(Introducción)(cap1)(cap2)(cap3)(cap4)(cap5)(cap6)DIÁLOGO 7(cap8)(cap9)(cap10)

(cap11)(cap12)(cap13)(cap14)(cap15)(cap16)(cap17)(cap18)(cap19)(cap20)

 

 

El AYUNO Y ORACIÓN

 

CS: Yo oro mucho y Dios no me responde. ¿Tienes alguna explicación para eso?

CL: Y ¿qué hiciste ya?

CS: Oré, ayuné, pedí oración a los otros hermanos y hasta lloré en la Iglesia mientras estaba pidiendo oración a ellos. Todos se conmovieron, menos Dios. Pero había allá unos mentirosos que decían: “¡Dios va bendecirte, mi hermano!” Hasta ahora no aconteció nada, ¡Dios no me bendijo! No sé de donde es que ellos oyeron que Dios iba a bendecirme. Estoy muy lastimado con todo esto.

CL: Es muy extraño eso. A veces, cuando voy a orar, aún ni comencé a hablar y Dios ya me respondió. Parece que Él lee en mí aquello que voy a hablar. Antes aún de pedir, cuando voy a orar, recibo la respuesta. (Is.65:24).

CS: ¡A mí sólo me falta gritar! Pero no grito, pues sé que no seré oído y también sé que Dios no debe ser sordo para que yo le tenga gritar. Él debe estar decidiendo cuando oír y cuando no oír, pues sordo no debe ser. Sólo gritamos con los sordos, ¿no es verdad? Por lo menos, ¡es lo que pienso! Y gritarse dentro de la iglesia ya nadie se va a conmover conmigo - van a creer que enloquecí. ¡Ah hermano, estoy en desesperación! ¿Qué más puedo hacer?

CL: ¿Que tal te limpiaras con Dios, que hagas una limpieza completa dentro de tu alma?¡Haces todo menos lo principal! Así es que tu fe termina, pues la Biblia dice que si no estamos limpios, nuestra fe naufraga. Allí dice así, escucha bien: “...manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”, 1Tim 1:19”. Y, por eso, nosotros gritamos con quien está lejos de nosotros o con quien no nos oye. Y existen aquellos que gritan con quien los irrita también. Si crees que debes gritar por Dios puedes tener uno de estos problemas - o entonces crees que los tienes y tu vivencia y comportamiento se adaptan a aquello que encuentras como la verdad.

CS: Pero yo no estoy irritado con Dios. ¡Dios me libre! ¡Tengo respeto a Dios! Busco siempre comportarme bien y ser educado. Pero ni así Dios me oye. Dime hermano, ¿es normal?

CL: ¿Porque me llamas hermano? ¿Aprendiste con aquellos que te mienten?

CS: Porque creemos en Dios y somos hijos del mismo Padre…

CL: Entiendo. Pero no sé si somos hermanos. No es que yo no quiera ser tu hermano, pero no existe hermandad entre sucio y limpio y a mí me gusta mucho ser verdadero y saber que llamo hermano a quién es mi hermano de verdad. Y tampoco creo que sea normal que Dios no te oiga. ¡No es normal realmente! Y, también, por esa razón pienso que no somos hermanos porque Dios me oye.

CS: Puede ser que todo lo que me dices sea verdad. Yo me encuentro diferente a ti, sí. ¡Muy diferente! Y los hermanos suelen ser iguales o como mínimo parecidos unos con los otros.

CL: “¿Andarán dos juntos si no estuvieran de acuerdo?” Amos 3:3. Pero, tampoco sé si somos muy diferentes. Sólo sé que Dios me oye si le hablo y sé que es porque estoy limpio y tranquilo en mi corazón. Y, también, no te podría llamar hermano sin mentirme. Encuentro muy feo que mintamos.

CS: Pero, ¿porque razón somos diferentes si hablamos del mismo Dios y de las mismas cosas?

CL: Bien... yo creo que es porque estamos en lados diferentes con relación a la verdad: tú estás mirándole del lado de allá para acá y yo de aquí para allá.

