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LA AMARGURA

 

CS: Existen días que siento una rabia sin ninguna razón. Me quedo sólo con gana de golpear en quien habla conmigo.

CL: Así que te limpiaras, eso termina.

CS: ¿Termina como?

CL: ¡Deja explicarte – nuevamente!

CS: Está bien. Pero no me acuerdo que me hayas hablado de eso.

CL: Hablé de que te limpies.

CS: ¿De nuevo con esa conversación? Un día de estos me canso de ti para siempre y ya no te oiré. ¡Me iré muy lejos de todos y nunca más me dirás que necesito limpiarme!

CL: Espero que no hagas eso. Pero, quien sabe Dios te parte las piernas mientras intentas huir llevado por la amargura.

CS: ¡Ah! ¡Déjate de desearme mal! ¡Estoy cansado de oírte hablar que necesito limpiarme!

CL: Está bien.

CS: ¿Y como es que la rabia termina si me limpio?

CL: Ni todo el tipo de rabia existe porque no te limpiaste. Algunos tipos de rabia son aquello que tienes que limpiar.

CS: ¿Cómo así?

CL: Existe la rabia que te ensucia y existe la rabia porque te ensuciaste. Cuando estás lejos de Dios, tu corazón se queda amargado y reacciona apenas contra todo.

CS: ¿Cuál la diferencia entre una cosa y otra?

CL: Una, la que te ensucia, te separa de Dios. De ese pecado precisas limpiarte y arreglarte conscientemente. Precisas, después, hacer lo opuesto de aquello que confesaste a Dios y a las personas.

CS: ¿Y la otra?

CL: Bien, deja explicarte desde el inicio. Estoy nuevamente a enseñar y a explicarte una cosa que sabrías distinguir fácilmente andando cerca de Dios.

CS: Está bueno. Voy a esforzarme para entenderte.

CL: ¿Ya viste una hoja seca en el suelo?

CS: Sí, en el otoño.

CL: ¿Sabes para que lado la hoja se va cuando está suelta en el suelo y siendo empujada?

CS: ¡Va a depender de que lado el viento viene!

CL: Es eso mismo. Una persona separada de Dios es como una hoja seca a la merced de los vientos. Si el viento viniera de un lado, es empujada para donde el viento sopla. Pero, si el viento viniera soplando del otro lado, va en dirección opuesta, ¿no es verdad?

CS: Sí, supongo que sí.

CL: Entonces, si una persona está obcecada con una cosa y encima está separada de Dios, el diablo puede soplarte amargura y vas hacia el lado que él sopla quedándote amargado sin saber muy bien porqué. O, si él te molesta con pensamientos sucios, también estarás a la merced de él, hasta que él se canse de juguetear contigo, hasta estar harto de la hora de recreo. Y, cuando él se canse, aún estarás jugado en el suelo como una hoja seca a la espera del próximo viento. Y la amargura es uno de esos vientos que te llevan para donde muchas veces no quieres ir.

CS: ¡Si yo fuera hoja ya estaría llorando por mí mismo!

CL: ¿Y alguien separado de Dios es qué?

CS: ¿Porque dices siempre que estoy separado de Dios?

CL: Porque dijiste que nunca te limpiaste.

CS: Pero yo intenté varias veces y aún ayer fui a pedir disculpa a mi madre por haber respondido a ella de manera gruesa. Sólo no conseguí orar delante de ella, con ella allí mirándome. ¡Si oraba ella iba a creer que enloquecí! Pero, una cosa fuerte vino en mi corazón para orar allí, delante de ella. Pero, no lo conseguí. No creí que fuera importante.

CL: Correcto. Pero, era importante. Sería mejor para ella pensar que enloqueciste cuando hiciste las cosas correctas. Yo creo que no pensaría nada de eso que imaginaste. Ese problema sólo existe en tu cabeza.

CS: ¿Será?

CL: ¡Claro! Peor será si fuera Dios a creer que enloquecemos porque no hablamos con Él abiertamente. Y, ¿si estamos hablando con Él, que nos importa que alguien nos esté mirando fijamente a nosotros?

CS: ¡Ah! ¿Tú besas a tu esposa en público, cuando todos están mirándote?

CL: Si le fuera a pedir perdón por alguna cosa, tal vez.

