos muchas personas que nos ayuden a corregir nuestros errores y nuestra forma de pensar. ¿Cuándo dejarás de sentirte acusado siempre que hablo la verdad? Existe mucha gente que se alegra oyendo estas cosas. Sólo porque en el mundo de las conciencias sucias las personas acusan cuando hablan la verdad y lisonjean cuando mienten (o acusan a través de mentiras porque saben que todos en ese mundo se resienten a través de la acusación), eso no significa que la verdad te está acusando. Tú aún te acusas y la verdad que oyes ayuda en eso. Pero quien te habla la verdad tiene verdadero amor por ti y nunca acusación. Pero no dejará de hablar la verdad si ella te ayuda, ni aunque esté contra tu voluntad.

CS: A la conclusión que llegué es que no debemos luchar del modo antiguo contra los pecados que me ensucian ahora y que aquellos que me ensuciaron deben ser limpios y no olvidados.

CL: Ciertísimo.

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