CS: Y es extraño que no me sentí agredido cuando me dijiste que no te sientes como mi hermano. Vi que estabas deseando que fuéramos hermanos y que te estabas expresando a través de la verdad. Siento que eres verdadero. Ahora entiendo porque mis amigos se ofenden cuando hablas, o cuando les miras. No están siendo justos para contigo, finalmente. Ellos no entienden una honestidad de esas, que es verdadera siempre. Ahora entiendo las razones porque nunca te entienden: es porque no hablan el mismo lenguaje.

CL: No sé lo que decirte sobre eso, pero la verdad sólo lastima a quién la entiende apenas; o a quienquiera que ella diga aquello que desearía oír; o aún, a quienquiera vivir mintiendo para sí mismo, aún para agradar a las personas. Y amar la verdad es una de las condiciones para que oigamos a Dios hablando y respondiendo a todas nuestras oraciones. Y verdad forzada no es cierta en lo intimo.

CS: Y ¿porque razón la verdad forzada aún no es verdad? Yo no entiendo cuál la razón. ¿La verdad forzada es mentira o es media verdad?

CL: Bien, no existen medias verdades, sólo cuando se usa la verdad para mentir de una forma aún mejor. Y la verdad forzada nos lleva a crear un hábito de que queramos adivinar.

CS: ¿Cómo así? ¿Nos lleva a crear hábitos de adivinar? No entendí.

CL: Cuando forzamos nuestra verdad para llevar, es porque en circunstancias normales mentiríamos para nosotros mismos - o por nosotros mismos, a causa de nosotros, teniendo nuestros motivos para defender y proteger. Cuando forzamos nuestra voluntad, seremos tentados a adivinar la respuesta que Dios daría porque Él no la da. Pero, Él sólo no da la respuesta porque no existe verdad en nosotros, o entonces porque no consideramos un “no” como respuesta. Eso también puede acontecer. Tenemos que saber que la respuesta llegará así que la verdad en lo íntimo esté presente también, cuando fuéramos nosotros mismos. Y, cuando aquellas cosas que imitan se terminen, se crean las circunstancias para que Dios sea real para nosotros también - o en nosotros, si quisiéramos que así sea. Dios no quiere concursos e imitaciones que compitan con Él por nuestro corazón - sólo quiere ocurrencia.

CS: Hasta que ni es difícil de entender.

CL: No, no es difícil de entender.

CS: Porque, a veces pienso así: los demonios pidieron a Jesús para entrar en los cerdos y Él atendió a su pedido, ¿no fue así? ¡Podemos afirmar que Él atendió a su oración y eran demonios! ¡Por eso es que a veces, me siento peor que demonio! ¿Porque es que Dios me hace sentir peor que demonio? ¡No puedo continuar mintiéndome, necesito hablar todos mis sentimientos hacia afuera y encarar los hechos! ¿Consigues entenderme?

CL: Consigo sí. Pero, sólo no puedo aceptar que te quedes creyendo que es culpa de Dios y que Él no quiere escuchar tu oración. Estoy cierto que todo eso acontece sólo porque tu rechazas limpiarte en pormenor y detalladamente. Cuando lavamos ropa, lavamos pieza por pieza. Y Jesús habló de aquellos que lavan sus ropas en su sangre.

CS: Y ¿porque razón el ayuno no funciona conmigo? ¿Tú ayunas? ¡Debes ayunar mucho, para Dios oírte así cuando oras! Pero si Dios te oye así cuando oras porque razón ayunarías, ¿no es así? ¡Ya no entiendo nada! Es todo muy confuso para mí.

CL: La confusión es una de aquellas cosas que causan fugas de la fe. Pero, todo es consecuencia de la suciedad que está en nosotros. Porque, sí nos limpiáramos, Jesús comienza a esclarecer para nosotros aquello que la confusión intentó confundir y atormentar, o hacer turbulento e incomprensible. Por esa razón es que Jesús se esfuerza para curar y esclarecer todo aquello que el prejuicio quitó de nosotros - o colocó en nosotros.

CS: A veces pienso que debo abandonar todo lo que habla de Dios - ¡pero aquello que quiero abandonar, no me abandona a mí! ¡Me persigue!

CL: No debes quedarse enfurecido si la misericordia de Dios te persigue, pues quien sabe aún si decides limpiarte y encontrar ayuda para ser transformado porque te limpias. Es la misericordia que nos quita la paz y por esa razón Dios determinó que “el impío no tendrá paz”. Del mismo modo que Él dijo “Haya luz”, Él dijo “El impío nunca tendrá paz”, Isaías 57:21. Y, también con relación al impío no tener paz, Él “vio que era bueno” que así fuera para siempre.