CS: Entonces, cuando me vino aquel pensamiento de orar al frente de ella me quedé con la misma sensación de estar exponiéndome innecesariamente y me quedé indignado. Y aún hoy estoy indignado.

CL: ¡Quién diera que estuvieras peor! ¡Parece que no resolvió nada!

CS: ¿Cómo así?

CL: ¡Resististe a Espíritu Santo! Él aún estaba dándote una salida para el caso y ni hiciste caso de Él en el momento correcto!

CS: ¿Es? ¿Por eso es por lo que estoy así?

CL: Puede ser a causa de eso, sí. Si no honras a tu madre, tu padre, suegra o suegro, abuelo o abuela, tus días aquí en la tierra serán cortos y malos. Ahora, ¡imagina lo que te acontecerá cuando no honraras al Espíritu Santo! Pero, pidiendo perdón a tu madre, puedes haber prolongado tus días aquí en la tierra.

CS: ¿La Biblia dice eso?

CL: Sí dice eso. “Honra a tu padre y tu madre, para que tus días se prolonguen aquí en la tierra”.

CS: ¡Entonces yo voy a vivir poco tiempo! ¡No me gustaba mi padre! ¡Él bebía mucho y daba palizas a mi madre antes de fallecer!

CL: Entiendo. Sólo te curarás de la amargura y del resentimiento así que te limpiaras. ¿Pero, no puedo más hablar de eso, no es? ¡Tú te irritas y amargas cuando repito eso!

CS: ¡Ah! ¿No ves que estoy un día malo? ¡Por favor, me ahorra! ¡Por lo menos hoy!

CL: ¡Yo estoy bien dispuesto y el sol está lindo! ¿Que pasa contigo?

CS: ¿Cómo es que el sol está lindo? ¿No ves las nubes?

CL: Veo. Pero, también veo el sol por detrás de las nubes. Él es lindo y las nubes no cambian el estado del sol.

CS: ¿Tienes alguna cosa más para decirme? ¿Alguna cosa que yo pueda entender?

CL El mal humorado nunca toma en cuenta el estado de espíritu de los otros. ¡De hecho, no toma nada en cuenta! ¡Sólo mira sus “necesidades” de ira – sus necesidades de morir!

CS: ¡Por favor, no desgastes aún más el resto de la paciencia que sobra en mí!

CL: Todo bien. Si no quieres hablar conmigo, me voy para ver si encuentro a alguien con buena disposición. ¡Alguien que se quiera limpiar con Dios para cambiar de humor!

CS: ¡Por favor, no hagas eso!

CL: ¿Porque no?

CS: Me explica entonces como es que debo hacer para quedarme bien dispuesto, menos mal humorado.

CL: ¿Ya oíste hablar de Juan el Bautista?

CS: Sí, ya.

CL: ¿Lo que él vino a hacer?

CS: ¿Él vino a preparar anticipadamente el camino de Jesús, no fue?

CL: Fue. Vino a arreglar los corazones de los hombres, hacerlos bien dispuestos y prepararlos para cuando Cristo llegara.

CS: ¿Como?

CL: Mira lo que dice la Biblia sobre Juan el Bautista, cuatrocientos años antes. “He ahí yo os envió el profeta Elías, antes que venga el grande y terrible día del Señor; y él convertirá el corazón de los padres a los hijos y el corazón de los hijos a sus padres; para que yo no venga y hiera la tierra con maldición”, Malaquías 4:5-6.

CS: ¿Y preparar el corazón de ellos era hacer eso? ¿Hacer que los hijos se entiendan con los padres y los padres con los hijos?

CL: Sí, también era. Sin embargo, existen otros pecados que nos privan de un buen espíritu también. Cuando las personas se arrepentían, sus corazones cambiaban.

CS: ¿Cambiaban como?

CL: Se quedaban “bien dispuestos” y en paz.

CS: ¿Y si confesamos nuestros pecados todos nos quedaremos bien dispuestos?

CL: Sí, claro. Sabemos que aquello que Juan vino a hacer, fue colocar las personas cara a cara con sus pecados. Y ni los fariseos se ofendían con él cuando les llamaba “raza de víboras”, como si él no quisiera nada con ellos.

CS: ¿Y porque razón los Fariseos no le daban vuelta la espalda cuando les hablaba así?

CL: Porque veían que aquello que él decía era verdad y no era ofensivo. Él no tenía intención de ofender, pero si de hablar la verdad.

CS: ¿Y ellos se arrepintieron?

CL: Tengo la certeza que muchos se quedaron en paz con Dios después de que aceptaron que era realmente cierto aquello que Juan les decía.

CS: ¿Y yo tengo que hacer lo mismo para quedarme bien humorado? ¿Después de eso me quedaré bien dispuesto?

CL: Creo que sí. Pero, no todo el tipo de mal humor se cura así. A veces el mal humor no es consecuencia, pero es la causa.

CS: ¿Y que se vaya la causa del problema?

CL: Tienes que volver atrás y pedir perdón a toda gente. Pero, si fuera consecuencia, también necesitas volver atrás y retratarte delante de todas las personas.

CS: ¿Y volverse atrás y hacer sentir que debo orar al frente de esas personas como me aconteció con mi madre?

CL: ¡Oras al frente de ellas! Y aún cuando no sientas el mismo impulso, oras. ¡Tienes que mostrar a Dios que esta vez harás la cosa correcta de la manera correcta de todas maneras – incluso si no te sintieras impulsado!

CS: ¡Yo creo que me quedaré mal dispuesto toda la vida!

CL: Tú es que sabes. ¿No tuviste vergüenza de gritar con las personas y de quedarse mal humorado al frente de ellas, no es?

CS: No. Ni pensé en eso siquiera.

CL: ¿Si no pensaste en eso, porque “piensas” en orar delante de ellas? ¡Ora y pronto! ¿Porque razón eso es un drama para ti? ¡Ora y no pienses! Tiene que ser ojo por ojo y diente por diente y necesitas hacer por Dios aquello que hacías para el pecado – del mismo modo, sin pensar.

CS: Pero, no sé si lo conseguiré. ¡Voy a quedarme con mucha vergüenza!

CL: ¿Vergüenza de qué? ¿De orar, de Dios o de pedir disculpa?

CS: ¡De todo junto! ¡Serán muchas vergüenzas juntas y acumuladas!

CL: ¿Cómo piensas que entrarás en el cielo así? ¡Si, ni con mal humor entrarás, imagina si entrarás teniendo vergüenza de hacer la cosa correcta! Jesús dijo que, quien se avergonzara de Él delante de un pueblo perverso y sin vergüenza (por que estén a hacer la cosa correcta), Él se avergonzaría de esa persona delante de los ángeles también – delante de aquellos que aman las cosas correctas. ¡Que es eso, amigo! ¿Vergüenza de la cosa correcta delante de gente malvada? ¡Dios nunca te perdonará eso! ¡Necesitas abandonar ese pecado inmediatamente, mientras es día y mientras tienes tiempo para eso!

CS: ¿Y no tiene otro modo mismo? ¿Y mi madre es malvada? ¿Seré perdonado solamente así?

CL: Si, no tienes otra salida. Hiciste mal, ahora necesitas hacer bien. Necesitas hacer de la manera correcta.

CS: Es muy difícil para mí.

CL: Yo hallo eso muy fácil y simple. ¡Llegas delante de la persona, pides perdón y pronto! ¿Que existe de tan difícil en eso? ¡Explicas que te estás arreglando con Dios (para que no crean que te estás muriendo y despidiéndote pidiendo perdón de todo), oras a Dios y aceptas el perdón de las personas y de Dios y pronto! Sigues tu camino y no miras hacia atrás. ¿Que tiene eso de difícil?

CS: ¿Y después seré una persona bien dispuesta?

CL: No debes ir a pedir perdón para ser bien dispuesto. Pero serás sí. Tu mal humor morirá después de eso.

CS: Pero, ¿cómo es que eso funciona?

CL: La causa de nuestra amargura es que andamos separados de Dios. Pero, como no creemos más en nada (mucho menos en Dios), nos quedamos con nuestra amargura y con nuestro corazón mandando en nosotros como dictador, dando palpitos contra las personas porque estamos amargados de raíz. ¡Nosotros no nos enfurruñamos porque alguien nos hace mal – nos enfurruñamos porque nuestro corazón es amargo!

CS: ¿Cómo es que es?