CS: Y cuanto al ayuno: ¿tú ayunas mucho?

CL: Sólo cuando el Espíritu de Dios me guía para hacerlo.

CS: ¿Cómo así? ¿Dios nos guía para que oremos y que ayunemos?

CL: ¡Sí, claro! Si no, ¿de qué modo oraríamos por las cosas que son la voluntad de Dios? Sólo seremos oídos si oramos conforme a la voluntad de Dios.

CS: ¡Esto está cada vez más confuso para yo entenderlo!

CL: Jesús fue llevado por el Espíritu para ayunar cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, ¿no fue así? Y Dios también pregunta a aquellos que ayunaban: “¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?”, Isaías 1:12. Si Dios requiere, nosotros ayunamos, si Dios nos guía también. Y también leemos que el “Espíritu gime dentro de nosotros” como se fuéramos nosotros, intercediendo por nosotros, es decir, a través de nosotros. Él, dentro de nosotros, ayuda en la intercesión y parece que somos nosotros orando - y somos realmente. Si no fuera una cosa venida de Dios, no sabremos cuál es el ayuno que Dios acepta - ni cual la oración que irá a oír. Es que, si oramos conforme a nuestra voluntad, Dios nos puede preguntar así, también: “¿Sería ese el ayuno que Yo escogí? Llamarías tú a eso ayuno y día aceptable al Señor?” Isaías 58:5. El mejor sería hacer ayuno de pecado, que no nos alimentáramos de pecado. Por eso Él dice: “¿Acaso no es este el ayuno que escogí? Que sueltes las ligaduras del pecado y que deshagas las ataduras de tu yugo?” Isaías58:6

CS: Entonces ¿no podemos ayunar cuando queremos?

CL: Podemos, pero sólo si el Espíritu nos guía para eso y que queramos cuando Él quiere. Podemos querer al mismo tiempo que Dios y querer la misma cosa.

CS: Y ¿como es que Él nos guía?

CL: Tenemos que saber que Él es un ayudador, que nos ayuda para que podamos hacer aquello que tenemos que hacer de la manera correcta y, también, en la hora más correcta. Nosotros hacemos, nosotros ayunamos, nosotros oramos ayudados por Él en nosotros. Los apresurados difícilmente serán guiados por el Espíritu de Dios. Y los que se atrasan también corren el riesgo de que sean excluidos.

CS: Entendí. Bien me parecía que era sólo sacrificio mismo, siempre que ayunaba parecía que estaba haciendo las cosas erradas o que no iría a dar en lo correcto y todo aquello no me llevaría a ningún lugar.

CL: Es verdad. Ayuno no puede servir de moneda de cambio cuando nos aproximamos a Dios. Puede servir como un tiempo durante el cual Dios nos va transformando mientras recogemos una cosa de Él, preparándonos para recibir aquello que pedimos y mucho más de lo que pedimos aún. El ayuno es un medio de transformarnos porque entramos en la esfera y en el dominio de Dios. El ayuno no obliga a Dios a oírnos, pero antes nos cambia para QUE lo oigamos y le recibamos. Pero, además de la obediencia y de que aprendamos la obediencia, el ayuno no sirve para más nada.

CS: Yo pensaba que quien ayunaba, era mucho más santo y sacrificado.

CL: Pero quien ayuna puede hacerse santo, sí. Pero puede estar ayunando para evitar ser santo también, intentando usar el sacrificio para no hacer las cosas correctas. Quien ayuna tiene que entrar por la puerta de la oración y nunca saltar el muro, necesita ser inspirado y guiado por Dios. Pero, necesita orar como si no fuera así. Si saltara por el muro Jesús puede llegar y decir: “¿Amigo, como entraste aquí, sin que tengas ropa nupcial?” Y en vez de atenderlo, mandar a alguien lanzarnos afuera. (Mateo 22:12).

(Introducción)(cap1)(cap2)(cap3)(cap4)(cap5)(cap6)DIÁLOGO 7(cap8)(cap9)(cap10)

(cap11)(cap12)(cap13)(cap14)(cap15)(cap16)(cap17)(cap18)(cap19)(cap20)