CL: Jesús nos dio un buen ejemplo cuando habló de ir la segunda milla con alguien que nos obliga a andar sólo una. Si vas hasta al fin de la segunda milla, no tienes nada de errado y la persona que te obligó a andar una milla se queda sin modo porque creía que una milla ya sería mucho para ti. ¡Si tu corazón estuviera correcto, si fuera del tipo correcto, ni notarás que estás caminando la segunda milla siquiera! Pero, si no tienes el corazón correcto, puedes andar la segunda milla en la misma. Sólo que, si anduvieras, aprovecha, también, para que cambies tu corazón al mismo tiempo. ¡Ya que vas a andar la segunda milla aún, entonces hazlo como debe ser hecho! Aprovecha y no hagas las cosas por el medio. ¡Aprovecha y cambia tu corazón también!

CS: Entiendo. Entonces, ¿mi corazón es que es mal dispuesto de naturaleza? ¿No son las personas que me hacen mal?

CL: Es eso mismo. No son ellas que te hacen mal humorado. Eres así debido al corazón que ganaste estando separado de Dios. “Tu camino y tus obras te hicieron esto; esa es tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón!” Jeremías  4:18.

CS: ¡Pero es difícil de creer que eso funcione así!

CL: Pero es así, puedes y debes creer. ¿Porque razón, tú encuentras que Juan dijo que, si amas Dios amarás a tu prójimo también?

CS: ¡No sé! ¡Tú eres el que sabe todo de la Biblia! ¿Yo no puedo saber, no es verdad? ¡Estoy separado de Dios, soy amargado, las personas me pueden hacer mal todos los días y yo, aun así, tendré que ir a dormir descansado! ¿Crees que eso entra en mi cabeza? ¿Porque razón estás siempre implicando conmigo? ¿Cuándo es que me vas a dejar en paz?

CL: Es difícil mirar hacia esto usando los puntos de vista de la amargura que te miente continuamente. Y no estás haciendo aquello que los fariseos hicieron cuando Juan el Bautista les habló duramente. Si vieras las cosas del punto de vista de la verdad, tendrías otra opinión y, quien sabe, otra conducta.

CS: Y, ¿para tener esa opinión, necesito limpiarme de ese modo? ¿Los fariseos se quedaron bien dispuestos? ¿Se quedaron bien antes de limpiarse, o después?

CL: Es lo que la Biblia dice. Pero, si ellos se quedaron bien dispuestos antes de limpiarse, yo no sé. ¡Límpiate y deja de luchar contra o a favor de tu corazón! ¡Hace la cosa correcta de la manera correcta y pronto! Dios proveerá el resto. ¡No busques estar bien humorado para que te vayas limpiar! ¡Límpiate y pronto! ¡Sea de qué modo fuera, límpiate inmediatamente! ¿Qué estás esperando aún?

CS: ¿Y fue eso que Juan el Bautista vino a hacer? ¿Hacer a las personas bien dispuestas?

CL: Fue.

CS. ¿Fue para que acepten bien las ideas de Cristo?

CL: Sí, en parte fue eso aunque él vino a hacer.

CS: Pero, yo no puedo aceptar eso así. Aún si eso viniera en la Biblia…

CL: ¡Y viene en la Biblia!

CS: ¿Dónde dice eso?

CL: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos; e irá delante de él con  el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de  los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”, Lucas 1:16,17 – buen  dispuesto para el Señor.

CS: ¿Es eso lo que dice allá?

CL: Es, si tu Biblia estuviera bien traducida, dirá eso así.

CS: Entonces, ¿mi corazón es que es amargo?

CL: Es. Él está amargo porque es amargo. Y para donde que seas, llevarás ese tu corazón contigo.

CS: ¿Y si yo cambiara de lugar, de empleo? ¿No me quedaré mejor, no me sentiré mejor?

CL: Cambiando de un empleo que no gustas y arreglando otro, tu corazón hibernará un rato de tiempo, pero inmediatamente tendrás los mismos problemas en el nuevo local de trabajo porque el corazón que tienes, se va contigo. ¡Será necesario que cambiemos el corazón y no el empleo!

CS: ¿Porqué?

CL: ¡Porque el corazón que tienes va contigo para dondequiera que vayas! Y, también allá, sentirás el mal humor y todo lo demás que sea consecuencia de estar separados de Dios. ¡Pero, cuídate para que, las consecuencias, no se hagan en hábitos enraizados y profundos – en maneras de ser!

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